Opinión

Raúl Isaías Baduel: auge y caída de un mito

La construcción de la mitología militar bolivariana, sin importar si se basa en hechos reales o falsos, se lleva a cabo a través de protagonistas movidos por una justificación ideológica. Entre sus forjadores se cuentan la chilena Martha Harnecker –"Militares Junto al Pueblo"– y los cubanos Luis Báez y Rosa Elizalde –"Chávez Nuestro"–, quienes ayudaron a crear un halo legendario en torno al “general de la Revolución”

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Baduel examen independiente

La construcción de la mitología bolivariana parte del hecho de destacar la característica de “militares conspiradores” como rasgo común, de provenir de familias humildes que los hacen cercanos a la “entelequia revolucionaria” que denominan “pueblo”. En el caso del general Raúl Isaías Baduel, Martha Harnecker señala que su padre fue un obrero petrolero y su madre “una mujer luchadora” que no llegó a tener profesión, ni siquiera a concluir el bachillerato, pero que siendo “autodidacta” ingresó a la administración pública, en una empresa eléctrica, logrando ascender a algunas posiciones.

El hecho de que Baduel se criara en ausencia de la figura paterna –algo común en la sociedad venezolana – a través de “nanas” –madre, abuela materna y aya– influyó “definitivamente” para darle ejemplo de servir a los demás e inculcarle el ser útil antes que importante. Ese origen humilde sirve a la propaganda de izquierda y lo ratifica Baduel, al aseverar que la fuerza armada venezolana no tiene origen en una “casta”, sino que es popular. Algo distinto al orden político contra el cual conspiran. Llega a autodefinirse Baduel como un “humilde soldado de infantería paracaidista”

Aversión al gobierno civil

Señala Baduel que los militares entendieron, tras “la caída” de Marcos Pérez Jiménez, que los factores que coparon la escena política en Venezuela se habían ocupado de fracturar la “unidad” de la fuerza armada. Se firmó un decreto que estableció la independencia de cada fuerza, generando una división que todavía se siente. Se eliminó la Escuela Básica, donde los oficiales de las cuatro fuerzas –Armada, Aviación, Ejército y Guardia Nacional– compartían un período común de formación.

Cuestionaban desde que eran cadetes el estado de cosas y surgirían la convicción de que si no lo enfrentaban se convertirían en cómplices. Exponen su descontento por la conducción del país de la clase política civil dirigente de la época. Los principios y valores enseñados en “nuestros hogares” y que reafirmaron en la academia militar, a través de un código de honor que había portado toda la vida, no eran tenidos en cuenta en las actuaciones públicas de quienes dirigían el país. Debido a ello, razonaban: “Bueno, si no hacemos algo, vamos a ser cómplices, si no por comisión, por omisión”.

Caricatura del juramento bolivariano

Según Baduel, el 17 de diciembre de 1982 se dio la génesis a lo que sería el Movimiento Bolivariano Revolucionario. En el denominado Samán de Güere – en las inmediaciones de Turmero, estado Aragua – tomaron “algunas hojitas” de lo que quedaba del árbol en el que presumiblemente descansó El Libertador junto a su tropa en uno de sus pasos por el lugar. De manera “muy simbólica, muy ritualista, como somos nosotros los soldados”, promovidos por Hugo Chávez parafrasearon el Juramento del Monte Sacro y manifestaron que no iban a ser cómplices por omisión ni por comisión de todo el estado de cosas que veían en el país. En este acto participaron Luis Felipe Acosta Carles, Jesús Urdaneta Hernández y -como parte de la leyenda, de manera incógnita- también Raúl Isaías Baduel.

Baduel decía anhelar que en “nuestro país existiera una democracia verdadera”. Una que beneficiara a la mayoría de la población y permitiera un ejercicio pleno de libertades y la eliminación de la corrupción y del deterioro de la moral pública existente. La aceptación de cada nuevo oficial de los planteamientos conspirativos se convertía particularmente en una ceremonia. Como parte del ritual, se iba al Samán y se juramentaba al nuevo oficial incorporado.

Admiración por Chávez

Señalan Báez y Elizalde que Baduel con respecto a Chávez “tienen una relación familiar, casi cómplice”. Chávez lo llama con cariño “Papa” el mismo apelativo que utiliza Baduel para referirse a Chávez en la intimidad de sus conversaciones. Es uno de los hombres más carismáticos del proceso bolivariano, “mezcla sorprendente” de “llanero sentimental”, filósofo levantino, nacionalista ardoroso y general fogueado en “mil batallas”. Dirigió en Maracay la resistencia de la Brigada de Paracaidistas que comandaba cuando el golpe de abril 2002, acción determinante en el regreso de Hugo Chávez a Miraflores.

