Opinión

Pienso, luego existo

Ricardo Adrianza enseña a aplicar esta memorable frase de René Descartes a la vida moderna

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Pixabay / Pexels

La frase que engalana el título de este escrito, pienso, luego existo, es del filósofo y matemático francés René Descartes, la cual resume su proceso intelectual y filosófico que afirma que la única forma de encontrar la verdad es mediante la razón.

Descartes procuraba establecer una verdad absolutamente evidente mediante un sistema deductivo, sosteniendo que el pensamiento – capacidad que tienen las personas de formar ideas y representaciones de la realidad en su mente- implica siempre duda. Dudar de todo, según Descartes, es solo un procedimiento metodológico para encontrar una verdad indubitable. Por lo tanto es una duda metódica y no una postura mental definitiva.

Gracias a ese criterio comienza a dudar de todo, pero no se pudo escapar a la duda recurrente de que “está dudando”. Por lo tanto, la única duda que no puede eliminar es la duda misma. Luego, llegó a la conclusión de que si no es posible eliminar la duda, al menos no puede dudar de que piense que está dudando. Por lo tanto “yo pienso” derivaría a dos únicas conclusiones: que pienso y luego, que existo.

Ahora bien, la finalidad de este escrito no es discernir con relación al propósito de este filósofo francés, pero si es indudable que me permite utilizarlo para remarcar la importancia que para mí tiene el “pensar bien”.

Cuando me refiero a “pensar bien”, no pretendo de forma alguna calificar los pensamientos como buenos o malos; pero sí incentivar su cuestionamiento para -consecuentemente- influir y controlar nuestras emociones.

Los psicólogos -en terapia cognitiva – sugieren que una parte importante del daño emocional se puede evitar, ya que está causado por un pensamiento distorsionado o irracional. Dicho esto, me parece importante referirme a una ecuación que se repite en nuestro día a día y que es de vital importancia conocer para abonar a nuestro bienestar: ante un acontecimiento surge un pensamiento (interpretación del acontecimiento) y este evoca una emoción. Lo que implica que, si pensamos de forma irracional, la respuesta emocional es desproporcionada y nos causará daño. De allí mi propuesta de extender la frase de Descartes en cuanto a si “Pienso bien, luego tengo una mejor existencia”.

Si identificamos un pensamiento irracional, cambiamos automáticamente nuestra forma de pensar, y por lo tanto, el sentimiento que produce en nosotros. Dicho de otra forma, es insustituible mirar con ojo crítico lo que nos sucede y construir un puente que nos lleve a reaccionar de manera racional.

Una forma constructiva para ello, y que muchas veces funciona, es preguntarnos conscientemente: ¿qué es lo peor que nos puede pasar? En ese estado, nos permitirá reconstruir la interpretación de esa situación o acontecimiento, y alejar las sensaciones negativas que nos produce. O dicho de otra forma, has presente aquel dicho de pensar o respirar antes de responder.

Esto, sin dudas, abonará en asimilar el acontecimiento desde un punto de vista pausado, evitando reacciones que muchas veces causan heridas insuperables. Además, cambiará tu perspectiva de lo sucedido, te sentirás más seguro y darás espacio para identificar y valorar las pequeñas cosas que se nos presentan de diferentes formas cada día.

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“Pensar bien” tiene una influencia incuestionable en la construcción del camino a la felicidad. En cada oportunidad que he tenido de abordar el enigma acerca de la felicidad, mi réplica ha sido siempre la misma: “Para ser feliz simplemente hay que SER, pensando bien y haciendo el bien”.

Si lees bien este enunciado – simple en su contexto – cobra mucho sentido y no escapa de la profundidad del propósito de la frase de Descartes. Este aludía a la duda como método para encontrar la verdad. Yo te propongo esa misma duda para cuestionar la interpretación de lo que te sucede y así tener control consciente de tus pensamientos y de su influencia en tus emociones.

No son pocos quienes promueven evitar pensar para suprimir nuestras emociones ante un evento que nos afecta profundamente. Pero evitar el pensamiento no es una solución probable. Investigaciones recientes han demostrado que niveles altos de supresión de pensamientos depresivos se asociaban a un empeoramiento de los síntomas depresivos. Con esta sentencia científica, nuestra propuesta debe encarrilarse a reaccionar de manera consciente a los sucesos propiamente dichos, no a lo que interpretamos de los sucesos. Solo así podemos sumar a la mejor existencia deseada.

Sé consciente de que puedes tener mejores emociones, si tienes mejores pensamientos. Cuestiona siempre la interpretación de lo que te sucede. Como Descartes, abraza la duda y ¡Piensa bien, luego tendrás la mejor existencia posible!

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