En 1986, al salir de un cine, un disparo mató al entonces primer ministro sueco, Olof Palme. La policía sueca finalmente pudo dar con el asesino: supuestamente fue Stig Engström, un publicista que murió hace 20 años
Finalmente, 34 años después, la fiscalía y la policía sueca resolvieron quién mató a balazos a Olof Palme, su primer ministro, una noche de 1986. Según sus investigaciones fue Stig Engström, quien murió en 2000 sin ser, ni siquiera, acusado.
Engström, autor señalado del crimen, era un publicista que trabajaba cerca del lugar donde se encontraba el primer ministro esa noche. En esa época solo fue interrogado como testigo.
La imposibilidad de presentar cargos contra Engström, porque está muerto, implica el cierre de la investigación, señaló el fiscal Krister Petersson.
«Creo que hemos llegado tan lejos como se podía pedir a la investigación», afirmó.
El jefe de la investigación policial, Hans Melander, reveló cómo fue que dieron con Engström. Ocurrió cuando un nuevo grupo de policías se ocupó de las pesquisas, hace tres años. Ellos se interesaron en el publicista, al que llamaron «el hombre de Skandia», por la aseguradora para la que trabajaba.
«Encontramos a una persona que no cuadraba en el resto de la fotografía del crimen. Sus informaciones no se correspondían con las del resto de testigos», dijo Melander.
Olof Palme murió la noche del 28 de febrero de 1986, cuando volvía caminando a su casa después de ir al cine con su esposa, Lisbet. El asesinato conmovió a toda Suecia, un país desacostumbrado a los crímenes. La conmoción solo fue superada por el estupor de la ineficiencia policial para investigar el crimen.
Según explicó Pettersson, la vestimenta que llevaba la noche del crimen Engström -que se presentó como testigo e hizo declaraciones a varios medios- coincide con las descripciones dadas por varias personas que vieron salir corriendo al supuesto asesino.
Ninguno de los testigos situó a Engström en el lugar del crimen de Olof Palme.
Engström pertenecía a un club de tiro y criticaba a Palme públicamente. Petterson lamentó que no haya pruebas técnicas que lo vinculen con el crimen.
La pista del «hombre de Skandia», que no fue considerado relevante en la fase inicial de la investigación, se reactivó hace dos años gracias a un reportaje, al que luego siguió un libro, del periodista Thomas Pettersson.
En los últimos dos años, la policía tomó muestras de ADN a familiares de Engström e interrogó a conocidos. Sin embargo, muchos de los allegados del ahora sospechoso lo consideran incapaz de un crimen. Por otra parte, las pruebas tampoco parecen ser concluyentes.
La investigación del asesinato de Palme ha estado rodeada de escándalos e incompetencia desde la misma noche del crimen. A lo largo de los años se ha apuntado a distintas autorías. Entre ellas figuran el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, los servicios secretos sudafricanos o una conspiración de círculos policiales vinculados a la extrema derecha.
El único condenado por el caso, el delincuente común Christer Pettersson, contra el que un tribunal dictó cadena perpetua en julio de 1989, fue absuelto meses después por falta de pruebas.
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