Opinión

"Los murales tienen sentimientos": el brillante homenaje al odiado mural en honor a Yulimar Rojas

Una cuenta en Instagram llamada mondopupo, manejada por el artista Pupo Salmaso, ha publicado una serie de imágenes protagonizadas por la "Yulimar" del vilipendiado mural en Mérida. Esto da pie para todo un análisis sobre la creación, la libertad de expresión y los derechos en Venezuela

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Montaje de imágenes de Mondopopo

Hace días un mural dedicado a la atleta Yulimar Rojas, que podría haber sido obra de cualquier fanático, fue noticia debido a que estéticamente no cumplía los rigores de muchas personas. De hecho, la propia campeona de salto le dio la extremaunción al decir que no volvería a saltar si no era borrado.

En el hilo que precede a la declaración de Rojas, se pueden leer cualquier cantidad de burlas a la obra que pretendía ser un homenaje a la mejor atleta que ha tenido Venezuela.

Un hombre que se hace llamar César Belandria se adjudicó la autoría del mural y publicó un video en Facebook en el que explicaba que entendía por qué a la deportistas no le habría agradado su obra. Él la defendió como una creación inspirada en el animé.

«Soy el artista del mural de Yulimar que parece que no le gustó. Entiendo por que se puede cometer fallas»,dijo el artista en su perfil de Facebook, mediante un videopublicado el 27 de julio.

El Chigüire Bipolar bautizó esta técnica como «Deformismo».

Sin embargo, una cuenta llamada mondopupo, manejada por el artista Pupo Salmaso, tomó la imagen ya borrada y la convirtió en otra obra de arte, con una secuencia en la que se ve a la «Yulimar del mural» en diferentes facetas. Desde el salto hasta la presidencia de la República. Lo puedes ver a continuación

El título de mondopupo no pudo ser más elocuente: «Los murales tienen sentimientos».

«Los murales tienen sentimientos»

Desconozco cuál fue el objetivo final de Pupo Salmaso al darle una «segunda vida» a la imagen del mural que fue objeto de burla en las redes sociales. Pero no deja de ser una reivindicación a una buena intención, independiente del resultado final.

Como periodista deportivo he viajado a diferentes lugares en los que se han hecho homenajes a deportistas. Los murales suelen ser los que más producen risas, y a la vez cariño porque rara vez coinciden con la imagen real del atleta. Sin ir muy lejos, donde estoy, en Medellín, Colombia, las recreaciones de jugadores históricos como el fallecido Andrés Escobar, se repiten en las calles sin que a buenas o primeras se pueda asociar lo pintado con el homenajeado. Lo que cuenta, interpreto, es el amor del pueblo por el futbolista. Ese amor se manifiesta mediante los grafiteros y así lo entiende la comunidad.

Asumo que la reacción de Yulimar Rojas estaba en un contexto humorístico. Nadie en su sano juicio puede creer que va a dejar su actividad por esta o cualquier otra obra, se ajuste o no a los parámetros que creemos deben ser las recreaciones en murales.

Pero lo que vino después, sobre todo en Twitter, fue preocupante. Tal vez porque Venezuela se ha convertido en un país en el que las libertades cada vez son menos reconocidas como inherentes al ser humano, poco se ha analizado este caso.

La Fundación de Turismo y Feria del Sol de Mérida, a través de la cuenta @ferisolmerida, inició una campaña para conocer la ubicación del mural que catalogaron “de irrespeto contra Yulimar Rojas». Y lo encontraron.

Ahora, la pared de la escuela Gabriel Picón González, ubicada en la avenida 6 entre calles 25 y 26 del centro de Mérida, tiene un manchón morado.

¿Qué ley establece que una imagen en un mural que no guste debe ser borrada? ¿Debemos regular la creación artística según quién? ¿Quién establece que una creación está bien o mal hecha? ¿Una autoridad? ¿La persona homenajeada? ¿Los usuarios de redes sociales?

Porque una cosa es que se tratara de un homenaje oficial, como sucedió con aquella famosa historia de la escultura de Cristiano Ronaldo en Funchal (con unas consecuencias sicológicas tremendas para el autor), y otra la manifestación espontánea de una persona que se tomó el tiempo para hacer algo que no habría tenido mayor trascendencia si no se publica en las redes sociales.

Y eso nos lleva a otro punto: la fiscalización de nuestra vida, de cualquier faceta de nuestra vida, como escritores, cantantes, periodistas, abogados o grafiteros.

No basta con que Tarek William Saab ejecute su justicia basándose en los trending topics. Ahora la comunidad continúa su labor. Solo suelta una imagen en Twitter y deja que el odio haga el resto.

Y era una imagen, nada más que una imagen.

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