Opinión

El poder de Estados Unidos ya no es lo que una vez fue

Tener poder, en este siglo XXI, no sólo es efímero sino que también es limitado. El ejercicio del poder está acotado. Claro, hay excepciones, ya que los autoritarismos siguen siendo ejemplos de lo contrario y buena parte de la humanidad vive hoy en modelos no democráticos

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El mundo ha presenciado no sólo el retorno de los talibanes a Kabul, la capital de Afganistán. El mensaje, en verdad, es que Estados Unidos tras invertir una suma de miles de millones de dólares, que ni siquiera caben en una calculadora convencional, no logró doblegarles.

El poder actual de Washington ya no es lo que era. Es esta, a mi modo de ver, una de las principales conclusiones del libro El fin del poder de Moisés Naím. Todo el dinero de la principal potencia, las armas más sofisticadas, los más avanzados aparatos de inteligencia no pudieron neutralizar al movimiento y organización militar fundamentalista islámica que son los talibanes.

Más allá de las consideraciones de política interna, en las que se basó el gobierno de Joe Biden para ejecutar una salida de las tropas, un asunto que ya había sido aprobado por Donald Trump, la retirada de los uniformados estadounidenses dejó al desnudo, de forma vergonzosa, la falta de información fidedigna en la más alta posición del poder global.

Biden, asumiendo la información de inteligencia con la que suponemos contaba, había presentado un escenario de que el gobierno afgano que Estados Unidos apalancó resistiría durante meses. No obstante, en cuestión de días se presenció la caída de Kabul. Los talibanes se mantuvieron en resistencia largamente y la decisión de Washington de dejar el destino de Afganistán en manos de los afganos sólo precipitó lo que se sabía terminaría ocurriendo.

La tesis central de Naím en este libro, del cual se consiguen aún ejemplares de la edición que hizo en Venezuela la editorial de El Nacional en 2015-2016, es que el poder se ha degradado. No en pocas ocasiones revisa el autor ejemplos de cómo en el pasado quien ejercía un cargo, empresarial o político, gozaba de amplias prerrogativas.

No sólo se tiene menos poder en posiciones de poder, sino que el poder ha dejado de ser perenne. Hay infinidad de ejemplos en el libro de cómo personas al frente de empresas poderosas pudieron estar largos años o varias décadas en dichas posiciones. Políticos que estando en la cúspide podían tomar decisiones sin que los contrapesos institucionales resultaran limitantes.

Tener poder, en este siglo XXI, según Naím, no sólo es efímero (por lo general) sino que también es limitado. El ejercicio del poder está acotado. Claro, hay excepciones, ya que los autoritarismos siguen siendo ejemplos de lo contrario y buena parte de la humanidad vive hoy en modelos no democráticos.

Pero volvamos a los países en los que sí hay democracia y libre mercado. Buena parte del libro de Naím, está referido a ejemplos de Estados Unidos o de Europa, en menor medida Asia. Intenta el autor presentar una visión global, asumiendo que la globalización actual está impregnada, en muchos sentidos, por Estados Unidos.

Aunque la edición en español del libro casi coincide con el ascenso político de Trump en Estados Unidos, en realidad el texto original en inglés data de 2013. Trump simbolizó la degradación de la presidencia de Estados Unidos.

Volvamos sobre Biden y Afganistán. Siendo el jefe de Estado de la principal potencia mundial, es decir siendo Biden lo que se podría catalogar como el hombre más poderoso del mundo,ese poder gigantesco no le permitió alcanzar lo que se había trazado como una decisión de varias administraciones: acabar con los talibanes.

El movimiento talibán tuvo la osadía de atacar los símbolos estadounidenses y generar miles de muertes hace 20 años. Dos décadas después, dejan en evidencia una de las tesis de Naím: el poder de las potencias se ha reducido. Es más, son los micropoderes los que pueden poner en aprieto a una nación con poder bélico convencional.

Se tiene el poder de la principal potencia, pero este poder es finito. Además, se actúa hoy en un mundo donde el poder está acotado. Ser presidente de Estados Unidos ya no es lo que una vez fue.

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