Las cerca de 11.000 mesas electorales estarán disponibles para votar en las elecciones municipales, legislativas y, sobre todo, en las presidenciales, en las que los principales candidatos serán el oficialista Emmerson Mnangagwa y el opositor Nelson Chamisa.
Estos comicios son vistos como la culminación del proceso político que comenzó en noviembre de 2017, cuando Mugabe destituyó a Mnangagwa como vicepresidente, lo que desencadenó un golpe militar que le forzó a dimitir para ser finalmente sustituido por el que hasta ese momento había sido su hombre de confianza.
En estos meses en la Presidencia, Mnangagwa se ha esforzado en ofrecer una nueva imagen de aperturismo y reformas que le garanticen una victoria electoral que le legitimaría ante una comunidad internacional que miró hacia otro lado mientras Mugabe era derrocado por sus antiguos aliados del Ejército.
«Votaremos para terminar lo que hemos empezado. Votaremos por la acción, por el liderazgo y por un plan concreto para hacer realidad nuestros sueños», afirmó en Twitter Mnangagwa, candidato de la gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF).
Aunque parte como favorito, las últimas encuestas le dan solamente una ligera ventaja sobre el principal candidato opositor, el líder del Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), Nelson Chamisa.
De hecho, la jornada de reflexión adquirió aún más interés tras una rueda de prensa convocada por sorpresa por Mugabe, en la que el veterano político, de 94 años de edad, dejó entrever que su voto iría para Chamisa tras asegurar que no puede votar a quienes le «atormentaron», en referencia a una ZANU-PF que le expulsó para forzarle a dimitir tras el golpe.
La figura de Mugabe sigue siendo influyente en Zimbabue, y queda por ver si su apoyo a Chamisa influirá en el resultado, ya que sigue contando con seguidores, especialmente entre la ya desmantelada facción de la ZANU-PF conocida como G-40, que fue precisamente la que forzó la destitución de Mnangagwa.
Este es uno de los principales problemas a resolver por el próximo presidente, ya que la economía zimbabuense lleva una década sumida en el desastre tras una hiperinflación que acabó hasta con su propia moneda, que acabó desechando para adoptar el dólar estadounidense.
Tanto Chamisa como Mnangagwa han incidido en resolver esta coyuntura y acelerar la creación de trabajo, ya que la tasa de desempleo ha llegado a situarse en el 90 % en 2017 por el mayor sindicato del país.
La ZANU-PF se encomendará a su tradicional apoyo rural mientras que el MDC confiará en sus bastiones, como la capital, Harare, donde ha tratado de seducir a los votantes jóvenes -el 60 % de los votantes censados tiene menos de 40 años.]]>