Cultura

Honor a tu obra y tu memoria, querido Maestro

José Antonio Abreu pasó a la Historia mucho antes de su muerte. El Sistema de Orquestas, nuestro Sistema de Orquestas, es reconocido en el mundo entero como una de las obras de mayor inclusión y envergadura social de los tiempos modernos.  

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Foto: Henry Tesara/AVN/Archivo

Esa obra titánica se desarrolló en la mente del Maestro Abreu desde antes de su fundación. Él y sólo él sabía la dimensión y el alcance de tan magno proyecto. Por eso dedicó su vida a darle forma, a fundarla y a consolidarla. Muy pocos conocen la enorme cantidad de trabajo detrás de El Sistema. Muchos creen que se trata de un grupo de orquestas. Eso está muy lejos de ser verdad. Las orquestas son sólo la punta de un iceberg de méritos, trabajo, dedicación, cultura, educación, orden, disciplina, solidaridad, compañerismo y tantas otras virtudes que el Maestro Abreu logró llevar a tantos y que soñó con llevar a todo el país.
El día del primer ensayo había más atriles que músicos… Los músicos que estuvieron allí cuentan que el entusiasmo de Abreu era contagioso. Él les decía que ellos no se imaginaban hasta dónde podía llegar aquello. No era fácil imaginarlo, pues estaban en un garaje. Su director o era un visionario, o era un loco. Pero todos entendieron que era lo primero y lo siguieron.
Hoy en día casi un millón de niños han sido privilegiados de pertenecer a El Sistema. Allí aprenden lo que tanta falta le hace al resto del país: valores. Y obtienen bases sólidas para sus vidas, porque les enseñan a buscar la excelencia en todo lo que hacen, no sólo en la música. La música es sólo el instrumento para transmitirles esos valores.
José Antonio Abreu tuvo siempre claro hacia dónde iba. Tuvo la paciencia de un santo a la hora de buscar apoyos. Calló ante las muy injustas críticas. Tragó grueso muchas veces. Todo valía pena ante lo que estaba construyendo. Un economista summa cum laude prestado a la música, muy temprano en su carrera decidió combinar ambas para lograr la obra de mayor impacto social en nuestro país y una de las más importantes del mundo.
Un hombre de un orden impresionante, Abreu anotaba en una pequeña agenda todo lo que tenía que hacer, desde asistir a una reunión con un importantísimo director de orquesta –fue homenajeado por todos los grandes del siglo XX y lo que va del XXI- hasta llamar a darle las gracias a alguien que le escribió una notita. Todos eran importantes para él, porque como gran hombre que fue, nunca perdió la humildad. Por eso llegó tan lejos.  
Si Abreu se hubiera dado cuenta de la diáspora de músicos en los últimos dos años, de seguro hubiera sufrido mucho. Yo desde esta modesta trinchera hago votos porque El Sistema continúe y que no se pierda como se han perdido tantas grandes empresas en las dos últimas décadas. La gran diferencia entre la civilización y la marginalidad en Venezuela se llama El Sistema.
Si Venezuela fuera un país medianamente educado, tendría que haber estatuas del Maestro Abreu como hay estatuas de Bolívar: una en cada pueblo. José Antonio Abreu descubrió y patentó en su franquicia el antídoto contra la mediocridad. Ojalá que el país se enrumbe por esa senda.  
Cada vez que en Venezuela un niño tome un instrumento musical y sienta que su vida tiene un antes y un después de tomarlo, estará rindiendo el mejor homenaje al hombre que dio su pasión, sus conocimientos, su tiempo, su mística, su salud, su vida por ayudar a sus compatriotas a abandonar la miseria, más la mental que la física.
Honor a tu obra y tu memoria, querido Maestro.]]>

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