Los que de pronto descubren que tienen razón y que el mundo es como ellos siempre han pensado que el mundo debe ser, aunque nunca se habían detenido a pensarlo, porque claro, ya nacieron sabiéndolo todo y por ello no hace falta pensar.
Los que vieron el aleph y recuerdan, cada cosa del aleph, a la perfección.
Los que siempre con dos frases casi aforísticas y supremamente irónicas y sarcásticas van a resumir el conocimiento absoluto del Universo que está en su alma.
Los que saben lo que tú no sabes.
Los que surgieron de la luz de la libertad de expresión y de la igualdad digital.
Los que abrazaron a la Gran Madre Activismo o, si se prefiere, a la Gran Madre Causa.
Los que hablan de la postverdad.
Los que dicen situación-país.
Los que saben mucho de cine.
Los que son expertos en gastronomía, diletantes, sibaritas que escriben libros.
Los que defienden lo mediocre simplemente para llevarle la contraria a un montón de exquisitos mediocres.
Los que atacan lo que es realmente apreciable por llevarle la contraria a ese mismo montón de exquisitos mediocres.
Las mejores mentes de mi generación, no tanto los que escriben los posts, sino ellos, los comentaristas de Facebook.
Ellos sí, los que demuestran a cada instante su profunda fuerza argumentativa y escriben sus grandes narrativas, sus magníficas obras de filosofía, sus definitivos tratados sociológicos.
Ellos, los Señores del Mundo, los verdaderos illuminati.
Ellos la legión aguerrida.
Los que nos llevarán al fin del mundo y renacerán entre las cenizas, buscando una pantalla de computadora, un teclado, una conexión de Internet y el primer post de Facebook de la postrimería para empezar a poner, de nuevo, sus comentarios de la post-verdad (porque si existe alguna postverdad es la post-verdad de los comentarios de los post de Facebook) que nos lanzarán (si acaso yo quedo vivo) a un nuevo fin del mundo, a un post-fin del mundo de la post-verdad sumergida en la situación-país de esta post-situación-mundo.
O algo así.
