Opinión

¡De Chávez no rescato nada!

La invitación a un programa de televisión a propósito del aniversario de la muerte de Hugo Chávez, le permite a la articulista Carolina Jaimes Branger recapitular sobre la "herencia" del fallecido mandatario

chávez
Foto: Daniel Hernández
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La semana pasada fui invitada por mi querida amiga Idania Chirinos a su programa vespertino de NTN24, a hablar sobre Hugo Chávez a los diez años de su fallecimiento. Su primera pregunta, y sobre la que versó toda la conversación, fue “¿qué rescatas de Hugo Chávez?”.

“Nada”, fue mi respuesta.

¿Y qué se puede rescatar de Hugo Chávez, me pregunto, a diez años de “su siembra”? Porque, a mi modo de ver, lo único que él “sembró” -que no sembró- serían sus restos mortales. Y hasta se tienen dudas sobre qué hicieron los cubanos con ellos, porque subsisten las dudas de si los que llegaron a Caracas fueron realmente los suyos. Así, decenas de interrogantes más.

Hugo Chávez es el responsable directo de la quiebra moral y económica de Venezuela. Un individuo resentido y acomplejado, en su sed de venganza prefirió destrozar al país que echar para atrás en alguno de sus desaciertos, que fueron miles. Un hombre que usó la corrupción como arma de dominación política para chantajear y tener con la rienda corta a quienes les puso de bombita el corromperse. Un hombre que no quiso ponerle coto a la tendencia exponencial de los cohechos, pensando que quizás de esa manera tenía asegurada su estadía en el poder por décadas, lo que no sucedió. Ha corrido el rumor de que “el imperio” le “inoculó” el cáncer que se lo llevó, pero tal vez quienes lo “inocularon”, si es que se puede inocular un cáncer, podían haber estado mucho más cerca de él de lo que pensaba. ¡Si hasta rechazó ir a tratarse en uno de los mejores hospitales para cáncer en el continente, invitado por Dilma Roussef, entonces presidente de Brasil, por las sospechas de que podían asesinarlo!

Chávez es responsable también de la división del país, de amigos, de familias. Su discurso de odio caló en muchos y cabe preguntarse por qué pasó eso en el país supuestamente más feliz de América Latina, el más parejero, el más mezclado, donde el ascenso social viene dado únicamente por la capacidad económica. Algo estaba podrido, que no vimos…

Hugo Chávez mató a la gallina de los huevos de oro, PDVSA. Era tan soberbio, que pensó que él podía despedir impunemente a más de 20.000 empleados y obreros de los más calificados y que no pasaría nada. Entre eso y la corrupción, el resultado está a la vista.

La entrega del país a los cubanos, el acto más vil de traición a la patria, también fue orquestado y puesto en marcha por Chávez. Y los militares que lo acompañaron en esa entrega, hoy multimillonarios… Las muertes de muchos venezolanos llevan sus firmas.

Pero por lo que lo juzgará la Historia con mayor severidad será por su desvalorización del trabajo. Para Hugo Chávez el trabajo era una suerte de castigo, de condena. Instauró la idea de que lo que alguien no tiene, fue porque otro se lo quitó. Que muchas de las riquezas en Venezuela fueron obtenidas por el trabajo duro y honesto de muchos venezolanos y de extranjeros que vinieron a nuestro país, simplemente no existió para él. Divulgó la falsa noción de que somos, o, mejor dicho, fuimos, un país rico, y que el gobierno estaba en la obligación de proveer a todos con todo. Las misiones fueron todas unas farsas para ganar el revocatorio, lo que logró. Desde las educativas hasta las de vivienda, línea blanca y comida. Lo que queda de todo aquello es el negociazo del “embajador” Alex Saab, las tristemente célebres cajas CLAP, migajas para un pueblo muerto de hambre.

Y aquí estamos, a diez años de su fallecimiento, compitiendo con Haití en ser el país más pobre de América Latina, con la diferencia de que Haití no tiene petróleo y solo el 3% de su población tiene empleos formales. En Venezuela, la otrora potencia petrolera, cerca del 85% de la población hoy trabaja fuera de la contratación fija. Por no hablar del sistema educativo, que está muerto y los hospitales que, si no están muertos todavía, están en terapia intensiva. La inseguridad ha disminuido porque hasta el hampa emigró…

Me imagino que de los cubanos también vino la idea de nombrar “heredero” a Nicolás Maduro… Y Chávez les hizo caso. Tener a casi siete millones de venezolanos viviendo fuera de su país habla del fracaso rotundo de ambos, el padre y el hijo.

Solo espero que los venezolanos hayamos aprendido lo desastroso que puede ser firmarle un cheque en blanco a alguien. Para tenerlo en cuenta cuando volvamos a votar, si es que ese día llega.

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