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Amnistía Internacional comprueba brutal masacre de los talibanes

Según la investigación, seis hombres recibieron disparos y tres fueron torturados hasta la muerte, incluido uno que fue estrangulado con su propia bufanda y le cortaron los músculos del brazo. La masacre ocurrió en julio

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Talibán
EFE

Los combatientes talibanes masacraron a nueve hombres de etnia hazara después de tomar el control de la provincia afgana de Ghazni en el mes de julio, publicó este 19 de agosto Amnistía Internacional, en una investigación.

Los hazara son un grupo étnico de lengua persa que reside en la región central de Afganistán y el noroeste de Pakistán.

De acuerdo con la publicación, los investigadores sobre el terreno hablaron con testigos presenciales que dieron desgarradores relatos de los asesinatos, que tuvieron lugar entre el 4 y el 6 de julio en la aldea de Mundarakht, distrito de Malistan. Seis hombres recibieron disparos y tres fueron torturados hasta la muerte, incluido uno que fue estrangulado con su propia bufanda y le cortaron los músculos del brazo.

Los investigadores creen que se trata de una pequeña fracción del número total de muertos infligidos por los talibanes hasta la fecha, ya que el grupo ha cortado el servicio de telefonía móvil en muchas de las áreas que han capturado recientemente, controlando qué fotografías y videos se comparten desde estas regiones.

Amnistía Internacional entrevistó a testigos presenciales y examinó las pruebas fotográficas posteriores a los asesinatos en la aldea de Mundarakht.

Los casos

El 3 de julio de 2021, se intensificaron los combates en la provincia de Ghazni entre las fuerzas del gobierno afgano y los talibanes. Los aldeanos contaron a Amnistía Internacional que huyeron a las montañas, a los iloks tradicionales, sus tierras de pastoreo de verano, donde tienen refugios básicos.

Había poca comida para las 30 familias que huyeron. A la mañana siguiente, el 4 de julio, cinco hombres y cuatro mujeres regresaron a la aldea para recoger suministros. A su regreso, descubrieron que sus casas habían sido saqueadas y que los combatientes talibanes los acechaban.

Un hombre, Wahed Qaraman, de 45 años, fue sacado de su casa por combatientes talibanes que le rompieron las piernas y los brazos, le dispararon en la pierna derecha, le quitaron el pelo y le golpearon la cara con un objeto contundente.

Otro hombre, Jaffar Rahimi, de 63 años, fue brutalmente golpeado y acusado de trabajar para el gobierno afgano, después de que le encontraran dinero en el bolsillo. Los talibanes lo estrangularon con su propia bufanda. Tres personas involucradas en el entierro de Rahimi dijeron que su cuerpo estaba cubierto de hematomas y que los músculos de sus brazos habían sido cortados.

A Sayed Abdul Hakim, de 40 años, lo sacaron de su casa, lo golpearon con palos y culatas de rifle, le ataron los brazos y le dispararon dos veces en la pierna y dos en el pecho. Luego, su cuerpo fue arrojado junto a un arroyo cercano.

Un testigo ocular, que ayudó con los entierros, dijo a Amnistía Internacional: «Le preguntamos a los talibanes por qué hicieron esto y nos dijeron: ‘Cuando llega el momento del conflicto, todos mueren, no importa si tienes armas o no. Es la época de la guerra».

Durante la matanza de dos días, otros tres hombres, Ali Jan Tata (65), Zia Faqeer Shah (23) y Ghulam Rasool Reza (53), fueron emboscados y ejecutados cuando abandonaban los iloks e intentaron pasar por Mundarakht, para llegar a sus hogares en la cercana aldea de Wuli.

En Mundarakht, fueron detenidos en un puesto de control de los talibanes, donde fueron ejecutados. Ali Jan Tata recibió un disparo en el pecho y Rasool recibió un disparo en el cuello. Según testigos, el pecho de Zia Faqeer Shah estaba tan acribillado a balazos que lo enterraron en pedazos. Los cuerpos de los hombres fueron arrojados al arroyo junto a Sayed Abdul Hakim.

Mataron a ancianos y enfermos

Otros tres hombres también murieron cruelmente en su aldea natal. Testigos presenciales dijeron a Amnistía Internacional que Sayeed Ahmad, de 75 años, insistió en que los talibanes no le harían daño porque era un anciano y que tenía la intención de regresar para alimentar a su ganado. Fue ejecutado con dos balas en el pecho y otra en el costado.

Zia Marefat, de 28 años, sufría de depresión y rara vez salía de su casa en Mundarakht. Se negó a irse después de que los talibanes tomaron el control de la aldea el 3 de julio, pero finalmente lo hizo después de que su madre y otras personas lo instaran a huir por su propia seguridad. Sin embargo, mientras caminaba solo hacia el ilok, fue capturado por los talibanes, quienes lo mataron de un tiro en la sien.

Karim Bakhsh Karimi, de 45 años, que tenía una enfermedad mental no diagnosticada que le hizo actuar de forma errática, no huyó con el resto de los aldeanos. También recibió un disparo, al estilo de una ejecución, en la cabeza.

Esta investigación se publica dos días después de que el régimen talibán diera una rueda de prensa en la que sus voceros quisieron enviar un mensaje de tolerancia,

Los principales mensajes enviados a la comunidad internacional pasaron por el deseo de mantener relaciones pacíficas con otros países y el respeto a los derechos de las mujeres, aunque siempre «en el marco de la ley islámica».

«No queremos que nadie se vaya del país», dijo el portavoz de los talibanes, Zabihullah Mujahid. «Tampoco queremos que los jóvenes abandonen Afganistán. Estos son nuestros activos».

«Va a haber una amnistía. No habrá ninguna venganza», señaló Mujahid al tiempo que extendía este perdón a todos los afganos que trabajaron con las fuerzas estadounidenses y sus aliados en el país.

Si quieres leer la investigación completa de Amnistía Internacional, puedes hacerlo haciendo clic aquí.

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