Opinión

Julio Borges y la catadura moral del PSUV

La arremetida que adelanta el gobierno en contra de la Unidad Democrática conoció un eslabón especialmente notorio en la sesión parlamentaria del pasado martes. Nos referimos al debate de la Asamblea Nacional en el cual se debatió la posibilidad de allanarle la inmunidad parlamentaria a Julio Borges, de Primero Justicia, presumiblemente por adelantar actividades conspirativas.

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A Borges se le enrostraron toda suerte de epítetos en aquella sesión. Todo el que haya tenido paciencia y estómago para presenciar debates parlamentarios en Venezuela por televisión tiene que saber que, con cierta frecuencia, en aquellos reductos tiene lugar la puesta en escena de la imbecilidad nacional convertida en hecho público.

A Borges se le acusó de hipócrita, se supone que por su actitud dual frente a las agendas insurreccionales; se le advirtió que el tiempo de la paciencia en el chavismo había expirado y se endilgaron unos cuantos adjetivos. Darío Vivas, directivo de la Asamblea Nacional, le espetó: “hablas de entendimiento y reconciliación porque sabes se te acerca la justicia”.

Está discusión se llevó adelante muy pocos días después de que el alcalde electo de Caracas, Antonio Ledezma, fuera hecho prisionero y trasladado a una cárcel ultimando los detalles de un procedimiento policial despreciable e irrespetuoso, que ha producido una repulsa general en la comunidad internacional.

Si alguna vez Hugo Chávez pudo salirse en la suya engañando incautos en torno a sus verdaderas intenciones y la naturaleza de este régimen político, lo hecho por Nicolás Maduro en sus malhadados dos años de gestión ha hecho que tal circunstancia ruede por los suelos. El pomposamente denominado “proyecto bolivariano” se encuentra, a la fecha, sumido en un descrédito que es ya casi unánime en el mundo.

Esto quiere decir que, con bastante frescura, y pretendiendo siempre que se les tome en serio cuando hablan de libertades públicas y legalidad, en unas cuantas semanas podría el país tener hasta cuatro dirigentes opositores presos, gracias a procesos judiciales que el chavismo ha activado con el control absoluto que tiene sobre los poderes públicos.

Porque mientras a Borges se le tiende la celada que estamos glosando, esos mismos parlamentarios del PSUV que con tanto deleite lo insultan y lo cercan, han tenido mucho celo en vetar y bloquear el desarrollo de investigaciones que coloquen en tela de juicio el discutible horizonte moral de algunos de sus miembros. Con esa conducta inscriben sus nombres dentro de la historia universal de la infamia.

La “letra chiquita” de este debate, el verdadero debate, el de la tragedia nacional, se le escapa, a estas alturas, al grueso de la opinión pública. Los males de Venezuela tienen responsables, tienen causas y tienen soluciones, por mucho que en este momento suene quimérico hablar con transparencia de investigaciones independientes. Por eso es que el argumento de la “guerra económica” todavía puede carburar en algunos sectores minoritarios de este país.

Nada se ha sabido de las ingentes cifras de dinero desperdiciadas en Corpoelec; ni de las empresas fantasmas de Cadivi; ni del millonario desfalco en divisas que han provocado los mandos dirigentes de este gobierno, administradores intransferibles de la hacienda pública, y responsables directos, con sus estúpidas decisiones y su comportamiento corrompido, de la determinante mayoría de los males que aquejan hoy a los venezolanos.

En la Venezuela de hoy escasean los medicamentos; la industria petrolera se ha convertido en una chatarra, y proliferan, como hongos silvestres, toda suerte de mafias regionales vinculadas a la triangulación de materias primas; el tráfico de estupefacientes y el contrabando de bienes esenciales en las zonas fronterizas y las costas. Eso lo sabe el chavismo. No perturba les especialmente.

El problema de la corrupción en el gobierno, uno de los más graves que tiene este país, bascula exclusivamente en los inofensivos dominios del portal de Aporrea. Cada tantas semanas se aparecerá otro analista con tono perspicaz a hacernos la gran revelación del siglo: “hay muchos adecos con boina roja”, dentro del proceso. Mientras esas sean las dimensiones del impacto, no habrá de qué preocuparse.

El problema del gobierno, y de su lamentable bancada parlamentaria, es en este momento uno. Se llama Julio Borges.

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