Internacionales

El renacer del racismo estadounidense crea la duda

Los numerosos crímenes cometidos por agentes policiales blancos contra ciudadanos negros desarmados, la falta de una respuesta gubernamental y la llegada del polémico Donald Trump ponen en alerta a la nación norteamericana

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POR: MANueL TOVAR (@mentetransfuga) | Fotografía: AP

Con la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos en 2008 parecía que en la nación norteamericana quedaba por fin zanjado el problema racial. La discriminación que se originó muchas décadas atrás, aparentemente había terminado en 1964 con la firma de la ley que terminaba con la segregación de razas, pero una serie de episodios que se registraron posteriormente, con más fuerza desde 2014, dejaron en evidencia que tener un mandatario afroamericano no hizo gran diferencia.

Ahora, con la reciente llegada del políticamente incorrecto Donald Trump a la Casa Blanca el temor a un desmoronamiento del sueño de Martin Luther King luce cada día más probable.

Los afroamericanos han logrado igualdad ante la ley, pero aún sienten que la sociedad muchas veces no los incluye y por lo tanto su respuesta es la exclusión hacia otros grupos. El caso más claro es que mientras Luther King planteaba una lucha no violenta y la integración en Estados Unidos, movimientos como la Nación del Islam, que para entonces ya contaba con 30 años de existencia, planteaba la autodefensa y la superioridad de la raza negra ante las demás razas, en especial la blanca a quienes se les calificaba como seres demoníacos como los diablos de ojos azules.

Mientras la Nación del Islam se escindió y se debilitó, otros movimientos como el Partido de las Panteras Negras daban un nuevo aire a mediados de 1960 al movimiento de reivindicación de la gente de color. La organización, que originalmente estaba integrada por fuerzas de autodefensa en Oakland, California, hacía oposición a la brutalidad policial, pero poco después pasaron a ser un grupo que ofrecía programas sociales para la comunidad, como desayunos para los niños y clínica gratis. Sus posturas de izquierda liberal fueron en principio bien recibidas en la costa Oeste.

El partido que poco a poco logró extenderse se convirtió en una amenaza para el gobierno central que se valió de asesinatos, métodos ilegales, detención y acoso a sus líderes, incluso los incriminó de delitos para debilitarlos ante la opinión pública. Con el tiempo los medios desacreditaron a las Panteras Negras, acusándolos entre otras cosas de extorsión y tráfico de drogas, lo que provocó deserciones.

La infiltración del FBI en el grupo también causó desconfianza entre los líderes que expulsaron a muchos militantes y para principios de 1980 las Panteras Negras no eran más que un recuerdo.  

Brutalidad que no cesa

Una rápida revisión a la historia contemporánea de Estados Unidos descubre que el racismo continúa vigente, y cobra cada vez más víctimas.

En 1991 la brutal golpiza contra Rodney King revivió el tema de la igualdad entre blancos y negros. King un taxista en libertad condicional por haber intentado robar una tienda dos años antes, fue brutalmente golpeado por la policía lo que produjo indignación, pero en 1992 un juzgado declaró inocente a los perpetradores lo que causó violentos disturbios en California en los que murieron más de 50 personas.

El caso King pasó a la historia, pero no las protestas por los casos de brutalidad policial que sigue presente.

El 4 de septiembre de 2005 en Nueva Orleáns tan sólo seis días después del paso del huracán Katrina un grupo de policías que no estaban identificados, ni tenían uniforme, sin dar voz de alto accionaron armas largas contra la familia Bartholomew y causaron la muerte del adolescente James Brissette, hirieron a la familia y a un amigo llamado Jose Holmes Jr.

El incidente de la familia Bartholomew no terminó ahí, dos testigos huyeron de la escena: los hermanos Madison, Ronald y Lance. Ronald que tenía discapacidad mental fue asesinado a sangre fría por uno de los agentes que le disparó 7 veces y su hermano Lance fue detenido por tres semanas acusado de intentar atacar y matar a los policías.

Los agentes intentaron fabricar una historia contra Lance Madison pero los testigos y las incongruencias se lo impidieron. Sin embargo, los efectivos se han visto favorecidos con sentencias reducidas por su “confesión” de los hechos.