La amistad entre Chávez y Baduel se fue incrementando desde los tiempos de la academia militar. Se fue “solidificando ese compañerismo”, basado en varios puntos coincidentes. Ambos eran llaneros. Los unía “nuestro origen humilde”. “Veníamos de abajo” –asegura Baduel–. Eran muchachos con una “mística” de servicios a los pobres, con muchas vivencias de pueblo. La amistad nació de la interacción cotidiana, diaria, compartida en la Academia Militar durante tres años.

En momentos de la vida de ambos, “en nuestras vidas”, expresa Baduel, “ha habido gente que ha querido especular sobre la amistad con Chávez y crear alguna cizaña”. Pero la relación responde a los “llamados del corazón”. Además de los ideales, estaban los afectos profundos. En referencia a una carta fechada en diciembre de 1999, con ocasión de la tragedia del estado Vargas, le expreso Chávez: “Mi más caro sentimiento hacia usted, como un hermano del alma, un dilecto y entrañable amigo y un gran compañero de viaje”.

Baduel manifiesta que Chávez se distinguía por dos pasiones: el beisbol y el ideario de Simón Bolívar. Era “dicharachero”, muy expresivo, dado a la amistad. A pesar de la rigidez de la “vida militar”, lograba una relación “muy franca y abierta” con sus compañeros, iguales y superiores.

Baduel y el “golpismo bueno”

Abiertamente, Raúl Isaías Baduel admite que en las acciones golpistas del 27 de febrero de 1992, no se involucra cuando estas se plantean, por no estar de acuerdo en que ese fuera “el momento oportuno”. Le preocupaba “mucho” el proyecto político, los contactos con el mundo político, con el exterior. El cómo explicar “al mundo” que la pretensión no era la típica de militares golpistas con ansias de poder. Le inquietaba de sobremanera que no habían concretado aún un proyecto político, ni los contactos con figuras connotadas del país, a quienes se hubiesen podido aproximar y explicarles las pretensiones e intención.

Expresa que era partidario de esperar, de tratar de pasar inadvertido e ir solidificando. Mucho de los oficiales que se habían incorporado podían acceder al generalato. La idea era que hubiese una “estructura de mando”. Esperar a que alguno de los oficiales conspiradores accediera al generalato, o a que tuvieran formalmente una graduación alta, para acceder no solo a un liderazgo por el alto grado, sino también basado también en la autoridad que se hubiera cultivado.

Chávez le expresó: “Papa, te quedas en la reserva. No actuarás y sobrevives en las fuerzas armadas”. Dando a entender que mantenía su confianza y llegada la ocasión podría ser útil al movimiento. Habían sectores que seguían pensando en la salida militar y por eso se da el golpe de noviembre de 1992. Baduel permanecería después del golpe de febrero de 1992 en el ejército considerándose “una especie de preso de confianza”. Lo detenían, interrogaban, soltaban, relegado de posiciones de mando y permaneciendo como instructor en la Escuela Superior.

Desnutrición y parasitosis

En vista del proceso subversivo de las décadas de los 60 y 70, se comprendió que la manera de “negar espacio” a quienes pretendían instaurar una guerrilla de izquierda era “vinculando estrechamente” a la fuerza armada con el pueblo.

Se llegó al convencimiento de que, en realidad, “muchas” zonas rurales del país estaban desasistidas de la acción del gobierno, no había servicios públicos y los niños en estado de desnutrición o de parasitosis. Las unidades militares se activaron para dar asistencia. Nunca se fue insensible a esa situación, y ese proceso llevó a la fuerza armada a tener un contacto más estrecho con los segmentos más desasistidos de la población venezolana-

La importancia de esta vinculación con el pueblo a veces no era entendida. Hubo intentos de hacer de los cuarteles un coto cerrado, de establecer una separación entre las fuerzas armadas y el pueblo. Se llegó “lamentablemente” a utilizar peyorativamente la palabra civil.

El liderazgo militar –a pesar de ser muy influida por la doctrina estadounidense– se fue adaptando a esa situación. No se circunscribía únicamente al ámbito castrense. Se le había inculcado al militar la vocación de servicio, no era insensible a las condiciones de vida a que estaban sometidos mucho de los compatriotas. Se valora mucho a tener ese nexo “estrecho” con la población. Ese vínculo va a tener su momento estelar con el Plan Bolívar 2000.

Ahora es indetenible la corrupción

Reconoce Baduel que, con relación al tema de corrupción, se había hecho poco en el recién inaugurado el gobierno de Hugo Chávez. Ello se explicaba en parte porque la agenda política había ocupado todo el escenario. La nueva Constitución concedía un marco bien amplio, que a veces mal utilizado había permitido que mucha gente continuara en un espacio de impunidad.

