Opinión

Perdónalos, Aquiles, porque no saben lo que hacen

La decencia no está vinculada a las simpatías u orientaciones políticas, es lo que plantea Carolina Jaimes Branger a propósito de la celebración del centenario del nacimiento de Aquiles Nazoa. Humorista, periodista, escritor y hombre de izquierda. Pero, sobre todo, un caballero respetable que despreciaría al régimen chavista que nos gobierna

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Aquiles
EFE / Archivo

Crecí en una familia anticomunista acérrima. Por ambas ramas tenían una aversión por todo lo que significara marxismo, leninismo, estalinismo y maoísmo. Cuando llegó Pol Pot a Camboya, ese terror se incrementó. Tenían –y siguen teniendo- todas las razones para detestar a un sistema que dondequiera que se ha implementado ha fracasado estrepitosamente. Y fracasa porque parte de una premisa errada: que todos los seres humanos somos iguales (menos ellos, claro).

Menos mal que no lo somos: el mundo sería no solo un fastidio, sino un horror. Una Corea del Norte extendida donde el Estado ordena todo, incluyendo cosas tan triviales como cómo vestirse, qué comer y hasta cómo llorar. Cuando murió Kim Jong-il hubo varios fusilados “porque no lloraron lo suficiente”. ¿Quién determina cómo se llora lo “suficiente”?

En la Camboya de Pol Pot llegaron a extremos de asesinar a quienes usaran lentes “porque parecían intelectuales”. Hace tres años escribí en este mismo portal que “la Kampuchea Democrática, decretada en 1975, escribiría la ‘nueva’ historia del país. Para ello, los jemeres rojos quemaron industrias, escuelas, bibliotecas y laboratorios. Se acabó con todos los medicamentos: los nuevos remedios serían producto de ‘la sabiduría popular’. Los vehículos fueron también destruidos y se decretó la carreta de bueyes o mulas como el medio de transporte nacional. Se abolió la propiedad privada. Los niños ideologizados denunciaban a sus padres. La orden de Pol Pot de acabar con ‘todos los elementos subversivos’ se ejecutó con crueldad extrema. Previa tortura, fue asesinada la clase media y todos los profesionales. El saldo de muertos, más de dos millones”. Dos millones de un total de seis millones. La tercera parte del país.

La igualdad que debe existir es la de oportunidades. Oportunidad de educarse, oportunidad de surgir, oportunidad de trabajar. Y los comunistas típicos son expertos en adoctrinar a las personas para que no quieran esto, sino en aras de una supuesta igualdad, llevarlos a extremos de supervivencia, de donde no podrán salir jamás. Es su táctica para subyugar.

Pero los pueblos no aprenden de las experiencias previas de otros.

Dicho esto, paso a comentar el tema de mi artículo de hoy. Se conmemora en estos días el centenario del nacimiento de Aquiles Nazoa. Y el régimen de Nicolás Maduro organizó una serie de eventos. Yo estoy segura de que si Aquiles Nazoa estuviese vivo hubiera sido el primer crítico de este régimen y el primero en rechazar un homenaje que provenga de las filas del chavismo-madurismo.

¿Y saben por qué, queridos lectores? Porque sencillamente era un hombre honesto a cabalidad. No como los ex ñángaras (ahora totalmente cubanos) que están en el poder, que han usado al pueblo y sus necesidades para hacerse multimillonarios a costa del sufrimiento de tantos y el saqueo del tesoro nacional.

Y aquí uno el tema a mi familia, en la que, a pesar de su anticomunismo acendrado había un inmenso respeto por Aquiles Nazoa. Y una gran admiración por su intelecto y su obra. Y es que la decencia no tiene ideología. Quien es decente lo es, independientemente de sus afinidades políticas. De igual manera, respetaban a Gustavo y Eduardo Machado, fundadores del PCV, Partido Comunista de Venezuela, quienes, poniendo aparte el abolengo de la familia de la que venían, llevaron sus vidas de acuerdo a lo que profesaban.

Tuve el gusto de conocer y compartir con otro comunista, Domingo Alberto Rangel padre. Un hombre que predicó con su ejemplo. Un hombre que vivió de acuerdo a su credo. Un hombre honesto a carta cabal.

Por eso me da náuseas ver los homenajes de la “revolución” a Aquiles Nazoa. Esos aplausos por conveniencia no se los merece. Pero todas las revoluciones necesitan símbolos y Nazoa pasó a ser uno de ellos. Ninguno se paseó por la historia del cronista. En 1940, cuando dirigía el diario El Verbo Democrático de Puerto Cabello, fue apresado por criticar la campaña en contra de la malaria. Hoy estaría preso de nuevo por criticar las mentiras en torno al coronavirus en Venezuela.

Jamás podrá ser un símbolo chavista alguien que escribió algo tan bello como “creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable”, lo contrario de la esencia de este régimen. Perdónalos, Aquiles, porque no saben lo que hacen.

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