El ataque iraní con misiles contra bases militares iraquíes en las que hay soldados estadounidenses fue una respuesta calibrada con cuidado y que podría calmar los ánimos y alejar la amenaza de escalada entre Teherán y Washington, coinciden expertos.
Tras haber prometido vengar la muerte de Qasem Soleimani, el artífice de su estrategia en Oriente Medio, Irán lanzó 22 misiles contra bases de la coalición internacional que albergan a soldados estadounidenses en Irak.
Un día después del funeral del general iraní, en el que una inmensa multitud reclamó venganza, Teherán atacó poniendo especial cuidado en los símbolos: sus disparos se produjeron a la hora exacta en la que un ataque con dron acabó con la vida del general Soleimani, cinco días antes en Bagdad.
Con todo, al parecer los tiros iraníes no dejaron ningún muerto, ni entre los militares estadounidenses ni entre sus socios extranjeros. «La evaluación de daños y víctimas está en marcha. ¡Hasta ahora, todo bien!», tuiteó el presidente estadounidense, Donald Trump.
«No buscamos una escalada o la guerra», aseguró por su parte el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohamad Javad Zarif, que precisó que las represalias «proporcionadas» de la noche habían «terminado». No obstante, el guía supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, consideró que esta «bofetada» a Estados Unidos no era «suficiente para este caso».
Según varios analistas, el gobierno iraní se apresuró a responder para contentar a su opinión pública. Eso sí, lo hizo mesurando su respuesta para evitar desencadenar una confrontación a gran escala con su archienemigo.
«Con estos ataques, Teherán mostró su capacidad y su determinación para responder a los ataques estadounidenses, salvando la cara, pero poniendo cuidado al elegir sus objetivos para evitar causar víctimas y provocar, así, una reacción de Trump», apuntó Annalisa Perteghella, especialista en Irán en el instituto de análisis geopolítico italiano Ispi. «Ahora, la pelota está ahora en el campo estadounidense».
«Los iraníes intentaron la cuadratura del círculo, un ataque muy proporcionado cuya naturaleza no busca necesariamente provocar la respuesta prometida por Trump», indicó por su parte François Heisbourg, experto de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS, por sus siglas en francés).
«Claramente una señal»
«Del lado iraní, esto es claramente una señal de interrupción del proceso de escalada. La verdadera cuestión ahora es saber lo que hará Trump», que prometió que comparecería el miércoles, subrayó.
Con todo, varios analistas sostienen que cabe esperar que Teherán continúe con sus actividades de desestabilización en la región a través de sus supletorios.
«La respuesta iraní son fuegos artificiales, hace creer que se trata de una respuesta, porque ellos no tienen interés en echar más leña al fuego. Lo que hay que esperar ahora es la puñalada por la espalda, que vendrá más tarde», afirmó Thomas Flichy de La Neuville, investigador asociado en la universidad de Oxford.
«Nadie desea una confrontación a gran escala, ni Trump, por razones electorales, ni tampoco de lado iraní, pues Teherán no tiene los medios, ni económicos ni militares. Pero este tipo de situación puede desbordarse. Los riesgos son altos», advirtió Marc Finaud, exdiplomático francés y experto del centro de reflexión Geneva Center for Security Policy.
Con los bombardeos, «los iraníes limpian su nombre, lo que es un factor muy importante, debido al valor de Soleimani. La cuestión es saber si eso les bastará», apuntó John Raine, experto en geopolítica en el centro de reflexión británico International Institute for Strategic Studies (IISS), temiendo que Teherán se plantee «ataques contra intereses estadounidenses en otras partes de la región, especialmente en países en los que Irán tiene influencia».