Opinión

Los olvidadísimos

En medio del espejismo consumista, Carolina Jaimes Branger recuerda a quienes no debemos olvidar: a las víctimas de la indolencia, de un sistema de salud destruido

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Daniel Hernández
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En esta Venezuela arrasada por el chavismo-madurismo, la mayoría de quienes aquí habitan se han visto olvidados, muy olvidados y olvidadísimos.

No son las sanciones… a ellos solo les importan las sanciones individuales que les permitan vivir la vida de ricos -y famosos, por una interminable lista de delitos- a costa del bienestar del pueblo. Voy a referirme a los olvidadísimos:

En esta Venezuela de bodegones, donde importan todo libre de impuestos para seguir engrosando sus inmundos bolsillos, donde cada una de esas importaciones es un golpe a lo que queda de la industria y el comercio nacional, los pacientes que padecen de condiciones crónicas están olvidadísimos. Los diabéticos, por ejemplo. La escasez de cintas reactivas hace que los pacientes se inyecten a ciegas. Las pocas glucocintas Suma, cubanas, para más señas, las entregaban vencidas hasta el año pasado. Hoy, cuando se consiguen, es a la venta. Hay denuncias serias, pero no pasa nada.

La situación de los trasplantados y de quienes esperan por trasplantes es similar. El Sistema de Procura de Órganos y Tejidos, SPOT, lleva cuatro años suspendido. Estas personas, olvidadísimas también, se encuentran simplemente a la espera de la muerte. Desde niños pequeños hasta adultos mayores. No hay material para diálisis, en los casos de enfermos renales. No se consiguen inmunosupresores, que los trasplantados deben tomar a diario y de por vida. Hoy, que cuando los entregan, son para pocos días y no se sabe cuándo volverán a tenerlos. El camino a la muerte es lento, pero seguro.

En esta Venezuela contradictoria, donde nuevos ricos exhiben groseramente sus dineros mal habidos, como en la compra de entradas a los “reactivados” conciertos de artistas internacionales -que habían dejado de venir y hoy regresan gracias al nuevorriquismo chavo-madurista- quienes padecen otros tipos de condiciones crónicas están en la misma fila de espera por la muerte. En igual situación están los hipertensos y quienes padecen de otras dolencias cardiovasculares. Quienes sufren de afecciones respiratorias. Quienes son seropositivos y tienen VIH/SIDA.

Después de que el doctor Gabaldón logró que Venezuela fuera el primer país de América Latina en erradicar la malaria a finales de la primera mitad del siglo XX, hoy vuelve a hacer estragos en nuestra población. También la tuberculosis. No se consiguen remedios, mucho menos a bajo costo. Ni hablar de los pacientes que padecen de cáncer. El Seguro Social, desvalijado por una banda de pillos, es un cascarón vacío.

En esta Venezuela estúpida, producto del destrozo del sistema educativo, otros olvidadísimos son los picados por culebras y alacranes, quienes fallecen por falta de suero antiofídico o suero antiescorpiónico. Y eso no solo pasa en las áreas rurales: en pueblos y ciudades también. A las universidades que los producían, simplemente les cortaron los recursos.

En esta Venezuela cabeza hueca, donde los saqueadores se sienten empoderados de celebrar fiestas en tepuyes, porque se creen dueños del país, los discapacitados motores son otros olvidadísimos: esperan por una muleta, una silla de ruedas, y hasta por un bastón, porque no hay, y como sucede con muchos de los remedios, cuando se consiguen es a través de una reventa, donde los precios son impagables.

En esta Venezuela insensible, donde la maldad se ha enseñoreado porque es ilimitada, los discapacitados mentales están doblemente discapacitados. Olvidadísimos también. No hay instituciones oficiales que se ocupen de ellos. De pronto llega una primera dama de una alcaldía y cree que haciéndoles una merienda en Navidad se solucionó el problema. Las ONG que trabajan a su favor son privadas y hacen lo posible y lo imposible para conseguir recursos. Los autistas, quienes nacieron con Síndrome de Down, retardo mental, quienes sufren de demencias como el Mal de Alzheimer, los esquizofrénicos, dependen exclusivamente de sus familias y estas organizaciones que, contra viento y marea, siguen en su encomiable labor, que el régimen ha despreciado y sigue despreciando.

En esta Venezuela narcotraficante, donde la cacareada “recuperación económica” es en realidad una inmensa lavadora de dinero, la mayoría de quienes creyeron en las promesas interesadas, fútiles y mentirosas de quienes después de veintitrés años siguen en el poder, hay olvidados, muy olvidados y olvidadísimos…

Que a nosotros no se nos olviden…

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