Opinión

Papel desperdiciado

Desde pequeña aprendí que la mía debía ser única, original, que nadie debería poder imitarla. Dediqué horas y malgasté páginas de la parte de atrás de mis cuadernos a ensayar distintos modos, a practicarla, cambiarla. He tenido por lo menos cinco diferentes. La última vez que la cambié fue un poco antes de venir a Venezuela. Y fue en este país donde me di cuenta de la importancia que tiene esta pequeña marca: la firma.

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Hace unos años hubo un firmazo. Y de ese firmazo salió una lista. Que algunos llaman Tascón, otros Maisanta, según intereses y afinidades políticas. Y de su mal uso, salieron muchos perjudicados. Muchos que, a día de hoy siguen con la carga a sus espaldas.

Pero la tradición de las firmas siguió. Y las piden para los fines más variados. Hace un año las pedían para apoyar ‘La Salida’. Luego las pidieron en los congresos ciudadanos, más tarde para solicitar en la Asamblea Nacional una Constituyente. Firmas, firmas y firmas. Montañas de papeles con firmas. Tantas, que hubo gente que no sabía qué había firmado, si había firmado dos veces, ninguna, qué cosa con qué nombre para qué.

Y ahora, más firmas.

En una esquina de Parque Central, en el lado oeste de Caracas, suena por un megáfono “firme contra el decreto de Obama”. Y dos señores del partido Patria Para Todos (PPT) esperan con una hoja para que usted estampe su rúbrica, clara y firme como la luna, contra el imperialismo mesmo.

Son ellos en su tarantín y otros muchos más en muchas otras esquinas. En la Plaza Bolívar incluso montaron este fin de semana un show con música rap en contra del presidente estadounidense, con caricaturas de Obama preparadas para ser tumbadas con peloticas de goma. Incluso, en un acto de simbolismo patrio, se están recolectando trozos de tela roja, azul y amarilla para hacer la bandera de Venezuela más grande nunca vista.

Todo para evitar la injerencia extranjera en un país minado por petroleras rusas, bielorrusas, chinas, españolas y ¡oh! estadounidenses. Y para evitar que se lleven “nuestro petróleo” cuando al día se mandan para el vecino del norte 750 mil barriles de crudo diarios.

¿Alguien se puso a cuantificar cuántos kilos de papel van ya desperdiciados en recolectar firmas? ¿Cuántos libros, folletines, cartas de amor podrían haber sido plasmados en esas hojas llenas de firmas, nombres, cédulas?

Todo para hacer que Obama derogue un decreto que ni siquiera es contra Venezuela, sino contra 8 de sus ciudadanos. Obama, que hará con esas montañas de papeles llenas de firmas lo mismo que Maduro con las montañas de firmas con cualquier propuesta “ciudadana”. (Capaz esa es una de las razones por las que no se quejan en Miraflores de la escasez de cierto papel).

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