Opinión

Vinotinto y su cuarto lugar en las Eliminatorias: "Bocha" tiene ángel

El técnico ha logrado mover al equipo cuando ha sido necesario. La moneda, cuando se trata de la sobrevivencia o fatalidad, ha estado de su lado. Sin embargo, urge que la Vinotinto genere mucho más fútbol del visto hasta ahora

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AFP

La indignación y los gritos patrioteros por lo vivido en Lima han desviado la atención. El foco debe estar en lo inédito de este tercio de Eliminatoria: Venezuela (9 puntos) no solo está en puesto de clasificación directa, sino que lo ha conseguido situándose por encima de Brasil (7), y no por casualidad, es decir, no es que a la Vinotinto le favoreció el calendario: enfrentó a Brasi y le empató de visitante.

Las razones para celebrar están allí. Probablemente sea el mejor inicio de Venezuela no solo desde el punto de vista estadístico, también desde el psicológico, un factor intangible que suele derrumbar a las selecciones criollas. Basta recordar cuántas veces tras una tensa lucha, un gol inmerecido era el inicio de la debacle. Ni hablar de lo que le costaba remontar o igualar cuando se empezaba perdiendo. Con Fernando «Bocha» Batista, esto ha cambiado.

Es meritorio que de todos los encuentros, haya sido el debut contra Colombia el único en el que no se vio reacción y el equipo fue desmejorando no solo desde lo táctico sino desde lo físico. Es decir, hay una línea de ascendencia en algunos rendimientos individuales y colectivos. La manera cómo terminó el choque contra Perú, con el bloque recuperando balones en la zona creativa y arrimando a los locales a su arco, es la mejor forma de cerrar el 2023.

La manera cómo terminó el choque contra Perú, con el bloque recuperando balones en la zona creativa y arrimando a los locales a su arco, es la mejor forma de cerrar el 2023

Ahora, siguiendo las tendencias del año, se debe evitar el llamado positivismo tóxico. Que los números para Venezuela sean tan buenos, no borra una realidad. Salvo contra Chile (la expulsión ayudó mucho), ante Paraguay, Ecuador y Perú se jugó mal durante muchos minutos. Demasiados. Si no fuera por Rafael Romo, el partido se habría sentenciado en el primer tiempo, o, como mínimo, habría disminuido en un gran porcentaje la posibilidad de sumar un punto en la históricamente complicada Lima.

Pero he aquí que Venezuela se ha topado con un entrenador al que todo le está saliendo más cara que cruz. Todo lo contrario que sucedió con Noel Sanvicente o José Peseiro, por ejemplo. No solo desde los resultados propios sino también los ajenos. Los otros rivales le han ayudado a que los equipos de «su» liga, se sitúen bien por debajo de su rendimiento: Paraguay, Chile, Bolivia y Perú. Además, es innegable que el «Bocha» tiene ángel para trasmitir su mensaje. No solo se vio en el segundo tiempo contra los peruanos, se siente en cada declaración y análisis después de los partidos,

Batista no busca palabras rimbombantes, ni se escuda en análisis guardiolanos -que por el contrario abundan en análisis de prensa- para aceptar cuando se juega mal, para explicar en qué se falla. De nuevo, no hay que ser entrenador para concluir que ese cuarto lugar en la tabla de clasificación se debe en un 90% a Romo. Después hay otros actores que han puesto su granito de arena, como Alexander González, de bajo rendimiento en este último compromiso.

Tampoco hay necesidad de detenerse en los problemas de la Vinotinto. Cualquiera que esté frente a un televisor puede notar que no hay volumen de juego, que crear una opción ofensiva cuesta padre y señor nuestro. Por citar un solo ejemplo, el aporte que puede dar Yeferson Soteldo hoy, bajo el esquema actual, se da a cuentagotas. El caso de Jefferson Savarino es mucho más extraño aún, pues es un jugador que se sabe asociar, sin embargo pareciera que llevara una losa en la espalda, si bien fue protagonista en el gol contra Perú.

El caso de Jefferson Savarino es mucho más extraño aún, pues es un jugador que se sabe asociar, sin embargo pareciera que llevara una losa en la espalda

De Salomón Rondón se habla mucho, pero lo cierto es que también es víctima del escaso volumen de juego. Podemos discutir si es precisamente el ideal para un equipo que, ante la ausencia de referentes filtradores y asistentes, requiere de un gran esfuerzo físico para que el delantero se genere su propia oportunidad. En Nacional, en Colombia, Eric Ramírez lo ha conseguido. Con sus 25 años y 1.90 metros, pareciera estar llamando a la puerta.

En todo caso, el gol suele ser hijo del buen juego. Venezuela los ha conseguido por arreos casi espirituales; por esos dictámenes que vienen después de las charlas. Es digno de estudio cómo los técnicos que mejor impulsan ese envalentonamiento consiguen resultados, como Richard Páez y César Farías. Pero también como le pasó a estos dos últimos, ese discurso llega un momento que se gasta y la cruz empieza a aparecer más seguido que la cara de la moneda.

La buena noticia es que hay mucho tiempo de descanso para volver a competir. Incluso la Copa América podría servir de ensayo para rearmar el juego colectivo. Las mejores piezas de Venezuela -Yangel Herrera de por medio- están en la zona medular. Si esto no empieza a carburar, cuando la Eliminatoria apriete, y eso va a suceder sin dudas, este capital de ahorros en puntos se arriesgaría. Esperemos que no sea el caso y se encuentren los correctivos.

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