Opinión

Homosexualidad tierna y cruel, dulce y amarga

“Maricón perdido”, la recién estrenada serie de TNT España que arrebata a público y críticos, brilla por su peculiar manera de mostrar hasta los prejuicios más crudos dentro del colectivo gay, pero también por unas cuantas soluciones técnicas audaces y un reparto excepcional. A Latinoamérica llega el 22 de julio

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La autoficción, una mezcla entre la vida real del autor y el relato de una historia ficticia, fue creado como término en 1977 por Serge Doubrovsky, crítico literario y novelista francés, para designar su novela Hijos. De allí, y en forma mucho más reciente, se ha convertido en uno de los géneros predilectos en la televisión más autoral, pues parte de eso que parece tan sincero, que es la verdad de uno mismo.

Esta modalidad, con notables y muy apreciables exponentes en el mundo anglosajón, en títulos como Curb Your Enthusiasm y Louie, juega constantemente con el espectador, que nunca tiene claro 100% qué es real y qué no. Son historias que se mueven con facilidad entre la comedia y el drama (como la vida), y que exigen a su protagonista un importante ejercicio de destape emocional.

Escritura salvadora

Aunque haya más mentira que verdad en lo que se cuenta en algunos casos, estas series solo funcionan si traspiran verdad. Con el estreno, el pasado viernes 18 de junio en España, de Maricón perdido, una producción de TNT y El Terrat, la productora del conductor de talk shows catalán Andreu Buenafuente, se ha sumado un nuevo ejemplo, made in Spain, de una corriente que en los últimos años tiene notables representantes en la ficción televisiva de aquel país y muchos otros.

“He querido contar mi historia desde la memoria tramposa, la escritura salvadora y cierta compasión con unos yoes que fui y he aprendido a perdonar”, declara Roberto Enríquez, literariamente, y como personaje mediático, más conocido como Bob Pop, el creador de la serie de seis capítulos, sobre lo que supone para él esta ficción. “Es mi historia, pero creo que también es la de muchos que recorrieron un camino similar al mío”.

Pequeñas trampas narrativas

Pero el relato propio, como el histórico, suele necesitar de pequeñas trampas para construir una narración más fascinante y ordenada. Y no solo eso, también se enfrenta a la debilidad de los propios recuerdos que, como explica Bob Pop sobre el proceso creativo de Maricón perdido, tiene sus peculiaridades: “Yo no sé dónde está el límite entre realidad y ficción en mi cabeza (…) hay muchas cosas que yo elaboro, que yo proyecto o imagino y que luego asumo. Mi memoria es así”.

En esta autoficción seguimos al protagonista, un muchacho de pueblo que intenta encontrar su propia identidad, a través de varias etapas de su vida: desde los años ochenta, cuando se metían con él por ser un adolescente con sobrepeso aficionado a los musicales; pasando por el período de descubrimiento provocado por su etapa como estudiante en Madrid; hasta el presente, cuando lo veremos convertido en lo que siempre había querido ser: escritor.

Maricón perdido es un juego de espejos del escritor Bob Pop. No teme de su propio reflejo al hablar de él, de una época, de un lugar, de un físico y de una juventud marcada por los kilos de más, la homofobia y el ir sacudiéndose las inseguridades. El primer episodio es el retrato costumbrista de la sociedad española (llena de defectos, pero al mismo tiempo contada desde el afecto) y también es valentía por la manera que tiene el autor de exponerse.

Discriminación dentro del colectivo

Hay una escena en la que el Bob de los noventa explica sin filtros por qué practica el cruising: busca sexo con desconocidos en sitios públicos porque no hay compromiso y se puede inventar una identidad nueva cada vez. Poco después, sin embargo, esta versión desenfadada choca con unos matices más complejos y tristes cuando las cámaras lo siguen a una sauna gay.

La serie muestra la manera que tenían (y todavía tienen) muchos hombres homosexuales de buscar placer en los rincones de una sociedad que los censuraba por las calles, y también se expone cómo el propio Bob Pop sufría discriminación dentro del colectivo. De nada le servía mirar a diestra y siniestra en las duchas porque la mayoría no consideraban atractivo su cuerpo, y lo peor es que se lo hacían saber.

Ser feliz reinventándose

La dirección de los seis episodios de la serie -los primeros tres transmitidos por TNT España el viernes 18 de junio y los otros tres estrenados este viernes 25 (el 22 de julio llega a TNT Latinoamérica)-, corre a cargo del realizador Alejandro Marín.

“No conocía a Bob antes de empezar y me sorprendió que lo relatado en sus guiones, a pesar de que seamos de diferentes generaciones, me resultara tan cercano y conocido. Esta sensación se repitió cuando nos sentamos por primera vez a trabajar y ha sido la clave de nuestro entendimiento. Desde una voluntad de tumbar complejos, tabúes y prejuicios (ya presente en el título), Maricón perdido parte de la historia de Roberto Enríquez para acabar hablando de todos nosotros. Pero sobre todo de aquellos que, como Bob Pop, se han visto obligados a reinventarse para poder ser felices», subraya el realizador en la web de El Terrat.

La banda sonora, que también tiene un papel importante en la serie, es obra del compositor gallego Nico Casal, creador en 2015 de la música del cortometraje Stutterer, ganador del Óscar ese año en la categoría de Mejor Cortometraje de acción. Suenan temas de David Bowie y Caetano Veloso. El creador de la serie incluye estas referencias culturales como agradecimiento por lo que han supuesto en su vida, un faro y un bálsamo en los malos momentos.

