Opinión

Jimmy Lai y la lucha (no siempre exitosa) por la democracia

La detención de agosto pasado, el proceso que se le siguió y la sentencia que se dará a Jimmy Lai este 16 de abril será un claro mensaje, China no tolerará al movimiento pro-democracia dentro de Hong Kong

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El nombre de Jimmy Lai nos es ajeno, en realidad. El magnate textil, el hombre que se hizo a sí mismo y que una vez alcanzó una inmensa fortuna se comprometió con defender la democracia en Hong Kong, a través de los medios de comunicación, debe pasar a ser una figura familiar para quien defienda la causa democrática en cualquier país, también en Venezuela.

Aprovechándose de la pandemia del coronavirus, y teniendo a las potencias europeas y norteamericana enfrascadas en su agenda sanitaria interna, China aprobó el 30 de junio de 2020 una controvertida ley de seguridad sobre el territorio de Hong Kong, que siendo parte del gigante asiático ha mantenido un sistema distinto desde hace algo más de dos décadas. El modelo “un país, dos sistemas” como fue bautizado a fines de los 1990, ha llegado a su fin.

La aprobación de la ley de seguridad, pese a la advertencia de Occidente de que no lo hiciera, le da amplias facultades a China, para que bajo la lógica de represión termine de acallar al movimiento pro-democracia de Hong Kong que ha estado en las calles en los últimos años precisamente advirtiendo de las intenciones de Pekín.

La ley tiene como objetivo criminalizar la secesión, subversión y colusión con fuerzas extranjeras, pero efectivamente también restringirá el derecho a las protestas y la libertad de expresión. El corresponsal de la BBC en China, Stephen McDonell, dijo que la nueva ley es “un temido instrumento de libre interpretación para reprimir disturbios políticos”. 

En agosto de 2020 se demostró que los temores eran fundados. Un nuevo cuerpo policial, generado por esta ley, detuvo a Jimmy Lai, fundador de Apple Daily, el principal periódico pro-democracia del territorio autónomo. A Lai, rápidamente se le acusó de fraude, así como de “conspiración con fuerzas extranjeras y la expresión de palabras sediciosas”, dos tipificaciones que están dentro de la nueva Ley de Seguridad Nacional.

El papel de Jimmy Lai

Lai, para muchos analistas de la dinámica pro-democracia china, es una suerte de “materia gris” detrás de la ola de protestas de los últimos años, que fueron encabezadas por jóvenes de manera pacífica. Las imágenes de los jóvenes asiáticos han dado la vuelta al mundo en varias oportunidades dado que lograron mantenerse activos, dignos y pacíficos en largas y multitudinarias jornadas de protesta.

La demanda de este tiempo ha sido pedir un rol activo de la comunidad internacional para evitar el control y la represión de China sobre el territorio hongkonés que ha gozado de autonomía. La detención de Lai simboliza la derrota de la lucha pro-democracia, a decir verdad.

La crisis global de covid-19 ha permitido a Pekín avanzar en su propósito de poner fin a las libertades en Hong Kong. Detener a Lai, someter a su familia y equipo de trabajo, con un inusitado despliegue policial, todo ello tiene un claro propósito: destruir a un símbolo. El magnate lo ha sido en muchos sentidos.

De forma simultánea, mientras era detenido en su casa, más de 100 efectivos tomaban la sede de Next Digital, empresa de Lai y que es la propietaria de Apple Daily. Imágenes compartidas en redes sociales mostraron cómo los agentes ordenaban a los periodistas que se colocaran en fila para revisar uno a uno sus pertenencias. Al menos otras seis personas fueron colocadas bajo custodia policial, entre las que se cuentan los dos hijos de Lai. También fueron detenidos altos cargos de Apple Daily como Cheung Kim-hung, director general, y Chow Tat-kuen, director financiero.

Destruir a Lai será la segunda victoria para China, la primera lo fue imponer la ley pese al rechazo de los hongkoneses y de la comunidad internacional.

Las raíces de un líder

Lai no figura entre los más ricos de Hong Kong, pero tiene una fortuna por encima de los 1.000 millones de dólares. Su vida representa la historia de un hombre que se hizo a sí mismo.

Nació hace 71 años en la ciudad china de Cantón. Para huir de la pobreza extrema fue llevado de contrabando en un bote precario a Hong Kong cuando tenía 12 años. Tras hacer actividades diversas para sostenerse, a los 25 años ingresó como obrero a la industria textil. En 1975 estableció su primera factoría, que creció en la medida en que logró colocar sweaters para los principales comercializadores de los Estados Unidos, de forma masiva. 

Tras la masacre de la plaza de Tiananmen, en 1989, Lai comprendió que debía ser más activo en la vida pública para defender la democracia que disfrutaba Hong Kong.  Allí comienza la historia del magnate que coloca parte de su fortuna, para promover medios de comunicación, con el claro objetivo de hacerle frente al régimen chino.

La detención de agosto pasado, el proceso que se le siguió y la sentencia que se dará a conocer este 16 de abril será un claro mensaje, China no tolerará al movimiento pro-democracia dentro de Hong Kong. Con este caso, China apuesta a destruir a Lai, en tanto éste es símbolo del Hong Kong de libre empresa y libertad de expresión.

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