Se debía considerar que dentro de la administración pública hay mucha gente que señala estar apoyando la gestión, pero ciertamente lo que está buscando son intereses personales, y tienen claro que el costo político de los malos manejos de los dineros públicos no lo van a capitalizar ellos, sino el gobierno y, en particular, el presidente. No se podía ocultar que todavía existía corrupción. Negarlo no sería honesto.

La lucha antiimperialista

La decisión de cerrar la Misión Militar Estadounidense en Fuerte Tiuna se ejecutó cuando Baduel recibió la jefatura de la Comandancia General del Ejército. Se consideró un asunto de dignidad y responsabilidad con la patria. Chávez, como presidente, lo había ordenado hacía mucho tiempo, pero nunca lo había ejecutado. Había mandado a investigar cuáles eran los términos del convenio, y era evidente que no tenían por qué respetarlo.

Se mantuvo la presencia “de esos señores” abierta y descaradamente, interfiriendo en los asuntos internos de Venezuela, poniendo en entredicho los términos de la “buena fe” de las relaciones que deben existir entre dos pueblos soberanos. Baduel duda “muchísimo” de que EE UU aceptara que Venezuela tenga en Washington una misión con los privilegios como la tenían aquí. Fuerte Tiuna es el centro del poder militar de Venezuela; donde tiene su asiento el Ministerio de la Defensa, el Comando del Ejército y otras instalaciones clave. La Misión Norteamericana en Fuerte Tiuna tenía el privilegio de usar las instalaciones y emplear personal civil venezolano, con uso de placas militares y otras prerrogativas.

Baduel y el “golpismo malo”

Con relación a los hechos del 11 de abril de 2002, acota Baduel que no hubo resistencia con respecto al proceso constituyente. Tampoco para el referendo de la Constitución ni para la relegitimación de los poderes. La reacción vino cuando se comenzó a tocar la parte económica. Era una “palmaria demostración» de personas que se resisten a perder sus privilegios, que no quieren renunciar “a medrar” en los dineros públicos y a hacer fortuna a costa del erario nacional.

Baduel asevera que durante la coyuntura de abril de 2002, Chávez nunca le dijo que fuera a renunciar, pues pudo hablar con él vía telefónica sobre eso. Considera que Chávez fue “secuestrado”. Le había expresado y dado las gracias por su posición, lo mismo que a la brigada de paracaidistas que comandaba en Maracay, pues habían servido de factor de contención para que no fuera atacado el palacio presidencial de Miraflores en Caracas.

Agrega que nadie le dirá a Chávez que “Baduel lo traicionó”. Los principios de ambos dan fortaleza y templanza, y “en esto nos va la vida”. Chávez cerraría la conversación, según Baduel, expresando: “Papa, lo único que te pido, más que ordenártelo, es que tú ni la brigada se conviertan en factor de derramamiento de sangre inocente”.

Lo que “esas personas” hicieron en esa usurpación de poder mostró las apetencias personales, las ansias de poder. Querían repartirse el país como “si fuera una res muerta”. El asunto era como un “festín de Baltazar”. También señala que los representantes del Departamento de Estado de EE UU, Thomas A. Shannon y Phillip Chicola, por medio de un intermediario venezolano, intentaron celebrar una reunión no oficial. Los norteamericanos estuvieron seriamente implicados en el golpe.

Restitución de la dignidad nacional

“El nombre que se le dio a la misión para rescatar al presidente fue Restitución de la Dignidad Nacional, como lo señala el manifiesto. El pueblo también ayudó mucho, porque fue un elemento de contención de los golpistas. Las 50 personas que vinieron inicialmente la noche del 12 de abril, se convirtieron en 50.000 personas el día 13. Los golpistas subestimaron al pueblo venezolano. Pues cuando subestimas al enemigo se corre el riesgo de perder el mayor tesoro: el amor. Cuando se encuentran dos ejércitos similares, vence aquel que lo hace con el corazón dolido; y el pueblo venezolano tenía el corazón dolido.

Aquí nos ayudó la población, porque se fue congregando en los alrededores de ‘nuestra unidad’ –en referencia a la 42 Brigada de Paracaidistas–, y sin tener armas clásicas de guerra nos defendían dándonos su apoyo y todo su aliento, con la firme resolución que tenía allí de combatir junto con nosotros”.

Sabotaje petrolero

A raíz del denominado “paro petrolero”, iniciado en diciembre de 2002, que el oficialismo denomina “sabotaje petrolero”, Baduel responsabiliza a la gerencia de la industria, que comprendía la administración –nómina mayor– y el sector que manejaba los sistemas de alta tecnología. Al contrario de lo que se esperaba, que hubiera una “paralización de la masa trabajadora”, lo cual no ocurrió.

Baduel afirma que “siente mucho” como soldado, y que ello fue un factor de cohesión y toma de conciencia a muchos niveles de la Fuerza Armada Nacional. No solamente de los altos mandos, sino también de los oficiales medios y de baja graduación. Todos se percataron “in situ” de las acciones criminales que un grupo de personas ejecutaron sobre la industria petrolera, causando daño a los bienes patrimoniales de la nación venezolana y creando condiciones de riesgo que podrían haber desencadenado, ciertamente, una catástrofe.

