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El territorio, el último tesoro de los amenazados indígenas latinoamericanos

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Las tierras ancestrales y los conocimientos que han generado se han convertido en el siglo XXI en el último gran tesoro de las históricamente amenazadas comunidades indígenas de Latinoamérica, que ahora luchan contra la expansión de la actividad agrícola, el modelo extractivo y el despojo.Una amenaza que agudiza otros problemas como la pobreza, que afecta al 43 % de los hogares indígenas latinoamericanos -más del doble que el resto de la población-, las enfermedades para las que no tienen resistencia y la pérdida de la cultura, incluida su propia lengua.

Aunque hace más de 500 años se creía que en la región permanecen escondidos numerosos tesoros prehispánicos, para estas comunidades la gran riqueza está en la tierra, porque allí está la «vida y cumple todas sus necesidades espirituales y materiales», dijo a Efe Fiona Watson, activista del movimiento global Survival, con motivo del Día Internacional de los Pueblos Indígenas.

«Pero la historia los ha llevado a enfrentar a los poderosos intereses económicos en su lucha por el reconocimiento, la autonomía y la supervivencia», explicó la investigadora británica al denunciar el actual «robo de tierras, facilitado por Gobiernos hostiles e impulsado por grandes industrias agropecuarias».

Según Watson, «los madereros, los ganaderos y las empresas agrícolas ven las tierras indígenas como sus posibles bienes y las personas que viven en ellas como una molestia».

Datos del Banco Mundial (BM) indican que, aunque cerca del 45 % de Latinoamérica es área protegida bajo un marco legal y el 21,5 % de ese porcentaje se considera territorio indígena, hay «pocas garantías reales».

Para Survival, el impacto más grande lo causa la industria extractiva, ya que «algunos grupos de mineros y madereros tienen una larga historia, no solo de violencia y robo de tierras, sino también de propagación de enfermedades a las cuales las tribus no contactadas o recientemente contactadas no tienen resistencia».

La extracción ilegal también se ha extendido, ocasionando deforestación, contaminación de ríos y violencia, alerta el informe del BM «Latinoamérica Indígena en el Siglo XXI», en el que se estima que una quinta parte de la cuenca Amazónica tiene potencial minero, es decir 1,6 millones de kilómetros cuadrados, 20 % de los cuales son tierras indígenas.

«La industria extractiva entra en conflicto directo con la propiedad de la tierra y con la forma de concebir el territorio, transformando al indígena de productor de sus propios medios de subsistencia a trabajador para otros», aseguró a Efe Luis Dávalos, especialista en pueblos indígenas de la organización ambientalista The Nature Conservancy (TNC).

Además, «hay una ‘cultura de la democracia’, que amenaza la supervivencia de sus prácticas tradicionales», agregó Dávalos, al indicar que, por ejemplo, en el proceso de integración a la economía de mercado reemplazan su lengua por idiomas oficiales.

El cambio climático también se ha enfilado contra esta población, potenciado por la deforestación a gran escala en zonas y ecosistemas vulnerables y de frontera donde ellos habitan.

Davi Kopenawa, chamán y portavoz internacionalmente reconocido del pueblo yanomami en la Amazonía brasileña, ha denunciado cambios en el medio, del que las tribus han dependido y protegido durante milenios, y asegura que de seguir va acabar con la caza tribal, la pesca y la agricultura.

Estos hechos, sumados o aislados, amenazan la supervivencia indígena en Latinoamérica, donde, según datos de Survival, ya hay algunas tribus con tan pocos miembros que es difícil ver un futuro para ellas.

Por ejemplo, los Akuntsu, en la Amazonía de Brasil, solo cuentan con cuatro personas después que el resto de la tribu fuera masacrada, expresa la organización.

De acuerdo con la última ronda de censos disponible, en 2010 había alrededor de 42 millones de indígenas en América Latina, un 7,8 % de la población total. México, Perú, Guatemala y Bolivia tenían las poblaciones más extensas, abarcando más del 80 % del total (34,4 millones).

Según Survival, Brasil es ahora el país con el mayor riesgo porque «el Gobierno es abiertamente antindígena y está estrechamente ligado al lobby «ruralista»».

«En Venezuela la situación también es bastante mala y en Paraguay, los Ayoreo enfrentan una deforestación terriblemente alta», todo ello en medio de una «violencia sistemática contra defensores de tierras indígenas extremadamente inquietante», advierte Watson.

«Todos los pueblos tribales enfrentan una catástrofe a menos que su tierra sea protegida», señala Watson al alertar que el panorama es más oscuro para las tribus aisladas, que son las comunidades más vulnerables del planeta. ]]>

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