De esos 547 niños y jóvenes adolescentes del coro Regensburger Domspatzen (los gorriones de la catedral de Ratisbona), unos 500 sufrieron maltrato físico y 67 fueron víctimas de agresiones sexuales, incluyendo violaciones, indicó Ulrich Weber, el abogado al que la Iglesia encargó arrojar luz sobre este caso, que estalló en 2010.
El número total de víctimas podría ser mucho mayor, e incluso superar los 700 casos, consideró Weber en la presentación en Ratisbona (sur), del informe final sobre este escándalo que estalló en 2010.
«Todos cometimos errores y hemos aprendido mucho», reaccionó en un comunicado el obispado de Ratisbona, quien desde entonces revisó y adaptó la pedagogía en el seno del coro.
El balance presentado este martes es ampliamente superior a las cifras publicadas en enero de 2016, cuando un informe intermedio habló de 231 víctimas. Algunas dijeron que habían sido violadas.
En febrero de 2015, las autoridades católicas locales solo habían reconocido 72.
Los hechos se refieren a delitos y crímenes que van desde la privación de alimentación hasta la violación, pasando por golpes y agresiones sexuales.
La mayoría de los casos prescribieron, por lo que los 49 presuntos autores de actos de violencia identificados en el informe no serían juzgados. No obstante, cada una de las víctimas debería recibir hasta 20.000 euros (23.000 dólares) de indemnización.
Las víctimas describieron su paso por este coro milenario y mundialmente conocido como «una prisión, un infierno y un campo de concentración», «el peor momento de su vida, marcado por el miedo, la violencia y la angustia», declaró Weber.
En enero de 2016, ya había hablado de un «ambiente de miedo» en el seno de la institución, que también cuenta con un establecimiento escolar que cubre desde el jardín de infancia hasta la educación secundaria.
Según Weber, los casos de violencia fueron especialmente numerosos en la etapa de educación infantil.
«Cultura del silencio»
El abogado arremetió contra el obispo en el momento de los hechos y le reprochó no haber alimentado suficientemente el diálogo con las víctimas.
Tampoco se libró monseñor Georg Ratzinger, el hermano del papa emérito Benedicto XVI, quien dirigió el coro entre 1964 y 1994.
Monseñor Georg Ratzinger, que actualmente tiene 93 años, aseguró que no tuvo conocimiento de abusos sexuales en el seno de esta institución, fundada en 975.
Según Weber, el hermano del papa emérito estaba al corriente y habría «mirado para otro lado», ya que reinaba una «cultura del silencio» en el seno del coro, donde parecía primar la protección de la institución, según el abogado.
De acuerdo con su informe, las víctimas fueron ignoradas y algunos de los responsables de la violencia incluso fueron protegidos.
El obispo de Ratisbona entre 2002 y 2012, el cardenal Gerhard Ludwig Müller, de 69 años, lanzó la investigación en 2010 para arrojar luz sobre los hechos.
En ese año, un exmiembro del coro, el director de orquesta y compositor alemán Franz Wittenbrink, habló a la revista Der Spiegel de la violencia de Georg Ratzinger y del «sistema de castigos sádicos vinculado al placer sexual».
Este escándalo es uno de los tantos que sacudió en los últimos tiempos a la Iglesia católica. Tanto Benedicto XVI como su sucesor, Francisco, pidieron perdón por los casos de pederastia en el seno del clero.
También en Alemania, una escuela de jesuitas de Berlín estuvo en el centro de un escándalo de pederastia, tras haber reconocido abusos sexuales cometidos sistemáticamente por dos curas contra alumnos en las décadas de 1970 y 1980.
En Irlanda, un cura admitió haber abusado de más de 100 niños.]]>