Como aspecto positivo, sirvió para que todo el espectro de la institución militar haya tomado conciencia de que en el país había un grupo de personas que se arrostran el derecho a dañar bienes patrimoniales de la nación, con el objeto de alcanzar un fin político.

El mito de la meritocracia

Según Baduel, se pudo corroborar que “no es totalmente cierto el mito” de la meritocracia petrolera». Se encontraron sistemas que, en muchos casos, estaban dañados no por el sabotaje, sino por descuidos en su mantenimiento. Se detectó una multiplicidad de problemas que no pueden atribuirse simplemente a acciones directas de sabotaje, sino más bien a negligencia.

“No volverán”

Baduel admite haber oído críticas acerca de la decisión de no reintegrar al trabajo a esas 16.000 personas que se adhirieron al paro petrolero. Sostiene que no todos son culpables del sabotaje y que representan un capital humano que no debe perderse.

Reitera que muchas personas vinculadas con esos sectores han causado serios daños a la industria con la huelga. La decisión de no reintegrarlos al trabajo es válida y “está perfectamente tomada”, y más bien algunos niveles de la dirigencia deberían responder ante los organismos jurisdiccionales competentes por las acciones criminales y los daños a los bienes patrimoniales de la nación. Es preferible prescindir de ellos, porque cuenta en este particular no solamente la preparación técnica y académica -que no es nada despreciable-, sino también su sentido de patria, de apego a la nacionalidad y de responsabilidad por sus actuaciones.

Disidencia de Baduel

La denominada concepción “institucionalista” del general Raúl Isaías Baduel abogaba por la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente, para llevar a cabo las reformas constitucionales propuestas por Hugo Chávez en agosto de 2007. Esta posición emergió durante el debate referendario. Si bien defendía la Constitución de 1999, al considerarla “la más garantista y con mayor contenido social, humano y de derechos del pueblo que jamás haya existido”, concluye en que las modificaciones deben venir por un proceso Constituyente, la única forma de reconciliación y de acabar “con el fantasma de las dos venezuelas”.

En sus días finales como ministro de la Defensa, mantuvo una posición crítica al “proyecto socialista” presidencial, expresada en el discurso de despedida del cargo el 18 de julio de 2007. Coincidía con Chávez en la construcción del proyecto socialista, incluso en el peso político y moral de la Fuerza Armada en esa empresa, pero le incorporó un enfoque místico, utilizando citas del Nuevo Testamento, que contrasta con un evidente conocimiento superficial e ingenuo de la teoría marxista.

Destaca en dicho discurso la advertencia sobre la desviación hacia el “capitalismo de Estado”, lo cual denota el destino manifiesto de su fracaso y del de su grupo político, incluso en su identificación con el “socialismo real”. Aseveraba Baduel: “No podemos permitir que nuestro sistema se transforme en un capitalismo de Estado, donde este sea el único dueño de los grandes medios de producción. Un país puede cometer el error de nominalmente llamarse socialista y en realidad practicar un capitalismo de Estado.

Ocaso

La actuación de Baduel, otrora señalado por la propaganda y por Hugo Chávez como “el general de la Revolución”, fue perdiendo connotación en la historia oficialista, dada su posición crítica a la reforma constitucional en 2007. En marzo de 2009, fue privado de su libertad por hechos de corrupción durante su gestión al frente del despacho de Defensa.

Lo censurable del caso es que fue procesado cuando se declaró disidente del proyecto chavista. Asevera que su cautiverio es producto de las observaciones que sobre él hiciera Fidel Castro en junio de 2005, en Guaraguao, estado Anzoátegui. Ello fue reconocido por el propio Chávez el 17 de Diciembre de 2010 en una de sus cadenas.

Baduel, ya en la disidencia, aseveraba: “Más que salvar al presidente, salí en defensa de la Constitución y de las leyes, tanto en abril de 2002 como diciembre de 2007”. Posteriormente afirmaría “Se insiste en que soy el culpable de que Chávez esté en el poder, porque ayude a restituirlo o porque no planifique un golpe contra él. Quienes piensan así no tienen ninguna convicción democrática: por un lado rechazan el militarismo de Chávez, pero por otro anhelan que un militar lo saque de Miraflores”.

El general García Carneiro, tras la defección de Baduel, sugirió que el protagonismo de este en los hechos de abril de 2002 es también parte de un mito. Así, propone una relectura de ese episodio alineada con el proyecto oficialista: “No lo llamo general porque para mí perdió esa condición hace mucho tiempo (…) Nos mantuvimos callados para preservar cosas que eran importantes”.

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