Opinión

En Táchira juegan a la incertidumbre

El equipo tachirense vive una crisis futbolística que lo ha llevado a abandonar la posición de claro favorito en el Torneo Apertura hasta ubicarse en la zona media de la tabla de posiciones. Tal apuro no ha pasado desapercibido por un poder político dispuesto a pescar en río revuelto.

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Foto: Deportivo Táchira

Dos tuits fueron suficientes para recordarle al hincha y al ciudadano común que acá no hay ley que se respete ni cuerpo que lo permita. El lunes 8 de Diciembre, el gobernador José Gregorio Vielma Mora decidió que era el momento de aparcar su silencio y pronunciarse acerca del mal momento que vive el cuadro atigrado. Hasta ahí todo bien; esto es fútbol -y política- y todos podemos opinar. Lo que no deja bien parado al señor Vielma es su disposición a «tomar medidas extremas».

¿A qué se refiere el gobernador con esa frase? ¿Es que acaso va a entrar él o un pelotón de empleados públicos a convertir los goles que ha errado Gelmín Rivas? ¿Está en condiciones la autoridad pública, electa por la mayoría de los tachirenses, de dictar nuevas pautas defensivas que superen la estrategia del entrenador actual? Las preguntas son válidas, más aún cuando el berrinche sólo duró ese par de tuits.

Usted puede acusarme de valerme del sarcasmo para exponer mis quejas, y puede que tenga razón, pero siento que no hay otra herramienta para enfrentar los alegatos del Sr. Vielma, a quien valga la oportunidad, tengo por un administrador capaz. Pero esto es deporte profesional y las autoridades, sean del chavismo o de la oposición, deben dedicar su tiempo a cosas mucho más trascendentales que a los cambios o las estrategias de Daniel Farías. Lo mismo valdría para el alcalde Carlos Ocariz, pero la autoridad del municipio Sucre hace rato que le dio la extremaución al Deportivo Petare.

Perdone si me equivoco, pero hasta donde sé, y más allá de haber declarado a la institución como «Patrimonio Regional« por el Consejo Legislativo Regional del estado Táchira, este sigue siendo un equipo privado, en el que la mayoría de los fondos salen del bolsillo de la familia Kabchi, y son ellos los que económicamente padecen las malas actuaciones del equipo. No quiero de ninguna manera ningunear el amor que siente el tachirense y muchos otros venezolanos por esa institución pero reitero, hasta dónde lo ampara la ley, aquellos que posean la mayoría accionaria son quienes están facultados para tomar decisiones.

Por ello, y ante el silencio que siguió a los tuits que antes mencionaba, vuelvo a preguntar a qué soluciones hace referencia el mandatario regional. No quiero pensar que por su cabeza pasan opciones como la compra o la expropiación del equipo, ya que las páginas de este balompié están llenas de fracasos y desapariciones de equipos que en un momento sirvieron de trampolín electoral para unos cuantos, y luego cayeron en el más triste olvido, para convertirse en arena del desierto.

La directiva del equipo aurinegro debe tomar decisiones y aplicar correctivos que mejoren al club y hagan honor a su rica historia; ya no valen las excusas que justifiquen el mal juego y los pobres resultados de semejante plantilla de futbolistas. Aún así, y más allá del paquete accionario que pueda detentar la gobernación del estado, no es su directa intervención la que mejorará lo mostrado hasta los momentos.

Ojalá prevalezca la calma y todos los involucrados recuerden el triste episodio del Unión Atlético Maracaibo y su mecenas, aquel que disponía de fondos para dejar una obra que perdurase en el tiempo pero que prefirió bañarse de una gloria que sólo duró cinco minutos.

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