Opinión

González Urrutia o el arte de permanecer callado

El candidato escogido de forma unánime por la coalición opositora, con las respectivas bendiciones de María Corina Machado y Manuel Rosales, es un diplomático en el cabal sentido de la palabra y por largos años fue una figura clave, puertas adentro, dentro de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), cuya tarjeta tiene su rostro desde el 26 de marzo de cara a las elecciones del 28J

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Foto |cortesía

En el oficio de la diplomacia resulta tan trascendental el pronunciamiento, el acto de hablar y reaccionar, como la decisión -tal vez la más difícil- de permanecer callado. Es todo un arte y Edmundo González Urrutia, el candidato “tapa”, el que no quería ser candidato, este hombre de 74 años le ha dado al país una muestra de ello. El arte de y la importancia de guardar silencio. Nada fácil en la Venezuela electoral de 2024, en medio de las semanas de vértigo, plagadas de una sarta de mensajes agresivos y descalificaciones entre los propios opositores.

El nombre de González Urrutia, pase lo que pase en lo que será una complicada campaña, ya ha pasado a la historia electoral del país. Fue inscrito como candidato por la Plataforma Unitaria (heredera de lo que fue la MUD), de forma excepcional. Manuel Rosales fue el último en inscribirse como candidato al filo de la medianoche el 25 de marzo, en el plazo previamente anunciado.

Pero, sorpresa, al día siguiente, el Consejo Nacional Electoral (CNE) hizo una excepción y se registró al veterano diplomático. Para quienes creen en cábalas o numerología, Edmundo González Urrutia fue el candidato 13.

Entre el 26 de marzo y este 20 de abril, el ahora candidato no dio ninguna declaración pública, no escribió nada en redes sociales y sólo lo hizo, reactivando una cuenta que no usaba desde 2017, para denunciar una cuenta falsa. Ni siquiera acudió a la sede del CNE como el resto de candidatos. González Urrutia se mantenía en su posición inicial, sólo había accedido a prestar su nombre para evitar que la MUD quedase por fuera del proceso. Es candidato y no le ha hablado al país. Entramos a una nueva dinámica política, sin duda.

Colaborador estrecho de Ramón Guillermo Aveledo en la gestión de la MUD en sus años estelares (2010-2014), el otrora ex secretario ejecutivo de aquella plataforma resultó determinante en “convencer” a González Urrutia de que accediera a participar. La condición es que fuese una decisión unánime y que tanto María Corina Machado y Manuel Rosales, públicamente enfrentados, formasen parte de ese consenso.

El ahora candidato es licenciado en Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela y cuenta con una maestría en Relaciones Internacionales por la American University en Washington (1981). Fue diplomático de carrera hasta que se jubiló del servicio exterior en 2004. Fue embajador de Venezuela en Argentina y Argelia, así como director del Centro de Análisis Diplomático y Estratégico (CADE). Es autor de varios libros sobre política exterior.

Edmundo González Urrutia

Los dos ascensos de González Urrutia dentro de la cancillería ocurrieron con gobiernos de color político diferente, en la última década del siglo XX. Ascendió al rango de embajador, estrenándose en Argelia, en 1991 bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez y pasó a ocupar una dirección general en la Cancillería, un ascenso sin duda, en los años del segundo gobierno de Rafael Caldera.

Para muchos periodistas fue una figura familiar durante la VII Cumbre Iberoamericana que se celebró en la Isla de Margarita en noviembre de 1997, ya que fue uno de sus activos organizadores oficiales.

Con Hugo Chávez en el poder, fue embajador en Buenos Aires y desde tal posición estuvo involucrado en las gestiones diplomáticas para el ingreso de Venezuela al Mercado Común del Sur (Mercosur), que fue solicitada públicamente por el fallecido mandatario en abril de 2001. Se retiró del servicio exterior en 2004. Es autor de varios libros sobre política exterior e interesado en la historia de las relaciones internacionales de Venezuela.

González Urrutia tuvo un papel estelar, aunque sin figuración pública dentro de Venezuela, en el período que fue una suerte de canciller de la oposición democrática de Venezuela. Durante varios años fungió como representante internacional de la MUD, trabajando de manera estrecha y directa con Aveledo y los partidos que tenían un peso determinante en las decisiones de la coalición: Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular.

Por varios años, González Urrutia fue recibido por cancilleres y en algunos casos por jefes de Estado, especialmente en las capitales de América Latina y Europa Occidental. En comisiones de política exterior de los Congresos de diversos países fue un interlocutor habitual.

Edmundo González Urrutia

No era inusual que Ramón Guillermo Aveledo dijera, en las oficinas de la MUD, por ejemplo, que “Edmundo va camino a Brasilia y después aprovechará de ir a Santiago, que allí quieren tener nuestro punto de vista”. Fue el canciller de la oposición democrática y posiblemente en ese roce internacional esté uno de sus principales recursos para los meses venideros.

No, no es el personaje de Chance en la novela “Desde el jardín”, de Jerzy Kosinski, como alguien se atrevió a decir. Chance no habla, en esta historia de ficción, porque su universo es limitado. Edmundo González Urrutia es lo contrario, es un hombre de mundo sólo que, como diplomático, entiende que el silencio es también una estrategia.

Esta anécdota que ha contado Jorge Eickhoff, quien fue representante de la fundación alemana Konrad Adenauer en Caracas, una entidad que apoyó decididamente a la MUD por varios años, tal vez retrate bien al ahora candidato de la unidad opositora venezolana.

En Caracas, “una vez alguien me agredió en la calle. Me estaba ofreciendo golpes cuando empecé a caminar rápido para alejarme. De repente paró un coche a mi lado con la ventana bajada y el conductor me llamó: ´Jorge, súbete rápido´. Fue Edmundo González Urrutia quien vino al rescate”, relata Eickhoff.

El otrora representante de la fundación alemana ha recordado que estuvo “cientos de horas con Edmundo González Urrutia acompañando la concepción y la creación de la mesa de unidad. Él es un símbolo de unidad en la lucha por la libertad de la nación. Ha sido servidor de la unidad desde los inicios y se ha mantenido fiel”.

Y, además, nos ha demostrado que domina el arte de guardar silencio.

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