Opinión

¿De verdad comienza una nueva era en Argentina?

“Es como echarle en camión de combustible al incendio”, dijo el periodista Marcelo López Masía, de Americano Media TV, sobre lo que le viene encima al nuevo presidente argentino, en una entrevista que le hizo su colega Gladys Rodríguez, para analizar el discurso en la toma de posesión

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Argentina
composición de imagen |alejandro cremades

“Hoy comienza una nueva era en Argentina”, dijo Milei cuando comenzó a hablar, de espaldas al congreso, de frente a sus seguidores. Y por el bien de Argentina -y de toda América Latina- ojalá que le vaya bien. Cierto que tiene que cambiar la economía para cambiar el país. Pero no la tiene fácil.

El nuevo presidente se define como “anarcocapitalista”, una filosofía basada en el pensamiento de Murray Rothbard que defiende la abolición del Estado y la creación de una sociedad basada en la propiedad privada y el libre mercado. Los anarcocapitalistas sostienen que todas las interacciones sociales deben ser voluntarias y basadas en el consentimiento mutuo, y consideran que la competencia y el intercambio libre son los medios más eficientes para organizar la sociedad.

Yo creo que los Estados deben ser lo más pequeño posibles, pero no que desaparezcan, porque es muy difícil funcionar sin tener regulaciones gubernamentales ni impuestos obligatorios, o que las funciones tradicionalmente asumidas por el Estado, como la seguridad, la justicia y la protección de los derechos de propiedad, fueran llevadas a cabo por empresas privadas o por acuerdos voluntarios entre individuos. Uno de los principales desafíos es la ausencia de un marco regulatorio y de aplicación de la ley. Sin un gobierno centralizado, no hay una autoridad que haga cumplir los contratos, resuelva disputas o garantice la protección de los derechos individuales de manera imparcial. Esto puede generar incertidumbre y conflictos en el ámbito comercial y legal. En ausencia de un gobierno, surgirían entidades privadas para cubrir estas necesidades, pero la eficiencia, la equidad y la accesibilidad de estos servicios podrían verse comprometidas.

“Necesitamos un ajuste fiscal que recaiga en el Estado y no en el sector privado”, dijo Milei. Y eso suena muy bien, pero las palabras se las lleva el viento. Hay que sentarse en la realidad. Y la realidad argentina es que tiene una de las más altas inflaciones del mundo (va de 142% a 160% dependiendo de la entidad que haga el cálculo). Entonces, para detener la inflación, Milei tendría que comenzar por sincerar el peso y subir los impuestos. El control de precios que impuso el peronismo también tendría que liberarlo. Según López Masía, “la gasolina subiría el doble, el transporte habría que sextuplicarlo y lo mismo pasaría con los otros servicios, agua, electricidad, habría que multiplicarlos por 3, 4, 5 y hasta más”. Entonces, resultaría imposible no afectar al sector privado.

“No hay plata”. Tal vez esa fue la sentencia más realista, lapidaria y verdadera que pronunció Milei durante su alocución. Argentina ha intentado antes salir con medidas de schock. Uno fue el Plan Austral, el programa económico implementado por el presidente Raúl Alfonsín en 1985, diseñado, justamente, para estabilizar la economía y combatir la inflación que había alcanzado niveles extremadamente altos. El plan incluyó medidas como la creación de una nueva moneda, el austral, que reemplazó al peso, así como la implementación de políticas monetarias y fiscales restrictivas. También se llevaron a cabo reformas estructurales en áreas como el comercio exterior y la política salarial. A pesar de los esfuerzos, el Plan Austral no logró los resultados esperados y la economía argentina continuó enfrentando desafíos significativos en los años siguientes.

Durante el mandato de Eduardo Duhalde, presidente entre 2002 y 2003, durante una crisis económica y social profunda, también se llevaron a cabo varias políticas económicas con el objetivo de estabilizar la economía y promover el crecimiento. Se realizó una devaluación significativa de la moneda nacional para mejorar la competitividad de las exportaciones y fomentar el crecimiento económico. Se establecieron restricciones a los retiros de efectivo de los bancos para evitar una fuga masiva de capitales y proteger el sistema financiero. Se implementaron medidas de austeridad para reducir el déficit fiscal, incluyendo recortes en el gasto público y los salarios de los empleados estatales. Se llevaron a cabo negociaciones con los acreedores internacionales para reestructurar la deuda externa y así aliviar la carga financiera del país. Se puso en marcha un programa de asistencia social llamado Jefes y Jefas de Hogar que brindaba empleo temporal a desempleados y ayudaba a las familias más vulnerables.

Pero estas medidas -tanto de Alfonsín como de Duhalde- duraron solamente dos o tres meses. Milei habló de un lapso de entre un año y año y medio de la “aplicación de una motosierra”. La gran interrogante es ¿podrá aguantar una clase media que gana $400 al mes vivir con $200? ¿O una una clase baja (45% de la población) reducir de $100 a $50?

Lo peor es que el planteamiento de Milei es el deber ser… Pero son sacrificios que no van a dar resultado en un corto plazo y eso, exactamente, es lo que espera la gente. Cuando pase la luna de miel comenzarán las protestas. López Masía pone un ejemplo futbolístico: “los otros también juegan”. Y el peronismo, esa tragedia que convirtió a la segunda economía del mundo en un país pobre, seguirá jugando. Y para remate, Milei tiene sólo 7 de 48 senadores, 37 de 250 diputados, 2 intendentes en todo el país, un solo gobernador, no tiene los sindicatos, no tiene los movimientos sociales y tampoco los medios de comunicación…

El kircherismo perdió 5 de las ultimas 6 elecciones, eso quiere decir que ¡la gente no los quiere! Pero viene un choque frontal con la realidad con las medidas que Milei piensa tomar… ¿Cuánto durará la esperanza de la gente? Las expectativas son importantes en una economía porque, si hay esperanzas, la gente puede aguantar: pero el discurso fue un baño de realidad. ¿Tenía que decir todo eso? Las opiniones hoy están divididas. Yo, particularmente, prefiero la honestidad que las promesas. Pero sobre la corrupción, un azote que ha destruido a la Argentina, no dijo nada. Tampoco tomó alguna medida, como sí hizo Alfonsín tan pronto ascendió a la presidencia, de poner presos a una cantidad de militares.

Lo cierto es que no hay fórmulas mágicas. Ojalá no le pase lo que a Carlos Andrés Pérez en su segundo mandato. Ya sabemos que el Caracazo fue planeado y, repito las palabras de López Masía, los peronistas también juegan.

Deseo lo mejor para el país hermano. Milei debe tener una política comunicacional franca y abierta si no quiere que lo despedacen antes de seis meses. Los latinoamericanos, en general, nos acostumbramos al subsidio y a la dádiva. Ojalá que los argentinos tengan la voluntad y la paciencia de resistir estos primeros dieciocho meses que pintan muy duros, pero que es lo que se debe hacer si se quiere salir de la tronera donde lo sumió el peronismo. Si no aguantan, dentro de cuatro años otro peronista asumirá la presidencia y seguirá la tragedia.

Aquí pendientes…

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