En 2012 el sargento del cuerpo de Marines de Estados Unidos, Manuel Loggins, fue asesinado por la policía cuando estaba desarmado. Loggins supuestamente tenía una conducta violenta y no obedecía órdenes de los agentes de seguridad. Al militar se le disparó el 7 de febrero delante de sus dos hijas.

Diecinueve días después, el homicidio del adolescente Trayvon Martin por parte de George Zimmerman, un integrante de la guardia vecinal de Twin Lakes en Sanford, Florida, a quien le pareció sospechoso el joven negro que llevaba un suéter con capucha, inició una cadena de manifestaciones en el país.

Martin, de 17 años de edad, estaba a 60 metros de su casa. Su muerte y la absolución del atacante originó muchas protestas y en Internet surgió la frase Black Lives Matter (Las vidas negras importan) lo que fue el inicio del movimiento de defensa pacífico por la igualdad de los ciudadanos afroamericanos.

El movimiento, una red descentralizada, sin jerarquía, comenzó formalmente en 2013 para protestar los asesinatos de per-sonas negras por agentes de la policía y cuestiona la brutalidad de los cuerpos de seguridad en los procesos de detención, así como los perfiles raciales contra las minorías y la desigualdad racial en el sistema judicial de Estados Unidos, algo de lo que se ha hablado más en los últimos años y se trató en la campaña presidencial de 2016.

 No puedo respirar

Un caso que causó gran indignación fue el del asesinato por asfixia del afroamericano Eric Garner el 17 de julio de 2014. El suceso quedó grabado en video. Garner pedía que se le dejara en paz y dijo que era constantemente acosado, antes de ser derribado por cinco oficiales.

Garner era un hombre de gran envergadura, tenía 1.91 centímetros de estatura y pesaba más de 160 kilos. En la grabación se puede escuchar cuando el hombre dice 11 veces a los oficiales que no podía respirar. El hecho provocó airadas protestas en ciudades como Boston, Baltimore, Nueva York, Berkeley e incluso Londres, Inglaterra. El oficial que lo atacó quedó fuera de la policía, pero primero recibió una licencia con paga y hoy está absuelto.

Menos de un mes después, el 9 de agosto de 2014, el caos volvería a las calles cuando Michael Brown, joven negro desarmado, fue asesinado por un policía blanco en el estado de Missouri. Según el policía, Brown lo agredió al darle la voz de alto. Sin embargo, hay evidencia de que el afroamericano se escondió tras un auto y recibió seis disparos del agente.

La protesta causó la imposición de un toque de queda en San Luis, pero no impidió que se produjeran actos de vandalismo y se atacara a la policía que a los ojos de quienes protestaban no eran autoridad sino los opresores.

El presidente Barack Obama pidió una investigación sobre el caso, a la vez que llamó a la calma y dijo que los actos de vandalismo no se correspondían con la protesta por igualdad racial.

El 22 de noviembre el asesinato del niño de 12 años de edad, Tamir Rice, aumentó las tensiones raciales. Rice portaba una pistola de juguete y al parecer molestaba a otras personas en el parque Cudell de la ciudad de Cleveland, Ohio. La policía le disparó cuando el niño llevó sus manos a la pistola que resultó ser una réplica de balines pero no estaba marcada como una imitación, el niño murió un día después del incidente y nuevamente la indignación se hizo presente.

El movimiento Black Lives Matter organizó protestas. Los casos de Garner, Brown y Rice se hicieron bandera de la desigualdad.

Los atletas de la NBA elevaron su voz y figuras como Lebron James, Derrick Rose y Kobe Bryant usaron camisetas con la frase “No puedo respirar” lo último que dijo Garner antes de ser asesinado.

El 21 de abril de 2015 Freddie Gray falleció, luego de dos días de agonía, por lesiones en la columna tras ser derribado por oficiales. A los agentes se les suspendió con paga y luego fueron exonerados de cargos criminales. Las protestas y el movimiento Black Lives Matter volvieron a salir a las calles, algunas de las manifestaciones se convirtieron en ira y violencia lo que llevó a la imposición de toques de queda y al despliegue de la Guardia Nacional para controlar la situación.

Los policías también son blancos

 

En 2016 las protestas se hicieron más fuertes, con la campaña presidencial de fondo y el apoyo del movimiento supremacista blanco al candidato presidencial Donald Trump, aunque este haya buscado deslindarse del Ku Klux Klan.

