El partido nacionalista religioso Hogar Judío condicionaba su permanencia en la coalición a obtener la cartera de Defensa al actual ministro de Educación, Naftali Bennett, actual jefe del partido.
El puesto está libre tras la dimisión la semana pasada del ultranacionalista Avigdor Lieberman.
Desde entonces, los comentaristas no le daban mucha opción al gobierno de Benjamín Netanyahu y esperaban una rueda de prensa este lunes de Bennett y de la ministra de Justicia, Ayelet Shaked, para comunicar el destino del gobierno.
Pero en un sorprendente giro, Naftali Bennett se mostró esperanzado por el discurso del primer ministro de la víspera en el que prometió a los israelíes que cambiaría de rumbo.
“Si el primer ministro es serio en sus intenciones —y quiero creer las palabras que escuché de su boca ayer por la noche— dejaremos de lado todas nuestras exigencias políticas por el momento y le ayudaremos en la misión inmensa que consiste en que Israel gane de nuevo”, aseguró Bennett.
El gobierno está en plena crisis después de que el ultranacionalista Lieberman dimitiera el miércoles como ministro de Defensa, en desacuerdo con la tregua acordada con grupos palestinos en la Franja de Gaza. Lieberman calificó el cese al fuego como una capitulación ante el terrorismo.
Su dimisión dejó a Netanyahu con una mayoría parlamentaria de solamente un diputado, a merced de dimisiones y chantajes.
Sin embargo, el presidente israelí rechazó nombrar a Bennet ministro de Defensa, y decidió asumir dichas funciones, al menos de momento, junto con las de primer ministro, ministro de Exteriores y ministro de Sanidad.
Irresponsable
Netanyahu se mostraba muy reticente a ofrecer el potencial trampolín que supone la cartera de Defensa a un hombre que no disimula sus ambiciones y hacia el que tiene una enorme aversión.
Por otra parte, otro pilar de la coalición, el ministro de Finanzas de centroderecha, Moshé Kahlon, se oponía al nombramiento de Bennett en Defensa, apelando a la convocatoria de elecciones lo antes posible.
Este aparente estancamiento parecía hacer inevitables las elecciones anticipadas. Pero Netanyahu se resiste a esa posibilidad, habitual en Israel, un país en el que ninguna legislatura ha llegado a su fin en décadas.
La fecha para las próximas elecciones legislativas está fijada en noviembre de 2019, pero desde hace meses flota en el ambiente la convocatoria de elecciones anticipadas, una idea barajada también hasta hace poco por el mismo Netanyahu, antes de su cambio de opinión.
El presidente israelí tiene la autoridad de disolver el Parlamento, en cuyo caso los israelíes tendrían que ser llamados a las urnas en un plazo de 90 días.
Pero el domingo por la noche Netanyahu afirmó que disolver la coalición sería irresponsable, invocando a las amenazas urgentes a las que tiene que hacer frente el país.
“Nuestras condiciones de seguridad son ahora mismo muy complejas”, afirmó en una intervención televisada con aire de discurso electoral.
Los comentaristas creen que Netanyahu busca poner la mayor distancia posible entre los acontecimientos de la semana pasada en la Franja de Gaza y las elecciones anticipadas.
El alto al fuego con los grupos palestinos parece haber mermado su imagen de mejor garante de la seguridad de Israel, sobre todo entre los habitantes de la periferia del enclave palestino, entre los que hay numerosos votantes de Likud, el partido de Netanyahu.]]>