La primera ministro conservadora debe hablar por la tarde con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, aunque el pulso parece perdido de entrada, máxime cuando en la Unión Europea se oyen voces contrarias a reabrir un difícil proceso que duró casi año y medio.
«El acuerdo de divorcio no se renegociará», dijo ante la Eurocámara el titular de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, en la línea de lo dicho ya por Irlanda, Alemania o Francia. La Unión Europea considera el acuerdo como el mejor y único posible.
Un portavoz de la primera ministro quitó hierro a las palabras de sus socios europeos y defendió la reapertura del acuerdo para conseguir el apoyo parlamentario, ya que la Unión Europea dice que quiere que Reino Unido salga con un acuerdo y el actual ya fue rechazado en Westminster.
El punto del acuerdo de divorcio que provoca más rechazo entre los diputados británicos es el backstop -red de seguridad-, un mecanismo de último recurso destinado a evitar una frontera entre Irlanda y la británica Irlanda del Norte y preservar el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998 que puso fin a tres décadas de enfrentamientos.
La Cámara de los Comunes lo rechazó el 15 de enero y, en otra prueba de su incapacidad para acordar una solución alternativa, los diputados apoyaron el martes la propuesta de la primer ministro consistente en pedir a la Unión Europea que revise este mecanismo.
Solución realista
El negociador europeo Michel Barnier defendió ante la Eurocámara la red de seguridad acordado y al que tanto el gobierno británico de May como sus 27 socios habían dado su visto bueno en noviembre. «El ‘backstop’ no es un dogma, es una solución realista».
El canciller irlandés, Simon Coveney, había criticado en la mañana el cambio de posición de May, otrora firme defensora del ‘backstop’. «Es como decir en una negociación: ‘Bueno, o me das lo que quiero o salto por la ventana'».
El acuerdo cerrado entre Londres y Bruselas, rechazado por el Parlamento británico, preveía que la red de seguridad sólo se aplicaría si no se alcanzaba una solución mejor para el problema norirlandés en el marco de la negociación sobre la futura relación entre ambos.
Barnier dejó entrever así su disposición a renegociar la declaración política, que acompaña el acuerdo de divorcio y fija las bases de la futura relación, para resolver el escollo del backstop, si la posición británica evoluciona desde un simple acuerdo de libre comercio, como el plan actual.
Además de hablar con Tusk, la inquilina del número 10 de Downing Street también conversó con el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, y debe hacerlo también con el primer ministro irlandés, Leo Varadkar.
¿Táctica política?
Ante el incesante rechazo de los líderes europeos a reabrir la negociación cuando faltan menos de dos meses para la fecha prevista del Brexit -el 29 de marzo-, analistas británicos interpretan que el nuevo movimiento de la primera ministra, conocida por su perseverancia, puede ser una mera táctica política.
«La primera ministra utiliza esto para demostrar finalmente a todos, especialmente a sus más recalcitrantes detractores, que la red de seguridad no puede ser renegociada, por lo que tienen que enfrentarse a la verdad de Brexit: o votan a favor del acuerdo, o votan a favor de un segundo referéndum o votan a favor de un Brexit sin acuerdo», dice Anand Menon, profesor de Política Europea en el King’s College.
Morten Ravn, profesor de Economía en la University College London, coincide: «May probablemente prevé que no puede cumplir lo que promete y hace esto con la esperanza de que el Parlamento acabe apoyando su acuerdo en el último minuto con el fin de evitar un Brexit sin acuerdo».
Este escenario -que según el Banco de Inglaterra dispararía el desempleo y la inflación, provocaría un desplome de la libra y el precio de la vivienda y casi 10% de reducción del PIB- es el más temido por todos, especialmente por los dirigentes empresariales.
Mientras tanto, el presidente de la Comisión Europea llamó a prepararse para todos los escenarios, incluido el peor, es decir la primera salida de un país en la historia de la Unión Europea, sin haber logrado alcanzar un acuerdo.
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