Opinión

De comentaristas a analistas: la evolución del rol en una transmisión

Con la existencia del internet y los dispositivos inteligentes, los comentaristas “dateros”, aquellos que acompañaban al narrador brindando información relacionada a números, trayectorias y demás datos, han quedado rezagados. Ya no es necesario que demuestre una retentiva mental extraordinaria porque todos tienen a la mano un teléfono móvil del que obtienen esa información, de ahí la importancia de tener un analista

Diseño: Yiseld Yemiñany
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Cuando uno asume un rol, desempeña una profesión o se dedica a una ocupación, la ética aparece como una especie de censura positiva (si podría caber el término en el juego de palabras) al momento de evaluar el desempeño de otra persona que realiza lo mismo. Es decir: no es ético calificar el desempeño de un colega, al menos de manera pública o fuera del criterio académico.

Creo que di muchas vueltas para decir que, siendo narrador de fútbol, no me gusta opinar sobre el trabajo que realizan otros narradores. No me gusta y no lo considero ético. Obviamente uno tiene sus gustos, sus preferencias, pero no está bien que diga, al menos públicamente, “aquel narrador es malo”. Sin embargo, no hay problema con que uno alabe a un colega, aunque en éste mundo muchos consideren que hacerlo es “cuchillo para la garganta”: destacar a otro puede dar a entender que es mejor que tú y podría estar en tu lugar.

¡Mucho rodeo! Pues hoy quiero hablar de un rol que no cumplo, pero siempre comparto en una transmisión de fútbol: los comentaristas, esas personas que se encargan de analizar el partido, complementando siempre el relato del narrador. Para mí, la labor más complicada y con mayor nivel de dificultad que se cumple en un staff de una transmisión, bien sea radial o visual.

Ayer mientras preparaba el almuerzo, mi papá veía un partido de la eliminatoria mundialista europea (con el volumen muy alto, Albino tiene ya 88 ruedas y mucho le cuesta escuchar). Sin ver la transmisión, realmente lo que podía escuchar se asemejaba más a la descripción de una procesión de un Viernes Santo que de un partido de fútbol. Soso, anodino, aburrido.

Soy de los que tiene como máxima profesional hacer que el producto que ofreces sea realmente atractivo, independientemente de si el partido es realmente malo: hay muchas alternativas para convertir un bodrio en la final del Mundial México 70.

Quiero antes hacer una aclaratoria relacionada a la ética: creo que antes que ser narrador de fútbol, soy un consumidor de fútbol y, como espectador, tengo voz y voto para decir cuando una narración o comentario no se ajusta a lo que debería ser, obviamente, sin mencionar a los involucrados. Pues bien, me hizo mucho ruido que el comentarista de la transmisión del partido que papá escuchaba a todo volumen, se limitaba a describir las repeticiones. Es decir, describía lo que los televidentes podían ver en sus pantallas.

Está mal. Por eso soy de los que ya no se refiere a esos miembros de un staff como “comentaristas” sino “analistas”. Explico: el comentario es eso, un comentario. Decir cualquier cosa. Hoy, con tanto que ha evolucionado el fútbol, la gente demanda algo más que un simple comentario.

La gente hoy quiere que le expliquen el porqué de una jugada, las razones que motivaron un gol, un extra, sobre todo en la televisión, que con las imágenes ya el fútbol se explica solo.

Ir más allá, aportar, explicar, analizar. Esas son las razones por las que un analista acompaña a un narrador en una transmisión. De él son las repeticiones, de él son las evaluaciones de las situaciones de juego y las decisiones arbitrales. Presten atención y sabrán por qué están los analistas que están en las transmisiones de los partidos más importantes.

Con la existencia del internet y los dispositivos inteligentes, los comentaristas “dateros”, aquellos que acompañaban al narrador brindando información relacionada a números, trayectorias y demás datos, han quedado rezagados. Ya no es necesario que demuestre una retentiva mental extraordinaria porque todos tienen a la mano un teléfono móvil del que obtienen esa información. Es por eso que los reporteros de campo (una figura no siempre presente en las transmisiones) asumen esa responsabilidad y tratan de aportar datos que cualquier mortal no pueda conseguir en la web, amén de su desempeño como informante de lo que ocurre a pie de campo.

Hay que aclarar algo para cerrar: todo lo que sea un diagnóstico o evaluación de algo que dependa de los gustos, de la subjetividad y de la diversidad, tiene una pata coja, adolece siempre de fidelidad y no es un tótem.

Aquí no hay metodología científica que valga. Por eso, lo que yo pueda evaluar como «un buen analista de fútbol» dependerá de la credibilidad que usted como lector, le tenga a mí ocupación como miembro de un staff de transmisión de fútbol. 

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