Opinión

9 recomendaciones para comprar en supermercados del Estado

Yo era de los que decía: jamás haré una cola en el Abasto Bicentenario o en el PDVAL que está cerca de mi vivienda en el noroeste de Caracas. La grave escasez después de la última Navidad (que no se ha precisamente solucionado en los meses posteriores) y la inflación galopante de todo 2014 (mientras mis ingresos permanecen iguales que en 2013) me obligaron a adaptarme o desaparecer.

Publicidad

En todas las elecciones desde 1998 he votado sistemáticamente contra el chavismo, pero no soy tonto (tampoco para dejar de agarrar una señal Wi-Fi gratuita): los supermercados (Hugo Chávez odiaba esa palabra por sus connotaciones capitalistas) del Estado me ofrecen, sin duda, una nada estimable oportunidad de economizar, de salir todavía con bolsas relativamente pesadas por menos de 200 bolívares. A pesar de todas sus deficiencias: hace dos meses, por ejemplo, se volvieron invisibles los paquetes de 800 gramos de avena que vendían apenas a 26 bolívares.

Podría ser útil una guía práctica para todos los que quieran o deban iniciarse en este tipo de compras, o al menos para ilustrar el proceso a los que nunca lo han conocido.

1. No haga cálculos acerca de la hora en que saldrá del establecimiento

Acudir a un Bicentenario no es algo tan simple como “hacer una cola”, sino un proceso integral que puede incluir varias colas: para entrar en el abasto, para tomar los productos básicos (amontonados en el piso en un rincón especificado dispuesto para ello, no colocados en los anaqueles), para pagar e incluso para el chequeo externo de lo que usted compró, que cada vez se ha hecho más minucioso y puede tomar hasta 10 minutos adicionales. Hasta ahora no he constatado que la máquina captahuella haya retrasado de manera notable el proceso, pero en una ocasión el aparato me rebotó y una funcionaria me tuvo que trasladar para comprobar mi identidad en otro punto. Ningún supermercado del Estado abre puntual a las 8:00 am: el pasado viernes, en la cola que hice en el Bicentenario de la Zona Rental, el primer movimiento de la cola general (la que no es de tercera edad, embarazadas y discapacitados) se produjo a las 8:45 am. Predispóngase a perder por lo menos la mitad de un día, aunque no ocurra así, y alégrese por los pequeños logros.

2. Planifique su tiempo para hacer al menos una cola semanal
Una persona me escribió una vez en el Twitter: “Al venezolano le gustan las colas porque es una excusa para no trabajar”. Es una afirmación muy fuerte, pero es importante que haya al menos un miembro de la familia desempleado o con la suficiente flexibilidad de tiempo como para dedicar al menos medio día cada semana a rastrear y comprar productos regulados. Sin embargo, evite las expectativas: no existe ninguna garantía de obtener un producto determinado en alguno de los locales del Estado en un día dado. Descarte patrones predecibles de obtención de bienes. Sea flexible, adaptable y observador. Puede ocurrir que tenga más suerte el que haga una cola corta a las 11:00 de la mañana que alguien que madrugó a las 5:00 y pasó cuatro horas en el Bicentenario. Pero no hay reglas escritas en piedra. Como medida, le dejo mis tiempos del pasado viernes en el Bicentenario de la Zona Rental, en una compra muy pequeña (dos kilos de leche en polvo para el café de mi papá y dos aceites Mazeite): llegada a la cola externa, 6:30 am. Ingreso al supermercado: 8:45 am. Vuelvo a pisar el asfalto de Plaza Venezuela, cegado por el sol: 9.23 am.

3. Los lobos solitarios llevan siempre las de perder

Tengo habilidades sociales extremadamente pobres, algo grave en un país como Venezuela. Generalmente aprovecho el momento de la cola para escuchar el programa de radio de César Miguel Rondón y contar las veces que dice “en fin” o para jugar sudoku, sin embargo, se lo desaconsejo. Aunque a usted le cueste mucho conversar con desconocidos, es recomendable y práctico establecer al menos vínculos mínimos con sus compañeros inmediatos de cola. Es muy simple: usted no sabe en qué momento del proceso integral de compra esos vínculos le serán útiles. Aunque le cueste mucho (tiendo a tener tolerancia cero), sea comprensivo con el que le pide el favor de guardarle el puesto y se aparece como una hora después, justo cuando la cola está a punto de ingresar al supermercado. Si usted va al supermercado solo, como es mi caso, puede ser útil alguien que le cuide el carrito en la cola de pagar mientras usted va a la cola de los productos regulados. No sea sapo.