Alton Sterling, un vendedor de CD’s de Baton Rouge, Lousiana fue tiroteado por la policía a quemarropa el 5 de julio y al día siguiente Philando Castile cayó a manos de la policía en San Anthony, Minnesota frente a su novia e hija.

Las protestas se extendieron por todo el país, en Nueva York, California, Chicago, Dallas Seattle, Nueva Orleáns, Minnesota personas de todas las razas levantaban su voz clamando por igualdad de razas y por juicios a los policías que utilizaron la fuerza excesiva.

El 7 de julio, durante una protesta pacífica en Dallas Micah Xavier Johnson, un francotirador de la reserva del Ejército de Estados Unidos y ex combatiente de Afganistán, asesinó a 5 policías, hirió a 7 y a 2 civiles.

Johnson realizó una emboscada que tenía como fin matar a personas de raza blanca en especial a agentes de seguridad de quienes desconfiaba. Luego de varios enfrentamientos y de ser herido por la policía el atacante se escondió en un estacionamiento y tras horas de conversaciones, fue eliminado con una bomba que llevaba un robot.

Johnson seguía a organizaciones nacionalistas negras como los nuevos Panteras Negras, la Nación del Islam y los israelitas negros.10 días después y en el mismo Baton Rouge, Gavin Eugene Long, un veterano de la guerra en Irak, mató a tres agentes del orden e hirió a otros tres.

Long que sufría de estrés post traumático se asumía como miembro de la Nación Washitaw –un grupo que se identifica como de indígenas estadounidenses negros–, de la Nación del Islam y del Templo Moro Estadounidense de la Ciencia, ambos identificados como movimiento de ciudadanía soberana y catalogados en algunas ocasiones como grupos de odio.

Tras toda la violencia de julio de 2016 el presidente Barack Obama consideró: “Todos los estadounidenses deberían preocuparse con estos tiroteos. No son hechos aislados, son síntomas de una brecha de disparidades raciales que existen en nuestro sistema de justicia criminal. Hemos visto tragedias como estas muchas veces, pero esto no es un asunto de negros o latinos, es un asunto estadounidense que nos debe preocupar a todos. Cuando por el color de la piel las personas sienten que no somos tratados con igualdad, duele y eso nos debe preocupar a todos”.

El mandatario también consideró que estos ataques premeditados, despreciables son una tremenda tragedia y atacan no sólo a los servidores públicos, también van contra el imperio de la ley y la sociedad civilizada.

Su sucesor Donald Trump ya ha llamado a las manifestaciones raciales propias de un país dividido. Ahora el magnate que por mucho tiempo en su campaña tuvo una retórica divisiva es el llamado a unir al país.

No me representan. Los deportistas una vez más han salido al paso de lo que ocurre en la sociedad norteamericana. El principal representante ha sido el mariscal de campo Colin Kaepernick de los 49ers de San Francisco. El 26 de agosto el jugador no se había levantado para escuchar las notas del himno nacional estadounidense. El deportista había hecho lo propio en los juegos desde el 14 del mismo mes pero había pasado desapercibido.

Al final del partido se le preguntó porque había permanecido sentado durante el himno a lo que respondió: “No me voy a levantar y mostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a la gente negra y de color. Para mí, esto es más que el fútbol americano y sería egoísta de mi parte mirar a otro lado. Hay cuerpos en las calles y los policías se van con sueldo y sin pagar el crimen. Seguiré protestando hasta que sienta que la bandera representa lo que se supone representa”.

Los estadounidenses reaccionaron de formas muy diversas a la protesta. Algunos lo tildaron de traidor. Obama afirmó que estaba ejerciendo su derecho constitucional a la protesta. Mientras que la juez Ruth Bader Ginsburg, una de las más liberales de la Corte Suprema de Justicia, la calificó como tonta e irrespetuosa, aunque posteriormente se retractó.Sin embargo, la protesta persiste. Jugadores de por lo menos 8 equipos en la NFL siguieron su ejemplo, 14 jugadoras de básquetbol de la WNBA de 3 equipos distintos y la futbolista de la selección Megan Rapinoe pusieron una rodilla durante el himno. El medallista de oro en natación Anthony Ervin levantó su puño mientras sonaba el himno y 8 jugadores de la NBA entrelazaron sus brazos en protesta. Incluso jugadores de 52 colegios y 39 universidades se han arrodillado mostrando su rechazo a las matanzas y clamando por acabar con la violencia policial.

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