Por eso también aparece nada más y nada menos que Pedro Almodóvar, en un cameo interpretándose a sí mismo, cautivado por el guión, que leyó cuando se lo hicieron llegar para invitarlo a participar.

Esclerosis múltiple

Bob Pop compagina la televisión con su faceta de escritor. “Soy una vedette intelectual”, dice. Es autor de seis libros, el último de ellos Días ajenos, otoño-invierno, publicado en 2018.

Casado desde 2007, hace dos años reveló que padece esclerosis múltiple. “Tengo problemas motrices en la pierna y en el brazo derechos. Como siempre escribo a mano, me di cuenta de que la escritura es algo físico. Llegó un momento en que apenas podía escribir a mano. Estaba tan presente en mi vida que creí que era necesario contarlo”, dijo entonces, para dar normalidad a la enfermedad que sufre.

“Olé tus cojones”

El autor de Maricón perdido comparte nombre real con el actor Roberto Enríquez (La cocinera de Castamar), pero desde que empezó a trabajar en el sector, primero como crítico televisivo, se hace llamar Bob Pop. “Cuando haces Bob ya no hay stop”, es su lema en Twitter.

Periodista de formación, empezó analizando la televisión en artículos de prensa (20 Minutos, Público, La Marea), para pasar después a ser colaborador de radio (La ventana) y televisión, primero en +Gente (TVE) y desde 2013 con Andreu Buenafuente en su programa En el aire  (laSexta) y Late Motiv (Movistar+), donde también es subdirector y analiza a menudo asuntos de la crónica social y las redes sociales.

Ya cuando en abril pasado se presentó el tráiler, recibió todo tipo de elogios por parte de los internautas y, sobre todo, de los compañeros y profesionales de la televisión, como la actriz y directora Leticia Dolera (Vida perfecta), el productor Manuel Ríos San Martín (Compañeros, Sin identidad, Historias robadas) y el presentador y periodista Jordi Évole, quien le  escribió: “No hay expresión más heteropatriarcal” -en alusión al título-, “pero olé tus cojones”.

Entrañable, cómica, transgresora

Además de la propia historia, que derriba mitos sobre la homosexualidad de una forma transgresora, tierna y cómica, la serie cuenta con varios alicientes para verla. Una de ellas es la participación como productor ejecutivo de Berto Romero, el colaborador de Buenafuente que también ha triunfado recientemente con su serie semibiográfica, Mira lo que has hecho. El cómico, amigo personal de Bob Pop,  colaboró en distintas partes del proceso, aportando su experiencia como creador y compartiendo todo lo que aprendió de la escritura de su serie.

Nunca pensé que fuera a escribir algo como Maricón Perdido hasta que me di cuenta de que había estado escribiéndolo en cada libro, en cada columna en prensa, en cada colaboración en televisión con Andreu Buenafuente…  Y creo que nunca me hubiera atrevido a hacer una serie así sin el cariño y la complicidad de Andreu, que me dio el título, y de Berto.

“Bob Pop ha llegado a la ficción televisiva para quedarse, su talento, la honradez con que escribe y la libertad que respira su serie, son el coctel ideal contra la intransigencia”, subraya su ‘jefe’ y amigo, Andreu Buenafuente.

La serie supone el debut ante las cámaras de Gabriel Sánchez, quien da vida al Bob de 13 años, y Carlos González como protagonista interpretando al personaje a los veinte y a los treinta. Además, el propio Bob Pop hace de sí mismo en la actualidad. “Verme interpretado por otros, ver cómo actrices y actores interpretan mis recuerdos, mis palabras y mis ficciones es una sensación preciosa”, cuenta el autor.

Elenco de auténtico lujo

Maricón perdido cuenta cosas terribles, como el bullying y una violación, pero también reserva espacios de felicidad y esperanza. Salta constantemente en el tiempo y hasta tiene fugas oníricas en las que suele aparecer la madre del protagonista, una Candela Peña arriesgando en su composición hasta la parodia, cuando arrastraba a su hijo en su afición de visitar apartamentos de muestra en zonas elegantes de Madrid y robar figuritas de Lladró.

La crítica coincide en que todos los actores están inmensos, en especial los dos que encarnan al protagonista. Y si de Candela Peña destacan que ofrece un show en cada aparición, de Carlos Bardem se elogia su generosidad al interpretar al padre, cuyo rostro nunca aparece, en una aguda decisión de puesta en escena, al querer borrar su recuerdo.

Alba Flores, integrante del talentoso clan de los Flores, al cual pertenecen, entre otros, sus tías Lolita y Rosario, es la amiga en cuyo hombro se llora y Miguel Rellán el abuelo con el que el protagonista comparte las lecturas claves en su formación: Truman Capote, Oscar Wilde, Belén Gopegui y José Donoso.

Todos configuran la parte humana de una historia que narra la búsqueda de una identidad. Roberto Enríquez se reinventó como Bob Pop y además quiso contar un relato, que es el de tantos humillados a los que salvó la cultura y el calor de los amigos. 

Oskar Belategui, crítico de televisión español, menciona en una reseña sobre esta serie, una opinión que resulta muy apropiada como colofón:

“Pocos momentos tan emocionantes en la ficción española de los últimos tiempos como la aparición del Bob Pop real al final del primer episodio, rompiendo la representación del relato. La felicitación del taxista que lo lleva demuestra que el camino ha merecido la pena; el protagonista ha salido indemne de una época oscura mostrada sin un ápice de autocomplacencia. Bob sigue siendo maricón, pero ya no está perdido”.

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