Política

¿María Corina Súperestrella?

María Corina Machado emerge en el mundo opositor para posicionarse a la cabeza de las encuestas, entusiasmando a potenciales votantes incluso hasta en Barinas. Hay nuevos discursos, nuevas tácticas, y nuevos simpatizantes. ¿Podrá Machado consolidar su liderazgo o le dará la razón a sus adversarios y críticos?

todos María Corina Machado acelera campaña
Foto: Daniel Hernández
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“¡Se ve, se siente, María presidente!”, gritan los congregados, muchos con franelas o banderas turquesas, en ese epicentro de la oposición venezolana que es la Plaza Altamira. Un autobús anaranjado del Municipio Chacao toca su corneta en celebración al pasar. Resuenan los tambores y las vuvuzelas y el señor de los papagayos se detiene sobre el obelisco de Altamira: “Vente”, se lee en tonos turquesas: “Inscribe tus anhelos de libertad”.

“¿Ella se está inscribiendo en qué?”, pregunta una vecina. “En la Comisión Nacional de Primaria”, responde un señor. A la señora le brillan los ojos: “¿Y ella viene para acá?”. En ese momento, en efecto, el 23 de junio, María Corina Machado estaba en camino para formalizar su participación en las primarias opositoras de octubre.

La concentración era un popurrí. Obreros de obras circundantes, con ropa llena de tierra, fumando cigarrillos. Activistas jóvenes de los Valles del Tuy y Vargas con franelas que dicen “presidente María Corina Machado”. Curiosos vestidos de athleteisure y señores con letreros que dicen “La Candelaria está presente” y “Caricuao con María Corina”. Gorras tricolores, mujeres trans con pentagramas en el cuello, un motorizado de Yummy y una mujer que baila con un letrero que dice “primarias de la gente”. Entonces, la precandidata –vistiendo una camisa de seda azul– aparece y la multitud enloquece.

Lo variopinta que fue esa concentración de apoyo hace dudar de las apreciaciones del precandidato Henrique Capriles: “María Corina le habla a un estrato alto”, dijo en una entrevista, antes de auto adjudicarse ser el candidato de los pobres y la clase media desmenuzada por la crisis. Lo que se vio ese 23 de junio en Caracas y las imágenes de sus giras por pueblos de Barinas y Trujillo, desarman el argumento de Capriles.

Parece que es la hora de Machado y esa idea, casi como una convicción, flota en el ambiente. Hasta un personaje como Andrés Izarra, el exministro de comunicación de Hugo Chávez, se deslumbra –no necesariamente de forma positiva– con su auge: “Que en un estado como Trujillo, donde el chavismo ganaba de largo históricamente, se congregue tanta gente en torno a la candidata, bien vale una reflexión”, escribió en Twitter: “Lo mismo se repite en pueblos de todo el país. Tengo videos de Cabudare. Carora. Trujillo. Está en pleno crecimiento”.

No todos están emocionados. Bernabé Gutiérrez –que dirige el AD alacrán– dice que su plan de privatizar a PDVSA llevará a que no se construyan más escuelas; Enrique Ochoa Antich –del Movimiento al Socialismo– asegura que el país estará peor con ella que con Maduro y el veterano periodista Rafael Poleo –adeco de viejo cuño- la tilda de “verdulera” y sostiene lo que parece es una campaña personal en la que insiste en que con ella el país perderá el manejo de su industria petrolera. María Corina está molestando a estos señores.

Las encuestas atizan estas reacciones. “María Corina tiene los mejores números entre opositores en opinión favorable y en intención de voto en las primarias”, dice Luis Vidal, director de la firma More Consulting. En los últimos seis meses, explica, su aprobación aumentó de 35% a 48,7% entre opositores y no-alineados. Todavía por debajo de los picos de popularidad de Henrique Capriles en 2013, Henry Ramos Allup en 2016 y Juan Guaidó en 2019, pero muy por encima de los niveles de aprobación actuales del liderazgo opositor.

“Cuadriplica al que viene detrás”, dice Vidal. Los números de More Consulting no son los únicos. Según la firma Delphos, reporta Bloomberg, Machado lidera entre los votantes con altas posibilidades de participar en las primarias con 68%. Y aunque ella ha asegurado que no cree en sus encuestas, incluso Luis Vicente León admite que Machado puntea en todos los sondeos.

Si revisamos los números históricos de More Consulting, los resultados son aún más elocuentes: en junio del 2013, por ejemplo, 52,6% de los encuestados tenían una visión desfavorable de Machado. Tras una leve mejora en años posteriores, volvió a recaer a 50,6% de opinión desfavorable –contra 32,1% de opinión favorable– en octubre del 2020. Hoy, la opinión desfavorable se ha reducido a 26%. Por supuesto, todo puede cambiar. Pero, por ahora, Machado se alza entre las cenizas del mundo opositor.

