Internacionales

Argentina: el ciclo populista amenaza con volver a Latinoamérica

Resulta cada vez más complejo explicar esos procesos en los que los ciudadanos entregan el poder a personajes populistas que reparten mal las riquezas de los países pero al final destruyen las economías.

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Foto: AP/Agustin Marcarian

Un reportero de calle abordó a una señora humilde de una región de la provincia en Argentina, a quien le preguntó por qué apoyaba a Cristina Fernández de Kirchner, una ex presidenta que estaba acusada de corrupción. La señora explicaba: “Ella robó y nosotros teníamos para comer. Como decían, «Cristina Kirchner robó a los pobres, robó al país», pero la gente pobre teníamos para comer. Hoy en día no tenemos. Tenemos que laborar día a día para poder tener”.

Las expresiones de la entrevistada no se basan en aspectos ideológicos, le importa muy poco el asunto de la derecha o de la izquierda, de alianzas geopolíticas, de líderes carismáticos o figuras heroicas que han renacido para cumplir una misión histórica. Su prioridad es cuanta posibilidad tiene para acceder a la comida y a los servicios públicos. De allí que esta señora resume su idea de cómo entiende las cosas con una frase: “hoy en día tenemos que laborar día a día. No importa cuánto habrá robado esa señora Kirchner. Cuando gobernaba teníamos para comer”.

Si alguien se pregunta qué es el populismo, la respuesta está muy clara en el sentir de la señora entrevistada. Los líderes políticos que suelen aparecer cíclicamente en América Latina, sólo alinean su discurso a ese pensamiento arraigado en una gran masa de población que existe desde Argentina hasta México, que se ha anidado en muchos años de historia, según el cual, los gobiernos deben ser los grandes proveedores del bienestar de la población por encima del trabajo productivo.

Para quien no vive en Argentina, Venezuela o México resulta complejo entender la dinámica de esos procesos en los que los ciudadanos entregan el poder a estos personajes “populistas” que reparten las riquezas pero, que al final, destruyen las economías.

Así ocurrió en Venezuela, pero en una condición extrema, ya que el populismo se ha extendido por 20 años y de producirse una transición, la gente quizás olvide el drama alimentario de los tiempos de Maduro, pero recordará la riqueza abundante que repartió Hugo Chávez durante sus 10 primeros años de gobierno, hasta que se agotaron los recursos, con el agravante de que al mismo tiempo destruyó las fuerzas productivas sin dejar ninguna obra en pie para el desarrollo futuro.

En Venezuela a diferencia de Argentina no hay procesos electorales libres que permitan un cambio de gobierno en este momento; pero en una presunta transición, las medidas económicas podrían ser muy severas y en poco tiempo, a parte de la población podría serle difícil entender la razón de por qué debe pagar los servicios y trabajar para comer. En ese dilema puede volver la mirada hacia aquel populismo abundante.

El caso argentino

Refiriendo el proceso argentino y buscando las similitudes, podemos resaltar que los Kirchner en el poder incurrieron en escandalosos actos de corrupción, se convirtieron en magnates millonarios y fueron protagonistas de escándalos que terminaron en los tribunales de justicia. Sin embargo es necesario diferenciar esos gobiernos que estuvieron por al menos 12 años en el poder con el chavismo venezolano.

El populismo argentino, si bien fue un importante aliado de Hugo Chávez y de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba), de los Castro, del Foro de Sao Paulo y la alianza internacional de Cuba, Rusia, China e Irán contra las democracias, en ese país no se hicieron grandes expropiaciones, se respetó la propiedad privada, no se atacó a la empresa privada como en Venezuela y no se destruyeron los campos productivos.

La persecución política en Argentina no alcanzó los niveles que hay en Venezuela, los resultados electorales fueron respetados para producir los cambios de gobierno y los poderes públicos han funcionado en un nivel aceptable. (Además, los temidos militares que en el pasado fueron responsables de unos 30 mil asesinatos y desapariciones de ciudadanos argentinos, se han mantenido fuera del poder político, al contrario de lo que ocurre en la Venezuela chavista).

Sin embargo, la gente en el resto del continente se asombra y se pregunta ¿cómo es eso que los argentinos votaron a favor de quienes saquearon las riquezas del país?

Otro argentino entrevistado a la salida de una conferencia en Córdova sobre lo ocurrido en Argentina con el triunfo del peronismo en estas elecciones primarias con 15% por encima del sector de Mauricio Macri, despeja algunas incógnitas. Se trata del reconocido economista Salvador Di Stefano a quien el entrevistador le pide que explique el triunfo del peronista “Frente de Todos” con Alberto Fernández sobre el del presidente Mauricio Macri “Juntos por el Cambio”.

En su pregunta, el reportero le pide que aclare, solo basado en números macroeconómicos de ambos gobiernos, cómo cerró la inflación con Cristina Fernández de Kirchner y cómo cerró con Macri.

Di Stefano le precisa al reportero que la economía no se puede entender solo con números. En efecto, la inflación cerró con Cristina Fernández en 2015 en 25% y con Macri ya va en 54,6%. Visto así, sería suficiente para entender por qué el pueblo le dio las espalda al presidente “liberal”.

