«Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la Nación», dijo el primer ministro Edouard Philippe en referencia a las violentas protestas de este fin de semana.
El alza del impuesto a los carburantes, que debía entrar en vigor el 1 de enero, fue el detonante de las protestas de los llamados «chalecos amarillos», un movimiento atípico, que nació en las redes sociales, sin líder ni estructura.
El movimiento ha ampliado sus reivindicaciones y reclama ahora una mejora del poder adquisitivo, una reducción general de los impuestos, un incremento de las pensiones, entre otros.
El alza del impuesto a los carburantes no se aplicará «antes de ser discutida por todas las partes implicadas», precisó Philippe, quien anunció una concertación a nivel nacional entre el 15 de diciembre y el 1 de marzo.
La concertación movilizará a organizaciones sindicales y patronales, oenegés, autoridades locales y diputados, precisó Philippe durante un discurso retransmitido por televisión.
«Hay que estar sordos» para «no escuchar la cólera» de los franceses, agregó el primer ministro francés.