El papa argentino, que prometió una «iglesia pobre para los pobres» pocos días después de su elección el 13 de marzo del 2013, renueva su compromiso con los olvidados, los inmigrantes, las víctimas de las «nuevas formas de esclavitud».
El nuevo documento, de 42 páginas en su versión en español, después de «Evangelii Gaudium» (2013) y «Amoris Laetitia» (2016), está dirigido a la gente corriente y usa su tradicional lenguaje simple y pedagógico.
El líder de los casi 1.300 millones de católicos explica que existen «los santos de la puerta de al lado» o mejor los santos «de la clase media», que aunque no alcanzan la gloria de los altares actúan como santos.
Porque para llegar a ser santo «no es necesario ser obispos, sacerdotes, religiosas o religiosos», advierte.
En el documento, el papa reitera su compromiso con los inmigrantes, con quienes sufren y los excluidos. Es «tan sagrada la vida de los pobres como la del que no ha nacido», asegura.
«La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada (…) Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte», escribió.
El papa argentino reconoce que no es fácil conseguir la santidad y cita las tentaciones y hasta al diablo, «un ser personal que nos acosa» con su odio y sus vicios y «no un mito, un símbolo o una idea».
– El compromiso social: ni comunista ni populista –
A los católicos empeñados sobre todo en la defensa de los valores éticos tradicionales, que suelen criticarlo y hasta pusieron en cuestión sus capacidades teológicas, Francisco responde en términos claros.
«Es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista», escribió.
Francisco cita los evangelios y asegura que entre los enemigos y los «falsos profetas» figuran los que «tienen respuesta para todo».
Como es habitual también en sus homilías, el papa señala a los católicos del siglo XXI los límites de los grandes fenómenos de la vida moderna, como la violencia verbal en las redes sociales, la tendencia a la agresividad, el egocentrismo, la difamación y la calumnia.
«Se pasa por alto completamente el octavo mandamiento, ‘no levantar falso testimonio ni mentir’, y se destroza la imagen ajena sin piedad», lamentó.
La tercera exhortación de Francisco elogia la alegría de vivir y el sentido del humor ya que considera que la santidad se puede alcanzar con gestos simples, cuidando a los seres queridos, haciendo su trabajo honestamente, «silenciando las fallas de sus hermanos», sostiene.
Entre los consejos que da para alcanzar la santidad: «ser pobre en el corazón», «reaccionar con humilde mansedumbre», «saber llorar con los demás», «buscar la justicia con hambre y sed» y «sembrar paz a nuestro alrededor».
Y entre los mayores obstáculos para ser un católico ejemplar: «la negatividad y la tristeza», el «individualismo» y «tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro con Dios que reinan en el mercado religioso actual».
Francisco, que no tiene computadora ni televisión, incluso si sus palabras están presentes en las redes sociales, insiste particularmente en los efectos de una sociedad hiperconectada.
«El consumo de información superficial y las formas de comunicación rápida y virtual pueden ser un factor de atontamiento que se lleva todo nuestro tiempo y nos aleja de la carne sufriente de los hermanos», advierte.
Una exhortación apostólica es una recomendación que el papa dirige a los fieles sin llegar a ser doctrina de la Iglesia.
Además de las exhortaciones, Francisco ha escrito en cinco años de pontificado dos encíclicas: «Lumen fidei», en 2013 firmada junto con Benedicto XVI, y «Laudato si» en 2015.