Pero entonces explica que Cristina heredó de su esposo Néstor Kirchner una economía con reservas económicas aceptables, y una balanza a favor con cierta estabilidad económica. Pero una vez en el gobierno comenzó con el subsidio de la energía, del gas y de los combustibles, las tasas de interés y otros beneficios, basados en cierto boom económico que se vivía en esos años. Fueron ocho años de populismo, resalta el economista. Durante ocho años se gastó toda la plata que estaba en las reservas y terminó con un gran déficit en la balanza de pagos. De haber seguido en el poder el resultado hubiese sido como el de Venezuela: “no hubiera sido posible seguir con el abastecimiento de electricidad, gas y combustible en el tiempo. Un país inviable”.

Cuando Macri asumió el poder, la economía mundial pasaba por un momento de gran liquidez que el líder argentino pensaba se iba a mantener, señala Di Stefano. Por eso retardó las medidas económicas necesarias para corregir el déficit dejado por su predecesora. Pensó que era posible demorar el ajuste, así que se endeudó en 92.000 millones de dólares. Pero la situación internacional cambió y al final tuvieron que recurrir al Fondo Monetario Internacional y en los últimos dos años de mandato tuvo que tomar las medidas.

“En 9 meses hizo el ajuste económico. La macroeconomía logró equilibrio fiscal pero en la microeconomía la gente la está padeciendo. Aumentó la luz y el costo de la vida. Aumentaron los colegios y el dólar se duplicó. Cuando asumió Macri la presidencia se encontró con un modelo económico que había que recuperar; pero siguió gastando con fondos del exterior. Ahora todos tenemos que trabajar más horas para producir en los niveles que antes disfrutábamos. Fueron 12 años de populismo pero Macri no hizo lo que tenía que hacer”.

La alianza populista

En 2007 cuando Cristina Fernández salía de Argentina se encontraba con sus vecinos que todos eran sus aliados: Pepe Mujica en Uruguay, Michelle Bachelet en Chile, contaba con el apoyo de Lula Da Silva en Brasil, el de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador o el de Hugo Chávez en Venezuela; es decir con la izquierda latinoamericana. Ahora se encuentra al lado de presidentes de derecha. El mapa cambió, resalta Di Stefano.

Es de recordar que esa alianza igualmente se tradujo en importantes negocios entre aliados que terminaron en grandes escándalos de corrupción como el de Odebrecht, el caso de la valija de Antonini Wilson (recientemente reabierto) y los negocios con la exportación de alimentos con sobreprecios hacia Venezuela.

Se recuerda el caso de las 3 mil vaquillas intercambiadas por 8 millones de barriles de fuel oil y un millón de barriles de gasoil; negocio que terminó en millonarias pérdidas para Venezuela dado que muchas de las vaquillas fallecieron en el trayecto y el resto no se adaptó al clima venezolano.

Entre 2005 a 2008, como recoge Infobae, en un recuento de aquellos aportes, el ministerio de Economía de Venezuela compró bonos por al menos 5.600 millones de dólares (Boden 12, Boden 2015, Bonar 10 y Bonos del Sur) ya que Argentina tenía el mercado de deuda cerrado y esta compra ayudaba a aliviar el déficit fiscal generado por los excesivos gastos de los Kirchner.

“Recordar a Hugo Chávez es recordar a quien nos ayudó en momentos difíciles de la Argentina”, expresó Cristina Fernández luego de la muerte de quien fuera su principal mecenas.

Varias de esta figuras que fueron beneficiadas y participaron en el festín de recursos proporcionados por el petróleo venezolano como Rafael Correa, Lula Da Silva y la propia Cristina Fernández, enfrentan procesos judiciales en sus países. La actual senadora y candidata a vicepresidenta está procesada en 13 causas que le siguen la Fiscalía, la Unidad de Información Financiera y la Oficina Anticorrupción; cinco de las cuales ya finalizaron la etapa de instrucción; otras están en fase oral. Pero en otros casos los procesos ni siquiera comenzaron.

Como destaca el economista argentino Di Stefano, la situación continental ha cambiado y la bonanza de sus antiguos aliados se ha extinguido. De ganar la presidencia el candidato del populismo, el peronista Alberto Fernández deberá continuar con las medidas económicas para recuperar al país. Ya ha hablado de la necesidad de pagar la deuda argentina y se ha desmarcado de Nicolás Maduro reconociendo que en Venezuela existe un régimen autoritario; un régimen que ha cometido abusos y para ello cita el reciente informe de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos para la Organización de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, sentenciando que Nicolás Maduro no garantiza la institucionalidad.

De manera que, aunque Diego Maradona, el chavismo en Venezuela y los sectores humildes, que aspiran a que regresen los grandes subsidios, han celebrado ese triunfo peronista en Argentina; pero los tiempos de aquella bonanza terminaron. Por más populismo que se arraigue en el peronismo, el pragmatismo político deberá privar por la falta de recursos y de aquellos flujos de riquezas resultantes de la corrupción en la que Venezuela era el principal proveedor.

Esta tendencia en ciertas corrientes socialistas y populistas del continente, de deslindarse de lo que ahora consideran como un gobierno autoritario que no respeta los Derechos Humamos, se observó en el último Foro de Sao Paulo en Venezuela en el cual varios países evitaron su presencia oficial y organizaciones de izquierda importantes se desmarcaron de Maduro. Si bien con México y Argentina renacen populismos, la situación mundial y la crisis venezolana no proveerán de las condiciones económicas para financiar otra década similar. twitter@folivares10

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