Invasión en Ucrania

Reabren escuela ucraniana y obligan a los niños a oír el himno ruso

En Volnovaja no hay servicio eléctrico y está completamente militarizada. Pero Rusia, que tomó la ciudad hace un mes, quiere regresar a la normalidad lo antes posible

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AFP |Andrey BORODULIN / AFP

En el patio de la escuela de la pequeña ciudad ucraniana de Volnovaja, al sureste del país, destruida por los combates y ocupada por las tropas invasoras, el himno nacional de Rusia recibe a los alumnos bajo la mirada de soldados armados.

En Volnovaja no hay electricidad ni cobertura telefónica como consecuencia de la guerra, pero Rusia ha decidido reabrir la escuela. Así, varias decenas de niños forman filas para la ceremonia de «vuelta a clases», un mes después de que esta ciudad cayera en manos del ejército ruso y de sus aliados separatistas.

Periodistas de la agencia AFP en Volnovaja constataron la falta de servicios básicos. La visita fue organizada por el ejército ruso.

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A Russian soldier stands guard on April 11, 2022, in Volnovakha in the Donetsk region. The picture was taken during a trip organized by the Russian military. (Photo by Alexander NEMENOV / AFP)

Las numerosas casas destruidas de Volnovaja son el testigo mudo de la batalla por la ciudad, a medio camino entre la capital separatista de Donetsk y el puerto de Mariúpol, que lleva un mes y medio bajo el asedio de las fuerzas rusas.

En toda la ciudad se ven casas destruidas. Foto Alexander NEMENOV / AFP

Volnovaja, que tenía unos 20.000 habitantes antes de la guerra, fue «liberada» de los «neonazis» ucranianos, según el lenguaje que emplea Rusia, y la vida debe seguir su curso.

«¡Es hora de aprender. Dénse prisas, niños!», grita a sus compañeros de clase una niña pequeña de mejillas rosadas, con un micrófono en la mano y trenzas blancas en el pelo.

Los responsables del colegio se encuentran detrás de ella, junto a una bandera rusa y otra de los separatistas. Más lejos, pero bien visible, un soldado con pasamontañas y casco vigila la escena, con una metralleta en sus manos.

Los soldados rusos vigilan toda la ciudad, incluso las escuelas. Foto Alexander NEMENOV / AFP

Cuando suena el himno de Rusia, cuya música fue heredada de la Unión Soviética, los niños escuchan pero no cantan, ya que no se saben la letra. Algo que también les pasa con el himno de los separatistas.

«Rusia, nuestra patria sagrada (…) Una poderosa voluntad, una gran gloria — ¡Son tu herencia por toda la eternidad!», resuena por los altoparlantes, uno de los pocos aparatos eléctricos que funcionan.

Sobrevivir al horror

La conquista de Volnovaja el 11 de marzo permitió a Rusia rodear Mariúpol por el norte, un puerto estratégico en el mar de Azov que ya era atacado por el este y el oeste.

Lea también: Mariúpol, la ciudad donde la crueldad rusa se tatúa en los rostros infantiles

Antes de eso, y durante dos semanas, las defensas ucranianas de la ciudad sufrieron importantes ataques.

Un mes después de la toma de Volnovaja, los escombros cubren las calles y muchas casas, comercios e infraestructuras civiles se encuentran en ruinas. Frente a un hospital destruido, los árboles están cortados en dos por la metralla.

La escuela Nº 5, situada en el centro de la ciudad, también fue blanco de bombardeos, y muchas aulas han desaparecido.

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Las escuelas de Ucrania sufrieron mucho con la invasión rusa. Foto Genya SAVILOV / AFP

«Sobrevivimos al horror, hubo terribles bombardeos», cuenta Liudmila Jmara, de 52 años, una trabajadora de la escuela. Pero ella prefirió quedarse porque «donde mejor se está es en casa».

Ella dice querer que Volnovaja forme «parte de Rusia» y que nadie la «obligue» a hablar ucraniano, en esta región del Donbás mayoritariamente rusoparlante.

Moscú justifica su intervención militar en Ucrania como un deber de protección de los «rusos» del Donbás.

Vivir «en un agujero»

El ejército ruso no deja nada al azar, ni siquiera ante la ausencia de resistencia armada: carros blindados y vehículos militares rusos decorados con la letra «Z» patrullan la ciudad entre civiles en bicicleta.

La ciudad está completamente militarizada. Foto Alexander NEMENOV / AFP

El hospital municipal funciona a medio gas a pesar de los numerosos daños y la falta de electricidad.

En la penumbra, una enfermera, Natalia Nekrasova-Mujina, de 46 años, afirma que los pacientes (tanto niños, adultos y mayores) vienen sobre todo con heridas provocadas por explosiones de obuses.

La vida para los vecinos que se quedaron sigue siendo una supervivencia.

«No tenemos ni gas, ni agua, ni electricidad, ni cobertura telefónica. Vivimos como dentro de un agujero», suelta Liudmila Dryga, de 72 años y jubilada.

Svetlana Shtsherbakova, 59 años, afirma haberlo perdido todo en un incendio que arrasó su casa. «Solo nos llegó ayuda humanitaria una vez», explica con un hilo de voz esta antigua responsable de seguridad de un supermercado.

Un empleado de los ferrocarriles, Anton Varusha, de 35 años, considera que menos de la mitad de los vecinos de su calle regresaron con vida a Volnovaja.

«Aún no sé si me quedaré. Por el momento tengo a mis padres, que son mayores y están enfermos», dice. «Intentamos escuchar diferentes cadenas de radio para entender lo que pasa. Pero es difícil tener otras fuentes de información» sin internet ni electricidad, explica.

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