Opinión

El TSJ dejó sin efecto a las primarias, ¿ahora qué sigue?

El TSJ ha decidido dejar sin efecto a las elecciones primarias de la oposición. Aunque emana de un “órgano de justicia”, en realidad debe leerse como lo que en verdad es, una decisión netamente política. Las organizaciones de derechos humanos vienen documentando la ausencia del Estado de Derecho en Venezuela, y este caso lo viene a corroborar

archivo
Publicidad

La sorpresa, según la lectura de diversos analistas, es que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) haya actuado en contra de las primarias tras la realización de éstas, y no como pronosticaban muchos de que hubiese una decisión previa, para evitar la consulta opositora del 22 de octubre. Es posible que el chavismo, como buena parte de la sociedad, no esperara una afluencia tan masiva y tan socialmente diversa a las primarias, ni que el triunfo de María Corina Machado terminara siendo tan arrollador.

La decisión del TSJ, entonces, unida a las citaciones de la Fiscalía, viene a ser una suerte de control de daños. Ya el daño está hecho, MCM fue electa y está legitimada por la sociedad. Con los recursos qué tiene el chavismo, que no es otro que la cooptación de los órganos de justicia, qué cosas puede hacer que no sean el último recurso que sería meter en prisión a la candidata o enviarla al exilio (tal como ocurrió en Nicaragua con Cristiana Chamorro y otros seis aspirantes opositores).

El TSJ ha marcado una hoja de ruta de lo que viene. Y en eso ha sido claro y diáfano, no se levantarán las inhabilitaciones. Al desconocer a las primarias, y por tanto el triunfo de MCM, también quiere evitar el poder chavista que ella tenga una silla en la mesa de negociación entre oposición, gobierno y Estados Unidos.

Esta determinación del TSJ abre tres espacios, al menos, que pueden desarrollarse de manera simultánea. El primero y de cajón, es que esta decisión pone a prueba a Estados Unidos.

Si bien el gobierno de Joe Biden enfatiza el discurso sobre la democracia, en este momento el régimen de Nicolás Maduro tiene capacidad de actuar en dos aspectos que son significativos para la política interior estadounidense. Por un lado, está el petróleo, ya puesto claramente sobre el tapete con el acuerdo de Barbados y la decisión de una flexibilización amplia de las sanciones.

En un mundo convulsionado y en cuya convulsión están involucradas áreas energéticas estratégicas (Rusia, Medio Oriente), potenciar a un proveedor seguro de petróleo que está geográficamente cerca, es de entrada una decisión razonable para los intereses estadounidenses, más allá del discurso para el público sobre la democracia.

El otro aspecto que le da poder de negociación a Maduro es la crisis migratoria. Si bien en la frontera entre México y Estados se agolpan cada día miles de ciudadanos (unos 10 mil diarios según el gobierno mexicano), la gran mayoría son ciudadanos venezolanos. Una migración masiva y desbordada, en un año en el cual Biden buscará la relección, hará de este tema un asunto crucial. Eso explica el acuerdo para los vuelos con deportados, que es un contrasentido ya que devuelves a venezolanos que huyeron de las condiciones adversas y de las violaciones a los derechos humanos, y los pones justamente en manos del gobierno del que pretendían huir.

La relación con Estados Unidos ni es sencilla, ni está enfocada solamente en lograr elecciones libres en Venezuela. La decisión del TSJ pondrá a prueba la capacidad de respuesta y de presión de Washington a escasas semanas del acuerdo suscrito en Barbados.

La decisión del TSJ, en segundo término, le envía un mensaje directo a la oposición. María Corina Machado no será candidata o al menos el chavismo parece mostrar que está dispuesto a todo para evitar su candidatura en 2024. Esto tiene mucho sentido, ya que una elección entre Machado y Maduro barrería con votos al chavismo y nunca podemos obviar que el chavismo existe mientras ocupe el poder, mientras tenga cooptado el poder.

No es previsible que ese grupo enquistado en la dirección de los órganos públicos, enriqueciéndose sin control, vaya a promover o permitir unas elecciones que de entrada le sacaran del poder. Tal escenario, de que Machado vaya a elecciones, no luce claro en este momento y es el mensaje que quiere dar el poder chavista.

Una oposición fragmentada y debilitada (las primarias dejaron en evidencia tal debilidad de los referentes tradicionales), y en cuyo seno no se construyó una decisión consensuada de forma previa, deberá decidir en breve qué hacer, cómo responder y cuál es su plan para hacer valer el mandato popular.

Finalmente, bajo el manto de la decisión del TSJ y del show judicial que ha montado el fiscal Tarek William Saab tiene lugar un tercer aspecto, que es no menos importante. Se trata de la descalificación pública de las primarias. Bajo el #MegaFraude ha comenzado una fuerte campaña en redes sociales potenciada por las pantallas de la TV oficialista y las no pocas emisoras de radio cooptadas por el chavismo a lo largo y ancho del país. Básicamente se construye una narrativa para la propia base de apoyo del chavismo duro, para que haya elementos en los sectores populares que contrarresten discursivamente el éxito generalizado de las primarias.

La decisión del TSJ al no ser una pieza, en verdad, de naturaleza jurídica sino una acción política debe entenderse no como un punto final, sino en realidad como la delimitación del terreno para lo que vendrá en las próximas semanas.

Publicidad
Publicidad