Opinión

Haití a la deriva

Haití, el primer país de América Latina y el Caribe en alcanzar su independencia en tiempos de la colonia, padece hoy una crisis sistémica, una suerte de atolladero lo convierte en un “Estado fallido”, condición de la que sólo podrá salir con un apoyo más decidido y compromiso de la comunidad internacional

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Este 11 de abril se cumple un mes desde que el primer ministro en funciones de Haití, Ariel Henry, presentara su renuncia desde Puerto Rico. En este período se ha profundizado la anomia en el país caribeño, con series consecuencias para una población ya empobrecida y literalmente sometida por las bandas criminales.

Henry ocupó el poder por la vía de los hechos desde 2021, cuando fue asesinado el entonces presidente Jovenel Moïse.

En una de sus últimas decisiones antes del magnicidio, el mandatario designó a Henry como primer ministro, pero la validez de tal designación debía darla el Parlamento. El detalle es que ya Haití no contaba con un poder legislativo y en su período de tres años, siendo la figura de una ya menguante institucionalidad, Henry profundizó la anomia, no pudo evitar la expansión de las bandas criminales, evitó convocar elecciones como debió haber hecho y hasta disolvió al poder electoral.

La crisis actual, sin duda, tiene causas múltiples, pero la obsesión de Henry por permanecer en el poder ha tenido un peso en el desenlace.

Ante una situación de anomia generalizada, tal como reportan periodistas extranjeros desde Puerto Príncipe, las bandas criminales en las que se destaca la terrorífica figura de Jimmy ‘Barbecue’ Chérizier, han tomado control de puntos estratégicos (combustible, comida) y las entradas y salidas de la capital, para extorsionar a las personas.

Justamente Chérizier encabezó la toma de dos cárceles en Puerto Príncipe y liberó a miles de detenidos hace un mes, mientras que estaba en el exterior Ariel Henry, el primer ministro en funciones. El criminal dijo que Henry no podría volver a Haití y efectivamente así ocurrió, pocos días después desde Puerto Rico hizo pública su denuncia.

¿Qué hacía Ariel Henry en Puerto Rico?

Chérizier, la principal figura pública entre los criminales haitianos, aprovechó un viaje a Kenia de Henry para emplazarlo y negarle su regreso al país. En un fin de semana las bandas tomaron las dos principales cárceles de Puerto Príncipe y dejaron en libertad a miles de prisioneros, a inicios de marzo, profundizado la deriva haitiana.

El todavía primer ministro había viajado a Nairobi para suscribir el acuerdo con el presidente de Kenia, William Ruto, que contempla el ingreso inicial de 1.000 efectivos policiales kenianos, en un plan que está financiado por Estados Unidos, pero que fue aprobado en realidad por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en octubre de 2023.

La ONU con sus cascos azules no tendrá ningún papel, una manera de aplacar las críticas que aún resuenan entre los haitianos por los excesos de la misión internacional que tuvo a la cabeza ese cuerpo durante una década y que concluyó en medio de escándalos en 2017. En esta ocasión será una fuerza internacional ad hoc liderada por Kenia y que se formará con uniformados de países que voluntariamente se sumen a la iniciativa, y que arrancará con un aporte de 100 millones de dólares de Washington.

Además de la Policía keniana, Jamaica, Bahamas, Barbados y Antigua ya se han ofrecido a aportar hombres. Cuando se aprobó en octubre, se esperaba que esta misión comenzara sus funciones en el terreno en enero de 2024 cosa que no ocurrió, ni se pondrá en marcha hasta que no haya un gobierno al frente de Haití.

Entretanto, dentro del país caribeño, que comparte con República Dominicana la isla La Española, se tiene un mal recuerdo de la última misión internacional. Encabezada por los cascos azules de la ONU, concluyó luego de algo más de una década en 2017. Dicho despliegue de efectivos militares y policiales se creó para hacer frente a la violencia y la inestabilidad del país.

Luego del devastador terremoto del 2010, que dejó unos 220.000 muertos, se extendió el rol de esta misión de la ONU. Sin embargo, en 2017 el Consejo de Seguridad la suspendió, debido a fuertes escándalos de corrupción, abusos sexuales y acusaciones a los soldados de la ONU por causar una epidemia de cólera.

Entre otros excesos, se conoció que los soldados arrojaban sus desechos al agua que consumía la población civil, causando la propagación del virus que acabó con la vida de unas 10.000 personas. La ONU aceptó su responsabilidad en los hechos, unos meses después de la culminación de la misión.

Haití es el país más pobre de América Latina y el Caribe, según coinciden diversos organismos internacionales. Además, ha sido afectado por diversos desastres naturales que han tenido un alto impacto social. El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) estima que más del 60% de la población es pobre y un 45% sufre inseguridad alimentaria aguda, por lo que se necesita la cooperación internacional humanitaria.

Tras la renuncia de Henry como primer ministro, la Comunidad del Caribe (Caricom), que tiene a Guyana en la presidencia, y Estados Unidos, sostuvieron una reunión de emergencia y acordaron un mecanismo para la transición. Establecieron que un gobierno de amplia base, representativo de diversos factores políticos y religiosos, se estableciera de emergencia en Puerto Príncipe para conducir al país a unas nuevas elecciones generales.

Este consejo de transición, casi un mes después, no lograba comenzar a trabajar oficialmente (hasta este 7 de abril), por discrepancias entre sus integrantes sobre el alcance de su misión y las herramientas legales para llevarlo adelante.

Mientras no hay una institucionalidad en Haití, la crisis sigue agobiando a los haitianos. De acuerdo con estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), mas de 53 mil personas abandonaron Puerto Príncipe durante las últimas dos semanas de marzo pasado.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos sostuvo que en Haití la ola de violencia y crímenes se desborda. Este organismo de la ONU ha clamado por una atención de la población que “no puede esperar más por la instalación de un gobierno de transición y el restablecimiento del orden”.

Un gobierno, bajo cualquier figura que se acuerde, será asimismo una condición indispensable para enviar la fuerza policial internacional, que a su vez es un requerimiento urgente para combatir una delincuencia totalmente desbordada. Mientras esto sucede, Haití sigue a la deriva.

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