«Tengo que manejar», contó a la AFP Lázaro Interiano, un inmigrante salvadoreño de 52 años lleva 17 años en Estados Unidos y que trabaja en la construcción. Para ir a trabajar tiene que conducir todos los días y por eso vive con temor. Algo normal si estas en la lista de indocumentados.
«Acá los buses son bastantes escasos y tenemos que manejar de una manera u otra», explicó.
Como él, unos 300.000 migrantes irregulares pueden beneficiarse de este permiso especial en Virginia, una iniciativa que ya existe en 15 estados de Estados Unidos, más el Distrito de Columbia.
«La vida es increíblemente difícil aquí en Estados Unidos sin un vehículo», contó a la AFP Luis Aguilar, un inmigrante de origen mexicano que es el director para Virginia de CASA, una organización que ayuda a los indocumentados.
Al ver que en otros estados que han aprobado este beneficio los migrantes han registrado tasas de fracaso del 90% en las pruebas para obtener la licencia, CASA decidió ayudar a los indocumentados con el papeleo, pero también ofreciendo clases que debido a la pandemia se realizan de forma virtual.
Una de las grandes dificultades es la barrera del idioma, pero también hay obstáculos por las diferencias culturales y educativas: muchos de los migrantes son analfabetos y sólo se guían por los símbolos.
Vivir con miedo a una deportación
Mary Valera, una de las profesoras contó que los migrantes que conducen sin licencia «se sienten en una prisión».
«Piensan que los van a detener y los van a sancionar, lo primero que se les viene a la mente es una deportación«, contó a la AFP.
Muchas de alumnas que toman la clase son mujeres, por la forma en la que están estructuradas las familias, ya que a menudo los hombres trabajan en la construcción y se las arreglan para tener una licencia de otro estado.
Las mujeres «antes no necesitaban la licencia porque trabajaban en limpieza y pasaban a buscarlas», contó Mary que explicó que así van poder a acceder a mejores empleos. «Antes no querían arriesgarse», dijo.
Para Luis este permiso para los indocumentados es equivalente a las oportunidades a las que él pudo acceder cuando recibió el estatuto de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), un beneficio migratorio otorgado por el gobierno demócrata de Barack Obama en 2012.
«Es un cambio de vida», resumió Luis que explicó que para muchos migrantes esto representa una oportunidad de acceder a mejores trabajos y a otro nivel de ingresos.
Estigma y miedo
El estado de Virginia – que colinda con la ciudad de Washington – atrajo a un gran flujo de migrantes, sobre todo latinoamericanos en la década de 1980 y 1990. Cerca de la capital estadounidense hay medios de transportes, pero el precio de la vivienda es más alto.
Por eso muchos inmigrantes se alejan del centro urbano y de los transportes para vivir, pero deben trasladarse todos los días a trabajar. Entonces conducir se convierte en algo imprescindible y muchos se arriesgan en el proceso, aunque estén indocumentados.
«Ellos están arriesgando continuamente su propia seguridad porque si son detenidos por un control pueden terminar en el sistema de justicia», contó Luis.
«Esto es una vía para la deportación», indicó recordando el caso de una migrante fue parada en un control de rutina y que tenía una luz dañada. Tras un periplo judicial terminó de vuelta en su país.
Emilio Crosby, un voluntario de la organización AmeriCorps que trabaja con CASA en Virginia ayudando a los migrantes con la documentación, contó que la gente que llega muchas veces «tiene miedo» y que hay un «estigma» en la comunidad.
Miedo indocumentado
En algunas ocasiones, las personas que vienen le consultan sobre si pueden realizar el trámite si tienen una orden de deportación pendiente, ya que tienen miedo que la oficina del tránsito transmita esta información al Servicio de Migraciones.
«En esos casos los referimos a un abogado», dijo Crosby.
Para Aguilar la «autoestima» de la comunidad latina ha sido herida en muchas ocasiones. Por eso, por lo que el programa busca enviar un mensaje de que hay un respaldo a las personas si fallan en el examen.
«Está bien si uno va una vez y fracasa, pueden volver y nos aseguraremos de que practiquen», concluyó.