Opinión

Relatos de cómo nació un amor

Un concurso para unas entradas del partido entre Carcas y The Strongest termina con un anecdotario maravilloso sobre el primer encuentro con el fútbol nacional. Aquí las contamos y damos pistas sobre el ganador del sorteo

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Diseño: Yiseld Yemiñany

La semana pasada en este mismo espacio, escribíamos sobre un tema que podía generar polémica y que en algunos casos harían sentir al aficionado algo molesto: en Venezuela la afición por el deporte nacional no pasa de ser un pasatiempo.

Sin embargo, desde ayer jueves, hay algo que me muestra que, si bien eso de “dar la vida por los colores” es algo muy lejano en nuestra gente que le gusta el deporte, sí hay anécdotas muy bonitas que vinculan al seguidor con su equipo. Y ahí hay mucho de pasión, de sentimiento, de cariño.

Marié Ferro, denotada periodista de fútbol, me hizo llegar dos entradas para la tribuna principal para el partido Caracas-The Strongest de Copa Libertadores de la semana que viene. El equipo de la capital sabe la trascendencia del choque para las aspiraciones continentales del rojo y por eso adelanta una campaña que pretende contar con la mayor cantidad de aficionados en el Olímpico para ese día. Así ganó Caracas mucha afición en la primera década del nuevo milenio e intenta rescatarla en noches inolvidables de Copa Libertadores.

Entonces me dijo: “Tienes libertad para sortearlas entres tus seguidores”. Pues manos a la obra. Le daré ese par de entradas a la persona que me cuente la anécdota más particular de cómo comenzó su afición por el Caracas FC. Desde que publiqué el tuit, he recibido cualquier cantidad de relatos bonitos, graciosos, amorosos. Cuentos que denotan sinceridad por el sentimiento, más allá de la intención de ganarse dos entradas. La gente aprovechó para contar cómo inició su amor por el Caracas, y yo quiero compartir algunas experiencias con ustedes.

Iniciamos con Yean Olivo, a quien la vieja policía le dio peinillazos por querer ver al Caracas: “Mi equipo Olímpico FC, extinto, jugaba amistoso en San Juan de los Morros contra el Caracas en el estadio Pancho Pepe Cróquer; lo vi montado en una pared, no tenía dinero; llegaron los guardias y nos corrieron peinilla en mano, terminamos en la mata más alta de la calle para poder ver el juego”, recuerda.

Un ex futbolista del rojo y de la selección nacional que ahora vive en España, también se animó a expresar el vínculo, más allá de no tener interés en ganar las entradas. Es Giovanny Romero, quien casualmente también llegó a vestir la camiseta de Táchira, el más acérrimo rival: “2001, llegaba a la casa club con la ilusión de hacer carrera en el futbol profesional con apenas 17 años; lo pude lograr con la camiseta roja de la mano del profe Carlos Horacio Moreno”, recordando al finado y muy querido ex jugador, técnico y locutor.

Ernesto eleva un bonito recuerdo a la memoria de Don Guillermo Valentiner, el arquitecto y padre del hoy doce veces campeón del país y no me cabe duda que su historia es cierta porque así era el Doctor, siempre entre la gente: “Salí de la caimanera del Parque del Este siendo menor de edad en los noventas; fui con los amigos al Brígido Iriarte a ver un Caracas-Minervén y a mi lado se sentó un señor con un vaso plástico con whiskey todo normal y me hablaba del Caracas y de cada jugador. Ya saben, era el Doctor Valentiner”.

Hay algunos para quienes ése primer contacto con Caracas fue bastante doloroso, como Carlos Coello: “Cuando con 14 años me escapé de mi casa para ir a ver al estadio Brígido Iriarte un Caracas-Sao Paulo y mi papá buscándome; después de buscar tanto dijo: «Creo saber dónde está» y me cayó en el estadio, se vaciló el juego y después la coñaza jajaja”.

También Bottas terminó adolorido. Creo que más que las entradas lo que necesita es un baño de cariaquito morado: “Libertadores 2009, Caracas 3 Lanús 0, al salir a celebrar las birras hicieron efecto en el tren desde Zona Rental hasta Caricuao; me venía orinando y me baje en Artigas a orinar en el KFC; retornando al Metro me robaron en la estación y tuve fractura de tobillo, además perdí las fotos del juego”. Pobre.

Están las historias de amor pero no por los colores, sino por un chico o una chica, como la de Vicky: “Por amor: una pana era novia de un jugador y le daban las entradas y me invitó para no ir sola. Fuimos al Brígido y quedé enamorada de la energía del equipo, de la barra, de los colores. Ella terminó su relación y yo no he dejado de amar y seguir al rojo desde hace más de 20 años”. También la de Nessa, que no terminó tan bien: “Lo único bueno que me quedó de mi ex jejeje. Me llevó a una cita a un partido entre Caracas y Dvo. La Guaira; fue amor a primera vista con el rojo”.

Hay una muy típica de otras tierras, pero sí, es una anécdota muy criolla: “2007, residía el edo. Cojedes, zona rural sin acceso a tv por cable, un equipo venezolano se jugaba ante River Plate su pase a 8vos, ese 4 de abril recorrí un montón de kilómetros hasta la población más cercana para poder ver el juego, memorable 3-1 y aficionado al rojo desde entonces”, evocando aquella gran victoria del Caracas en el destierro de Cúcuta ante el linajudo River Plate.

Y comparto la que creo que va a ganar (no le digan nada a nadie, que el anuncio será el domingo 15 de mayo): “Era empaquetador en una cadena de supermercados, me tocó llevarle la compra al carro al tío de José Manuel Rey. ¿Su propina? Dos entradas para la final del Caracas vs Unión Atlético Maracaibo. Desde ese momento fui fiel seguidor del rojo. Allí nació un sentimiento único que no todos podrán entender”.

¡Qué lindo es el fútbol!

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