4. Identifique rápidamente y memorice a sus compañeros inmediatos ubicados antes o después de usted en la cola.

Tiene que ver con el tema ya tocado de la socialización, pero también con la importancia de visualizar su ubicación espacio-temporal dentro de la cola. Es cierto que existe el prejuicio de que el venezolano es propenso a jugar Caribe (andar pendiente de un coleo): de hecho, he constatado que aquí existe la desagradable costumbre de hacer la cola no una persona detrás de otra, sino de medio ladito, como a la caza de cualquier descuido de un vecino. Sin embargo, por otro lado, el venezolano tiene muy arraigado el sentido de justicia y se reprime severamente al que infringe el sagrado orden establecido de llegada. Recuerde que el carrito o cesta de compras no es solo un recipiente, sino un “yo sustituto” que ocupará, en ausencia, su puesto en la cola (IMPORTANTE: siempre pida a otros el favor de vigilar su carrito solitario, sobre todo en caso de llevar productos regulados muy escasos). Evite confusiones que puedan conducir a un potencial linchamiento moral.

5. Dispóngase de buena gana a comprar para otros lo que usted no compró

Por lo general, hago compras no demasiado grandes. Cuando usted no lleva en su cesta o carrito el tope estipulado de productos regulados disponibles en un momento equis (ejemplo, dos aceites, un kilo de leche en polvo, un pollo entero y dos paqueticos de 250 gramos de café), otro usuario, con un 100 por ciento de predictibilidad, le pedirá que los compre para pagárselo “a la salida”. Es una de las maneras que ha ingeniado el venezolano para sortear las regulaciones. Acepte hacer el favor sin mala cara (en mi caso, compro pollo para otros, pues soy vegetariano): recuerde, forma parte del proceso de tejer vínculos sociales que usted nunca sabe cuándo le serán útiles en un futuro. IMPORTANTE: evite hacer la transacción antes de que el funcionario haga el chequeo final entre su factura y los productos que lleva. Por cierto, NUNCA bote su factura hasta rato después de abandonar el local.

6. Vaya ligero y equipado a la vez

Imite la manera en que el escalador Reinhold Messner acomete los picos del Himalaya. Con el equipo mínimo para movilizarse lo más rápido posible, pero sin que falte jamás lo indispensable. También puede hacer el símil de la preparación para un vuelo de avión: de hecho, uno pasa por tantos chequeos, que al salir tres horas después del Abasto Bicentenario o el Pdval, uno tiene por instantes la sensación de estar saliendo del aeropuerto cargado de maletas. Como para todo lo demás en la vida, una buena condición física le será de utilidad. Lleve ropa cómoda. IMPORTANTE: olvide cualquier objeto menos la cédula de identidad: es requisito indispensable para comprar en los locales del Estado. Evite beber demasiada agua antes de salir. Si no desayunó muy temprano (lo que desaconsejo), siempre habrá algún vendedor de café o empanadas en la cola. Algunos hasta cantan coplas.

7. Colabore y ponga buena cara a las cajeras y funcionarios malencarados

Es otra manera de establecer nexos sociales útiles. Acate las órdenes que le sean impartidas. Cuente hasta diez en caso de algún inconveniente y formule sus eventuales quejas de manera respetuosa. Evite alzar la voz, alterarse o pelear. No gaste energías de manera inútil. No menosprecie automáticamente a la típica cajera desaliñada y de vocabulario básico (de vez en cuando, por cierto, uno se consigue todo un bombón con chemise roja). No se arreche con el burócrata parecido a Darío Vivas que al final revisa cada cosa que usted se lleva. En caso de que usted sea opositor al Gobierno, como es mi caso, es sumamente probable que encontrará un compañero ideológico en la cola. En ese caso, no se desboque ni se vaya de lengua muy rápido. Mantenga la moderación y hable en tono bajo. No emita consignas.

8. No se desanime ante una cola demasiado larga

El que se desanima y abandona, pierde. La mecánica de avance de una cola depende de muchos factores que con frecuencia no son externamente visibles, por ejemplo, el número de cajeras habilitadas. Cuando vaya a hacer su cola para pagar, recuerde que no necesariamente la fila más corta es la que avanzará más rápido. En lo personal, tengo la habilidad para meterme siempre, siempre en la cola más lenta. Puede haber, incluso, causales de anulación de una cola: por ejemplo, cuando esta se ha formado en un pasillo no autorizado para ello. He constatado que últimamente hay una nueva figura de autoridad, una especie de comisaria de cola que vigila la adecuada constitución de las filas e indica luego a qué caja debe ir cada persona. De nuevo: es práctico y recomendable acatar las instrucciones de manera respetuosa.

9. Despójese de prejuicios y valoraciones en blanco y negro.

Es falso que todo producto que tenga el corazón de “Hecho en Socialismo” sea necesariamente majunche. Aunque la variedad en los supermercados del Estado generalmente es muy pobre, mantenga los ojos suficientemente abiertos para encontrar pequeños tesoros inesperados en las estanterías. La economía del país está tan extraña, que, por ejemplo, últimamente me sale mucho más económico comprar brócoli y otras verduras en el Abasto Bicentenario que en los camiones de agricultores gochitos que llegan a Caracas una vez por semana.

Publicidad
Publicidad