Migración

Junior Parra conoció el dolor, pero también la bondad como migrante en Perú

Instalado en un mercado, cercano a la terminal de buses a la que llegó a Piura, este joven comunicador social se protegía con cartones, mendigaba comida (le daban principalmente frutas) y tomaba agua de los baños públicos. Esta es la historia de Junior Parra en Perú

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Desesperado, como nos lo confesó cuando lo entrevistamos, el joven periodista Junior Parra salió de su Barquisimeto natal en 2017. Su papá estaba internado en un hospital y se requerían recursos para salvarle la vida. Así emprendió su travesía.

Junior hizo maletas y tomó un bus con mucho convencimiento, pero también acompañado del miedo. A los 21 años nunca había salido del país, pero la necesidad y el amor fueron sus principales motores. Su papá esperaba una operación de corazón con carácter de urgencia. Emprendió viaje a Perú.

La desesperación, en su caso, constituyó esa suerte de punto de inflexión que le impulsó a migrar. Sin opciones de encontrar, dentro de Venezuela, con los recursos económicos necesarios él apostó al cambio, sin tener mucha claridad de todo lo que aquello le generaría.

En su plan, al salir de Barquisimeto, era estar medio año en Perú y regresar. Su regreso, en verdad, se dilató por 5 años. Sólo en 2022 pudo volver de visita. Cuando le entrevistamos para la serie de Radio Migrante, en junio del año pasado estaba de visita en el país.

Salió teniendo en planes llegar a Lima, donde sería recibido por unos amigos. En el ínterin perdió la comunicación con estas personas, se quedó sin dinero y no pudo llegar a la capital peruana. Alcanzó a llegar a Piura, al norte de Perú, exactamente a 485 kilómetros de la frontera con Ecuador.

“A los 10 días de estar allá mi papá murió, no pude lograr el objetivo de operarlo”, sintetiza Junior lo que fue un gran dolor. En medio de una depresión y sin tener nada de dinero, terminó prácticamente en una situación de calle”, contó Junior desde Barquisimeto, ciudad a la que regresó de visita para ver a su mamá luego de cinco años.

Durante varios días estuvo completamente en la calle, sin dinero, sin medios para comunicarse, sin conocidos en Piura, y además estando en medio de la tristeza por la muerte de su padre.

Instalado en un mercado, cercano a la terminal de buses a la que llegó a Piura, este joven comunicador social se protegía con cartones, mendigaba comida (le daban principalmente frutas) y tomaba agua de los baños públicos.

Así pasó una corta, pero muy dura vivencia personal. Providencialmente, y fue así sin exageración, esta situación cambió gracias al apoyo que le dio una señora peruana, quien le rescató.

En Perú, cuenta, ha vivido lo amargo del dolor, pero también la dulzura de la bondad: “Un día estaba sentado en la acera mientras llovía, una señora peruana me llevó a su casa y me consiguió empleo, fue como un ángel. Aún mantengo contacto con ella”.

Su historia de dolor y agradecimiento, sin embargo, no terminó en Piura. Junior decidió mudarse a Lima para estar junto una prima que recién había migrado y le planteó la posibilidad de vivir juntos y de apoyarse mutuamente en la capital peruana.

Un año después, esta prima fue diagnosticada de leucemia y falleció. Este otro hecho doloroso estuvo acompañado de una puerta que se abrió para él y que es la razón por la que decidiera permanecer en Perú.

En la etapa de tratamiento de su prima, Junior nos contó que él la acompañaba: “Yo la llevaba cuatro veces a la semana al hospital y gracias a eso conseguí trabajo allí; primero de mantenimiento y desde hace dos años pasé a la parte administrativa. Las cosas han mejorado desde entonces”.

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