«No corresponde a los Estados definir la naturaleza del régimen de gobierno de otro Estado», dijo enfáticamente este martes el vicecanciller Ariel Bergamino a radio Carve.
Faltando tres meses para las elecciones presidenciales de octubre, el posicionamiento sobre Venezuela se convirtió en manzana de la discordia en la interna del Frente Amplio, coalición de fuerzas de izquierda en la que cohabitan, entre otros, socialistas, comunistas, socialdemócratas y exguerrilleros tupamaros.
Daniel Martínez, un ingeniero ex alcalde de Montevideo que lidera las encuestas individuales de intención de voto hacia octubre con 30%, emitió una respuesta a dichos del ministro de Economía, Danilo Astori — figura fundacional frenteamplista–, en la que califica al gobierno venezolano de «dictadura».
«Sí, compañero Danilo, para la izquierda el tema de los derechos humanos debe ser siempre un imperativo ético. El informe (de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Michelle) Bachelet es lapidario respecto a Venezuela y se trata de una dictadura. Hay que seguir trabajando en una salida negociada y que el centro sean los venezolanos», expresó Martínez (socialista).
«Pepe» Mujica también
El propio exmandatario José Mujica (2010-2015), cuyo sector político MPP fundado por exguerrilleros tupamaros se ha mostrado cercano al chavismo, dijo luego que Venezuela «es una dictadura sí, en la situación que está no hay otra cosa que dictadura», aunque matizó que «dictadura hay en Arabia Saudita (…), hay en Malasia (…) y en la República Popular China», según declaraciones recogidas por la local Radio Universal.
Las afirmaciones de estos dirigentes históricos generaron airadas reacciones dentro de la coalición que gobierna Uruguay desde 2005, en particular el rechazo del Partido Comunista, que apoya explícitamente al gobierno de Maduro.
«Catalogar significa agregar un elemento más a un problema ya lo suficientemente grave», estimó el vicanciller Bergamino, quien dijo que su país trabaja para «promover las condiciones favorables para un diálogo» y reiteró que Uruguay considera que son los venezolanos que deben resolver su «aguda crisis».
Las diferencias internas en el Frente Amplio sobre Venezuela han provocado rispideces que se acentuaron cuando Uruguay decidió apoyar en 2017 la salida de Caracas del Mercosur, cuyo ingreso había apoyado el gobierno de Mujica junto a la argentina Cristina Kirchner y la brasileña Dilma Rousseff cuando Paraguay, el otro socio, estaba suspendido del bloque.
Esa decisión supuso la aplicación del Protocolo de Ushuaia sobre Compromiso Democrático en el Mercosur, que considera que cualquier socio debe tener vigencia plena de sus instituciones democráticas para continuar en el bloque. Ya entonces, el Mercosur consideró que existía una «ruptura del orden democrático» en Venezuela.
Nubes en el horizonte electoral
La oposición política, que en conjunto reúne más intención de voto que el Frente Amplio de cara a octubre, reclama desde hace años que el gobierno uruguayo se pronuncie en contra del gobierno chavista que encabeza Maduro.
El gobierno de Vázquez y su canciller Rodolfo Nin Novoa se han mantenido firmes en su tesitura de llamar al diálogo en Venezuela. Montevideo envió representantes a la asunción de Maduro a comienzos de año luego de unos comicios desconocidos por la mayor parte de la comunidad internacional.
Uruguay desconoció a Juan Guaidó, el legislador opositor que se autoproclamó presidente encargado del país caribeño y fue reconocido por más de 50 Estados. Integra un llamado Grupo de Contacto para la crisis venezolana que es impulsado por la Unión Europea.
Montevideo se retiró a fines de junio de la Asamblea General de la OEA celebrada en Medellín (Colombia) en rechazo a la participación de delegados del líder opositor Guaidó en representación de Venezuela.
El secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, quien llegó a su cargo aupado por Mujica, fue expulsado del Frente Amplio por sus críticas al régimen venezolano.