Opinión

Represión en las aulas: el régimen que silencia a los maestros

El arresto del profesor Víctor Venegas es un mensaje para los educadores: si se atreven a desafiar a la autoridad serán castigados. Es un paso más para el control total que desea el régimen

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Víctor Venegas, dirigente sindical preso

En el corazón de un régimen totalitario que ha sumido a su pueblo en el miedo y la opresión, los maestros se han convertido en un objetivo clave de la represión estatal. La detención del profesor Víctor Venegas ha sido solo el último episodio de una campaña sostenida para silenciar a aquellos que buscan la verdad y la justicia a través de la educación. Bajo este régimen, la educación se ha convertido en un campo de batalla, donde la libre expresión y el pensamiento crítico son considerados peligrosos. La presencia de maestros comprometidos se percibe como una amenaza para el control absoluto del régimen sobre la población, y por lo tanto, se les persigue implacablemente. 

El caso del profesor Venegas es un ejemplo doloroso de esta realidad. Su arresto, por el simple acto de protestar, envía un mensaje escalofriante a todos los educadores que se atreven a desafiar la autoridad. La brutalidad con la que fue detenido es un recordatorio impactante de las consecuencias de alzar la voz en un entorno donde la disidencia es castigada con saña.

La educación de los niños, el futuro de la nación, también se ve gravemente comprometida bajo este régimen. La escasez de días de clases -la mayoría de los estudiantes asiste a clase entre uno y dos días a la semana- es un reflejo directo de las prioridades distorsionadas de un gobierno que prefiere mantener a sus ciudadanos en la oscuridad, en lugar de empoderarlos a través del conocimiento y la sabiduría.

Mientras las aulas permanecen vacías la mayor parte de la semana, la semilla del desconocimiento y la sumisión se siembra en las mentes de los jóvenes. Hay un daño colateral aún mayor, que deriva de la persecución y maltrato al magisterio, y es que lo poco que aprenden los niños y jóvenes es ya irreparable, aún cuando se resolviera el problema del magisterio. Ese vacío en las etapas de aprendizaje, es imposible de llenar.

En un entorno donde la educación debería ser un faro de esperanza, se ha convertido en un instrumento de control y manipulación. El arresto del profesor Venegas no solo es una afrenta a la libertad individual, sino también un ataque a la promoción del pensamiento crítico y la búsqueda de la verdad. 

La comunidad internacional no puede permanecer indiferente ante esta situación, que cada vez se presenta con mayor frecuencia y mayor saña en Venezuela. Es crucial alzar la voz en apoyo a los maestros y a la educación, y exigir el fin de la represión en las aulas. 

En un mundo donde la educación es -o debería ser- el faro que guía el camino hacia un futuro mejor, es imperativo que se proteja a aquellos que se dedican a encender esa llama en las mentes más jóvenes.

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