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Sangrienta lucha por el poder en Sudán ya suma 56 muertos

Dos generales se disputan el control de Sudán, uno de los países más pobres del mundo, en una cruenta guerra que estalló este sábado 15 de abril

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Sudán
AFP

Al menos 56 civiles murieron, entre ellos tres empleados de la ONU, en las últimas 24 horas en Sudán, en donde el ejército y un poderoso grupo de paramilitares se enfrentan este domingo por segundo día consecutivo.

La violencia estalló el sábado en medio de una lucha por el poder entre los dos generales que protagonizaron el golpe de Estado de 2021.

El domingo, el ejército regular y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) se enfrentaban con armas pesadas en los suburbios del norte de la capital, Jartum, y en el sur de la ciudad, según testigos.

Ambos bandos anunciaron la apertura de corredores humanitarios a las 14H00 GMT y durante tres horas, para poder evacuar a los heridos.

Los habitantes de Jartum, que se quedaron sin agua ni electricidad, viven desde hace 24 horas atrincherados en sus casas, mientras en las calles se libran combates callejeros con armas pesadas.

«Los disparos y las explosiones no paran», dijo Ahmed Hamid, un habitante de 34 años de un suburbio del norte de Jartum.

Los combates se concentran en la capital y en Darfur, al oeste del país. Una red de médicos prodemocracia dio un balance de 56 civiles y «decenas» de combatientes muertos, y más de 600 heridos.

El Programa Mundial de Alimentos anunció la suspensión de sus operaciones en el país tras la muerte el sábado de tres empleados que trabajaban para esta agencia especializada de Naciones Unidas.

Rivalidad entre dos generales

El conflicto lleva semanas gestándose, impidiendo un acuerdo político en uno de los países más pobres del mundo. Desde la revuelta popular que derrocó a Omar al Bashir en 2019, Sudán intenta celebrar sus primeras elecciones libres tras 30 años de dictadura.

Durante el golpe de Estado que puso fin a la transición democrática en octubre de 2021, el jefe del ejército, Abdel Fatah al Burhan, y el jefe de las FAR, el general Mohamed Hamdan Daglo, conocido como «Hemedti», unieron sus fuerzas para expulsar a los civiles del poder.

El jefe del Ejército, Abdel Fattah al-Burhan y el paramilitar y comandante de las Rapid Support Forces, general Mohamed Hamdan Daglo (Hemedti) (AFP)

Pero la rivalidad entre los dos generales degeneró en violencia el sábado. Ambas partes culpan a la otra de la violencia y afirman controlar lugares clave de la capital.

Daglo anunció la toma del aeropuerto internacional de Jartum y del palacio presidencial, pero el ejército asegura que los sigue controlando.

Irreconciliables

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, llamó a los dos generales para exigir «un cese inmediato de la violencia».

La Unión Africana (UA), anunció que el presidente de la Comisión, Moussa Faki Mahamat, viajará «inmediatamente» a Sudán para encaminar a ambas partes hacia un cese el fuego.

La Liga Árabe, a petición de Egipto y de Arabia Saudita, celebrará una reunión de emergencia el domingo para discutir de la situación.

Países como China, Reino Unido, Rusia o miembros de la Unión Africana e Unión Europea hicieron un llamado de alto el fuego.Y el papa Francisco urgió a retomar el diálogo en el país.

Pero de momento, los dos generales no parecen dispuestos a dialogar. «Burhan, el criminal, debe rendirse», declaró en una entrevista con la red emiratí Sky News Arabia, Hemedti.

El ejército, por su parte, publicó en Facebook un «aviso de búsqueda» contra Hemedti. «Este criminal fugado está buscado por la justicia», rezaba el mensaje.

El último episodio de violencia se suma a la represión de las manifestaciones a favor de la democracia que han sacudido el país en los últimos 18 meses y dejaron más de 120 civiles muertos.

La disputa entre ambos generales bloquea la transición democrática exigida por la comunidad internacional para reanudar su ayuda a Sudán, uno de los países más pobres del mundo.

Burhan, un soldado que ascendió en las filas bajo el gobierno del ahora encarcelado general islamista Bashir, aseguró que el golpe de 2021 era «necesario» para incluir a más facciones en la política.

Daglo, por su parte, calificó el golpe de «error» porque no logró producir cambios y reactivó algunos elementos del régimen de Bashir, derrocado por el ejército en 2019 tras protestas masivas.

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