Opinión

La pandemia no debilitó a Maduro

La pandemia del coronavirus no sólo le dio a Maduro una coartada coercitiva para controlar a la población, sino que también le facilitó una narrativa al chavismo

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En marzo pasado, justo cuando se daba inicio a la cuarentena por COVID-19, en Venezuela, sosteníamos que la pandemia le había caído como anillo al dedo al régimen de Nicolás Maduro y que el tiempo que se iniciaba, en ese momento, de tanta incertidumbre global, terminaría siendo un período negativo para el liderazgo democrático opositor que tenía entonces como rostro visible a Juan Guaidó.

Vuelvo sobre esto ya que, también en aquel momento, algunas voces sostenían que una crisis sanitaria podría ser el detonante de un cambio. Antes esas y otras voces habían sostenido que, con una crisis económica mayúscula, como de hecho seguimos padeciendo en Venezuela, terminaría siendo el epílogo de Maduro en el poder.

La verdad verdadera, como se suele decir, es que un contexto en el cual los gobiernos pueden decretar cuarentena, ejercer mayor control sobre la población con la excusa del coronavirus, y una población viviendo en medio de una aguda incertidumbre, no lo veíamos (ni lo vemos ahora) como un escenario distinto a lo que ha ocurrido.

Es éste un contexto favorable para quienes ejercen el poder férreamente. Sería tal vez otra la discusión si en el país existiese un modelo democrático liberal. Pero no es eso lo que tenemos. El chavismo nos ha demostrado, especialmente desde la dura represión de 2017 y los esperpentos electorales de 2017 (Asamblea Nacional Constituyente) y 2018 (reelección de Maduro), que está dispuesto a todo con tal de no abandonar el poder.

Si no entendemos que la lógica del chavismo es el poder por el poder, cualquier aproximación o lectura analítica se quedará corta o sencillamente incompleta.

Además de un contexto interno favorable a que se ejerza con mano dura el control social de la población, con la excusa de prevenir a COVID-19, en el plano internacional también ha gozado el gobierno de Maduro con una situación que le es favorable.

Los países más interesados en propiciar una transición democrática en Venezuela, Estados Unidos y algunas naciones de Europa occidental, han estado inmersos en atender su propia crisis sanitaria.

La necesidad de respuestas a demandas internas, además en un contexto pre electoral en Estados Unidos, ha dejado como un tema bastante secundario en Washington la necesidad de que haya una transición democrática, un aspecto que parecía muy relevante en la agenda de la administración Trump en 2019.

La llegada de COVID-19 a Venezuela, además, coincidió en términos temporales con el regreso a Venezuela de Guaidó tras lo que fue sin duda una exitosa gira internacional. Lo que cosechó el presidente de la Asamblea Nacional durante varias semanas durante del país entre enero y febrero de este año, sencillamente se diluyó muy rápidamente al iniciarse la agenda vinculada con la pandemia.

El coronavirus, por si fuese poco, le dio una nueva y hasta justificada tribuna pública al chavismo. Los partes oficiales diarios han sido el pan de cada día durante más de 7 meses y lo seguirán siendo al menos hasta fin de este 2020.

Como es la estrategia habitual, los voceros oficiales aprovecharon esta tribuna mediática no sólo para hablar de la pandemia: fustigaron a los gobiernos de otros países, señalaron a las propias víctimas por los contagios, establecieron categorías discriminatorias entre los afectados y lo más notable, siempre encontraron a otros a quien responsabilizar por lo ocurrido.

La pandemia, entonces, no sólo le dio una coartada coercitiva para controlar a la población, sino que también le facilitó una narrativa al chavismo.

El balance de este tiempo que hemos vivido junto al virus, en Venezuela, ha sido sin duda favorable para Maduro. Cada día que ha permanecido en el poder ha sido ganancia.

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