Migración

Tres claves sobre la migración internacional

La migración masiva de venezolanos simboliza la necesidad de migrar, para sobrevivir, como una manera de salvar la vida. Es un cambio sustantivo en la naturaleza del fenómeno migratorio

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En relación a la migración internacional es necesario separar la paja del trigo. Se trata de identificar aspectos medulares, y literalmente, apartarles de una serie de apreciaciones que envuelven a esta temática y que en no pocos casos contaminan la discusión pública o sencillamente desinforman.

La migración no es un fenómeno nuevo

Resulta este un asunto central en la aproximación al estudio de las migraciones. Se trata de comprender el carácter histórico que ha tenido el desplazamiento humano, en distintas épocas y por muy distintas razones. Tal como lo ha apuntado el Doctor Douglas Massey, estudioso de la temática, los seres humanos siempre han migrado, y en el caso de América Latina y el Caribe, como región, ha ocurrido un flujo migratorio histórico hacia Estados Unidos.

Pese a que ha existido como fenómeno social, a lo largo de la historia, es a partir del siglo XX que comienzan a estudiarse de manera más sistemática a la migración. Los años posteriores a la segunda Guerra Mundial fueron determinantes ya que se debió atender a millones de refugiados y migrantes, y también a partir de allí se consolidan entidades globales especializadas, cuyos datos recopilados a lo largo del tiempo permiten tener una fotografía de lo ocurrido a partir del siglo pasado.

La entrada del siglo XXI, junto al empuje de las tecnologías de información y comunicación, así como la modernización y abaratamiento de los medios de transporte internacional, nos muestran una migración que parece irrumpir, pero no podemos perder de vista que, aunque no tengamos imágenes o documentación de otros momentos históricos, en ellos también hubo movilidad humana.

La migración no es masiva (numéricamente), pero resulta indispensable abordarla

Es importante partir de los datos que arrojan estudiosos como Massey o la propia Organización Internacional de Migraciones (OIM). En 2019, existían 272 millones de migrantes y esto representaba un 3,5% de la población mundial. Un cuarto de siglo antes, sumaban 174 millones y representaban el 2,8%. Aunque puedan abundar hoy imágenes, y hayamos presenciado casi que en vivo un éxodo, como el de Siria o más reciente el de Ucrania, estamos ciertamente ante un fenómeno que sí ha crecido, pero se ubica en los parámetros del propio crecimiento de la población global.

Ciertamente hay millones de migrantes en el mundo hoy, pero tampoco podemos soslayar este dato: la gran mayoría de las personas siguen viviendo en el país donde nacieron. Al vivir en América Latina y el Caribe posiblemente nuestro foco e interés se centre en la región, pero también es conveniente poner las cosas en perspectiva. Al contrario de lo que fueron las primeras décadas del siglo XX, como lo precisa Massey, cuando Argentina y Brasil acogieron masivamente a migrantes, la región latinoamericana y caribeña recibe apenas al 4% de la población migrante mundial, de acuerdo con la OIM.

De forma global, nos recuerda la OIM que Estados Unidos ha sido el principal país de destino de los migrantes internacionales desde 1970. Tal como señalamos, ese país por otro lado, ha sido destino preferido para diversas oleadas migratorias latinoamericanas y caribeñas.

La cercanía geográfica junto a la condición de país con una economía avanzada, han colocado al territorio estadounidense como sinónimo del mal llamado” sueño americano” para millones de personas. De acuerdo con cifras del censo estadounidense de 2021, 62 millones de personas se autodefinieron como “latinos” y el 63% de esta cifra se identificaron de origen mexicano.

Sin embargo, tal como lo apunta Massey los “campeones” en la recepción de migrantes en comparación con el tamaño total de su población, son los “PetroEstados” árabes, pero en los cuales prevalece una negación de derechos y se asumen a los migrantes sólo como mano de obra.

Migrar o morir, el dilema vital en el siglo XXI

El doctor Massey al proyectar las tendencias del futuro de las migraciones internacionales aborda de manera sintética lo que a su juicio diferencia al siglo XX del siglo XXI. La clave parece estar en los verbos que usa para uno y otro período; las oleadas migratorias del siglo XX, y en ese caso se refiere a las de México hacia Estados Unidos, el objetivo de esta movilización estaba centrada en mejorar la vida. Quienes dejaban atrás su familia y su país, por lo general hombres, iban en búsqueda de trabajo mejor remunerado, de ingresos económicos que le permitieran mejorar sus condiciones de vida en el país de acogida y asimismo mejorar las condiciones de vida de su familia en el país de origen.

Si la idea clave en el siglo XX era “mejorar la vida”, en el siglo XXI se observa una tendencia que no es otra que escapar de los riesgos, presentes en el país de origen para la vida y el bienestar personal. Acá, diversos expertos ponen sobre el tapete el caso de Venezuela, donde la ausencia de un Estado de Derecho, junto a una violencia generalizada y un “Estado fracasado” ha terminado por expulsar a millones de personas.

Según Massey, en un lapso de cinco años el 10% de la población venezolana salió de su país, un guarismo que le tomó 50 años a México. La migración masiva de venezolanos simboliza la necesidad de migrar, para sobrevivir, como una manera de salvar la vida. Es un cambio sustantivo en la naturaleza del fenómeno migratorio.

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