Opinión

"¿Pero tú eres marico, chico?"

Resulta bastante obvio que eso es lo que debe pasar por la cabeza del diputado José Brito cuando algún periodista le lanza una pregunta incómoda. Él dice que es una cosa sociológica, que busca "estremecer" al otro, como se vio en el video difundido este martes. ¿Le creemos?

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Dudas y contradicciones rodean a la oposición en la AN
AFP / Archivo

Ah, el experimento sociológico de José Brito, el diputado que quiere estremecer a los reporteros que le hacen preguntas incómodas. Por supuesto, Brito no es sociólogo ni nada que se le parezca. La información formal indica que estudió administración en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Es decir, que Brito lo que sabe es de contar y administrar dinero, de asuntos de ingresos y egresos, de aprovechamiento óptimo de los recursos, de ser productivo y eficiente en la generación de riqueza. Cosas así.

Aceptemos por un rato que también es sociólogo aficionado. Y sí, que está haciendo un experimento –dice él- que consiste en “estremecer” a los periodistas lanzándoles la “irreverente” pregunta “¿tú eres homosexual?”. Pero no porque él tenga algo contra la homosexualidad, claro está. En realidad, ya lo dijo, lo que quiere es que el otro se estremezca, se le sacuda algo con su respuesta al fastidio ese que le tienen montado con lo de Alex Saab, los alacranes, la jugarreta contra su ex partido Primero Justicia y esos temitas tan molestos de los que ya no le gusta hablar.

Imaginemos una escena:

-¿Es verdad o no que usted recibió sobornos por parte del chavismo para traicionar a la oposición?
-¿Tú eres homosexual?
– No. ¿Usted es corrupto?

Imaginemos otra:

-¿Tú eres homosexual?
-Yo sí, ¿por qué? ¿Le gusto, diputado?

Siempre hay alguien más “irreverente”, ¿no? ¿Qué haría Brito en esa circunstancia? Es posible que el estremecido sea él y que tenga entonces que tartamudear una respuesta que reafirme su condición de macho increpador: “No, no. No, vale, déjate de vainas, ¿qué te pasa?”

Y es muy probable que se ofenda, que resulte que a fin de cuentas tan “irreverente” no es.

Porque Brito ha demostrado tener poca paciencia y escasa mesura cuando se trata de intercambiar palabras. Al día siguiente de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre, perdió los estribos cuando Víctor Amaya, de Tal Cual, dejó en evidencia a través de su cuenta de twitter que estaba mintiendo a propósito de unas fotos de miembros de mesa durmiendo, aburridos, durante la jornada electoral convocada por Maduro para elegir su nuevo parlamento. Brito tuiteó que eran fotos viejas y Amaya le señaló lo obvio: la gente se quedó dormida con el tapaboca puesto.

Amaya no difundió los mensajes directos que recibió de parte de Brito, pero se sabe que –entre otras cosas- lo trató de “sicario, antiético, mmgvo, estiércol, rata de albañal, hijo de puta y maldito cabrón”.

Nótese la delicadeza del término “mmgvo”, así comprimido, como disimulado. Como si le diera cosa escribirlo todo y poner la diéresis donde corresponde.

Este martes 5 de enero, cuando empezó a rodar por las redes el video de Globovisión donde comenta sobre su afición a la sociología, tuvo otro de sus arrebatos por mensaje directo.

Odell López Escote escribió un tuit: “Hola @JoseBritoVe Soy periodista y soy homosexual y tengo más principios que usted que se vendió para destruir al Parlamento venezolano. ¡Respete! Entre mis plegarias está verlo pagando junto a los chavistas todo lo que ha hecho durante este tiempo”.

Convengamos en que el comentario de Odell pudiera estar un poco pasado de tono. Aunque se entiende: es periodista, es homosexual y lógicamente se sintió ofendido por las palabras del diputado de la nación. La respuesta de Brito es justo lo que se espera de un digno representante del pueblo en el Parlamento: “Anda a lavarte ese culo muchacho gafo”.

Brito, ya no estamos en sexto grado C.

Nadie se comió el cuento de las veleidades sociológicas del diputado, aunque podemos aceptar que definió más o menos bien a la población objeto de su estudio: los periodistas que le hacen las preguntas que no le gustan.

Pero eso no está bien, Brito: la carga negativa de que alguien sea señalado de recibir sobornos y de hacer lobby por un tipo acusado de lavado en al menos dos países no puede equipararse a ser homosexual. No, Brito: ser homosexual no entra en ese rango de categorías. Ser homosexual no tiene nada que ver con moral ni con honestidad. Ser homosexual es simplemente ser homosexual.

Y además, responder a una pregunta con otra es mala educación. Si a un funcionario público le preguntan sobre algo referido a su condición de funcionario o de político, no es correcto que responda «¿tú eres homosexual?». Entre otras cosas porque estamos claros en que es una actitud peleonera, destemplada, un intento burdo de disimular lo que realmente quiere decir: «¿Pero tú eres marico, chico?». Eso es lo que se forma en esa cabeza: una bomba de humo homofóbica, el escape, la evasión, una vieja fórmula muy a lo venezolano con la que pretendemos insultar y buscar pelea. ¿Qué será lo próximo? ¿Unos empujones, un manoteo, un gargajo al vuelo, un nos vemos a la salida del hemiciclo?

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