Opinión

¿A qué juega la oposición venezolana?

Soberbia o estupidez, estupidez y soberbia. Por ahí se mueve la oposición política en estos días, mientras el régimen se complace

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Venezuela sigue atravesando su larguísima crisis política, económica y social. Continuamos sumidos en la profunda recesión que comenzó en 2014, con una inflación galopante, escasez de alimentos y medicinas y, cuando pasó la escasez, una caída brutal en el nivel de vida de la inmensa mayoría de la población. Encima, el gobierno de Nicolás Maduro continúa violando los derechos humanos y restringiendo todo tipo de libertades.

La oposición, hasta ahora, se había centrado en la defensa de esos derechos, la democracia y la libertad de expresión. El interinato logró el respaldo de las democracias más sólidas del mundo, pero como no se cumplió el mantra del “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, todos los reclamos se volcaron sobre la figura de Juan Guaidó, en vez de reclamarle a Donald Trump, que fue quien ofreció lo que él -y otros pocos- sabían desde el principio que no iban a dar. Solo querían el voto de los venezolanos en las elecciones de medio período. El hecho es que los mismos que crearon el interinato lo acabaron, sin medir las consecuencias, entre ellas, la de quién va a tener control sobre los bienes del país en el exterior.

Pero no contentos con ello, ahora resulta que los opositores están lavando todos sus trapos sucios a la luz pública. Si algo tenían que haber aprendido del chavismo -y es una de sus grandísimas fortalezas- es que ellos pueden detestarse, pero jamás lo exponen. Uno puede sospechar que Maduro y Cabello no se soportan, pero cada vez que les conviene, aparecen abrazados.

Las personas del mismo bando pueden tener desacuerdos, que se manifiestan en diferencias de opiniones, conflictos de intereses, ideas distintas sobre la dirección a tomar, o simplemente falta de comunicación entre ellos. Pero de ahí a traicionarse hay un largo trecho. Para identificar la diferencia entre el desacuerdo y la traición es importante entender la intención detrás de cada acción. El desacuerdo implica una diferencia de opinión o punto de vista y puede ser una discusión sana, mientras que la traición implica una intención deliberada de dañar a alguien o algo.

La pregunta que subyace es quién tiene la razón en estos enfrentamientos políticos. Porque no resulta fácil -y mucho menos en un país tan polarizado y donde el régimen pone la música y la gente baila- hacer un análisis objetivo de los hechos y argumentos presentados por cada parte. ¿Cómo se evalúan de manera imparcial, sin sesgos políticos o personales? ¡Suena a misión imposible!

La desinformación le ha funcionado al régimen como un reloj suizo como herramienta de subyugación que los gobiernos totalitarios utilizan para manipular la opinión pública y controlar el flujo de información. Estas tácticas se utilizan, entre otros propósitos, para desacreditar a los opositores, desviar la atención de los problemas reales y mantener el control sobre la población. Pero ya no tienen ni que hacerlo… ¡los opositores se han dedicado a echarle ellos mismo fuego a la candela! Ustedes me dirán…

La mejor manera de salir pacíficamente de un régimen totalitario es a través de la resistencia no violenta. Pero si no hay unidad, esto jamás va a suceder. Porque para que un movimiento civil se organice desde las bases, hace falta liderazgo -y no de una sola persona- sino de cuadros de bases organizados y con planes concretos.

Si la oposición está fragmentada lo más probable es que el régimen mantenga el control. En la Venezuela de hoy están arrasando los egos y la soberbia. Y aquí sabemos muy bien, por experiencias previas, que la soberbia de pocos tiene efectos negativos en la vida del país entero.

La soberbia y el ego, aunque se parecen, no son lo mismo: pero ambas llevan a la estupidez, ya que una persona soberbia puede tomar decisiones irracionales y no considerar los consejos de los demás. Por otro lado, la estupidez puede llevar a la soberbia y al ego, porque una persona estúpida cree que sabe más de lo que realmente sabe…

Por desgracia, no hay remedio específico para la estupidez, porque no es una enfermedad. La estupidez se refiere a una falta de inteligencia, comprensión o juicio, una falta de comprensión de conceptos básicos, una incapacidad para aprender o una incapacidad para tomar decisiones sensatas. El ego tampoco es una enfermedad. Es un concepto psicológico que se refiere a la conciencia de uno mismo, a la identidad personal y a la autoestima.

De verdad, no entiendo a qué carrizo (aunque me provoca decir otra cosa) está jugando la oposición venezolana. Pero si tuviera que apostar, diría que lo que están jugando es a darle más años al régimen de Maduro. Y no porque tengan un pacto con él o se hayan vendido (al menos no todos). Simplemente, por ego y soberbia y la mortal combinación entre ambos…

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