En este artículo, Ricardo Adrianza comparte claves para vencer esos momentos de frustración ante noticias que desbaratan nuestros planes y coartan la tranquilidad. Lo perentorio, dice, es entender la situación, prepararnos para los días por venir y ponernos en acción para voltearla a nuestro favor
Hoy mantuve una amena y hermosa conversación con una persona muy apreciada, quien ha sido mi guía profesional y comunicacional en estos nuevos menesteres que incluyen las promociones de mi primer libro –Cartas a Matías– y varios proyectos relacionados que hemos emprendido a pesar de la pandemia.
Le comentaba mi desazón ante la infortunada noticia de suspensión de vuelos de la aerolínea Laser hacia República Dominicana, destino primario que me permitiría seguir ruta hacia Puerto Rico y encontrarme con mis afectos luego de un largo y frustrante año 2020.
Un año sin estar cerca de la familia –esposa, hijas y nietos– es una razón muy poderosa para ese sentir y un duro golpe para mi corazón esperanzado de rodearse de abrazos.
Los venezolanos –me decía– hemos desarrollado un poder de adaptación increíble para sortear todos los despropósitos que nos han acompañado a lo largo de dos décadas de políticas desacertadas, con especial énfasis en el deterioro social y económico de, al menos, el último lustro.
Ella comentaba y me aconsejaba, que su fórmula para combatir tanta influencia negativa era encarar sus días bajo el lema “Un día a la vez”. Sin ser coach –es una periodista íntegra – daba en el clavo para enfrentar las vicisitudes y retos que se nos presentan cada día en tiempos de “revolución”.
Su acertada disertación coincide plenamente con herramientas que utilizamos los coaches para la construcción de un buen vivir y confirma, además, que también necesitamos nuestro coach particular.
Esto confirma también que, ante una noticia infortunada, el sentimiento de frustración es más fuerte que la esperanza y se erige como amenaza para coartar la firmeza de nuestra tranquilidad. ¡Y no es para menos!, pero como otras veces he citado, lo perentorio aquí es entender la situación, prepararnos para los días por venir y ponernos en acción para voltearla a nuestro favor.
Es indudable que el lema –muy popular en la Venezuela actual– “Un día a la vez”, es un antídoto eficaz para anclar las frustraciones y combatir el desgaste emocional que nos propone la vida con sus sorpresas.
Un día a la vez nos ofrece crear un escudo imaginario frente a la ansiedad y nos alienta a reformular a diario nuestras acciones para convertirnos en nuestra mejor versión.
Un día a la vez nos alienta a preparar la batalla diaria con la mejor actitud y nos plantea entender que la construcción de tu mejor versión comienza hoy, por lo tanto, debemos darle el mejor uso posible a esas 24 horas para que ocupe un lugar especial y merezca ser recordado. Si lo haces bien hoy, si pones todas tus ganas en el presente, no habrá pasado que lamentar y el futuro lucirá prometedor.
Si lo haces bien hoy, tendrás una mejor referencia para encarar el futuro y será el mejor catalizador para motivar las acciones por venir.
Es claro que ante situaciones sobrevenidas –por ejemplo, la suspensión de vuelos en un país con escasas opciones– nos devore la ansiedad, pero es una necesidad enfrentarlas de la mejor manera. A veces funciona, a veces no. Pero, aunque al momento de escribir este artículo me sienta abrumado por la situación planteada, es obligatorio dejarles una guía de pequeñas acciones a quienes estén pasando por la misma conmoción y nos permita manejar los días por venir:
1. Evita ser víctima de las proyecciones mentales. Infórmate adecuadamente, céntrate en los hechos y sopesa las alternativas de que dispones.
2. Normalmente, miramos mejor las cosas y damos buenos consejos cuando no estamos implicados directamente en una situación. Entonces, conviértete en testigo de lo que te pasa y date el mejor consejo para enfrentar los días por venir. Cuando los miramos de lejos, frecuentemente encontramos muchas soluciones.
3. En momentos de máximo estrés, regálate unos minutos para calmar tus pensamientos. Cinco minutos pueden ser suficientes para reducir la velocidad de tus pensamientos y, en consecuencia, de tus emociones.
4. Decreta, a diario, como asumir tu día con la mejor disposición. Comenzar tu día con buena actitud te da una gran ventaja para encarar las tristezas.
5. Rodéate de gente que te haga sentir bien y haga tus días más llevaderos. Llama a un familiar o a un amigo. Una palabra de aliento vale mucho en momentos aciagos.
6. Pareciera que sonreír no es una opción que te apetezca. Pero oblígate a ello, pues al hacerlo recibes una carga emocional positiva que tanta falta hace en estos momentos.
Agregaría una más – muy personal – que me da fuerzas y me ilusiona sobremanera. Repetir incansablemente el mensaje de mi pequeño nieto, Matías: “Yayo, ¿Cuándo vienes? Te amo. Ven a jugar conmigo”. ¡Así será querido nieto!
Como dijo John Lennon: “La vida es lo que pasa mientras estamos ocupados haciendo otros planes”. De allí la importancia de vivirla y disfrutarla a plenitud cada día, con todas tus fuerzas y con la convicción del único destino posible que la existencia nos tiene reservados: ¡ser felices!
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