“María Corina siempre ha sido un fenómeno político”, dice el exalcalde carabobeño Julio Castillo, miembro del Comité de Articulación Política del Comando de Machado: “Pero ahora es una alternativa”.

Machado es un fenómeno electoral. Y no es primera vez: fue la diputada más votada en las parlamentarias del 2010, cuando ganó la representación del este de Caracas. “Está recogiendo lo que sembró hace mucho tiempo”, dice Castillo recordando aquel “Expropiar es robar” que la catapultó a la fama nacional en 2012.

Por supuesto, la vía electoral parece encontrar un callejón sin salida con la reciente inhabilitación, ante la cual ha recibido gran apoyo nacional e internacional. Si la inhabilitación no se levanta, no podrá ser la candidata en 2024 aunque gane las primarias: pero sí puede convertirse en la líder de la oposición e incluso apoyar a un candidato de respaldo. Su “momento” no culmina en la inhabilitación.

“El gran éxito de María Corina a nivel de opinión pública es que ha logrado que la gente no la responsabilice de los errores y fallas que sí le asignan al resto de dirigentes de la oposición tradicional”, explica Luis Vidal. Machado, en su visión, surge en la resaca de los fracasos de la Asamblea Nacional del 2015 y del gobierno interino de Juan Guaidó, capitalizando, además, el descontento tras el reventón de la burbuja bodegónica. Según More Consulting, para mayo del año pasado, 52% de los venezolanos consideraban que su situación económica estaba mejor. En mayo de este año, el porcentaje decreció a 28%.

Para María Verónica Torres, politóloga y miembro de CEDICE, Machado se ha convertido en el imaginario popular en una suerte de “gran coherente” en su visión sobre el chavismo y la oposición al mantenerse al margen de negociaciones, del ejercicio de políticas públicas en una década y de no haber ocupado ningún cargo en el gobierno interino. Castillo coincide: Machado, asegura, se ha mantenido como un fenómeno político por “su coherencia, la intransigencia de sus valores y su aura de incorruptibilidad”.

Además, explica Torres, sus ideas económicas liberales hoy finalmente calan en una población que “ha experimentado las miserias del socialismo”. A fin de cuentas, estamos en una Venezuela en la que una cartelera de la Escuela de Economía de la UCV –otrora templo del marxismo– dice “Menos Keynes. Y más Hayek y Mises”.

Reenfocada

Más allá de su coherencia y su “aura de incorruptibilidad” -sean ciertas o no– Machado tiene una nueva arma en su arsenal: con su cambio de tácticas, retomando la ruta electoral y olvidando a los marines, también se ha suavizado su discurso, aunque su gente tienda a negarlo y sus detractores insistan en que lo suyo es ser “extremista”.

“La ruta del coraje” es reemplazada por “nuestro motor es el amor”, las elecciones del 2024 pasan de ser un asunto de colaboracionistas a ser “una oportunidad real” y las preocupaciones sobre el futuro de Occidente se transforman en la añoranza por familiares emigrados o los ingresos familiares. “Su discurso está más enfocado en las necesidades de la gente”, dice Henkel García, parte del equipo de asesores económicos de Machado.

Para Luis Vidal, Machado –ahora centrada en la presidencia– se ha moderado para tratar de encantar el país niní, incluyendo un porcentaje que alguna vez votó por Chávez.

Pedro Urruchurtu, coordinador de Asuntos Internacionales de Vente, difiere. Según él su discurso “sigue siendo el mismo, de fuerza, solo que hoy la fuerza se construye desde los ciudadanos, desde la movilización del país que vuelve a despertar y a ilusionarse con la idea de que es posible movilizarnos para derrotar al régimen”. Pero aquella evolución de la concepción de la fuerza, por sí sola es un cambio enorme de su discurso. Adiós marines, hola ciudadanos. María Corina, la candidata.

¿Se ha disipado un coqueteo con la derecha dura que encantaba a legiones de tuiteros, pero se desinflaba en la realidad venezolana; la realidad de los votos? ¿Queda atrás la figura que participaba en paneles con Santiago Abascal o el hijo de Bolsonaro o en conferencias junto a personajes como Marjorie Taylor Greene y Éric Zemmour; cuyo partido firmaba un “acuerdo de cooperación” con Likud, un partido etnocéntrico de Israel?

El discurso verdaderamente liberal, a lo Carlos Rangel, parece haber resurgido: ahora resuena su plan “ordoliberal”, similar al “capitalismo popular” que Machado promovía en 2012, de la mano de sus respetados asesores estrellas y su apoyo frontal al matrimonio igualitario y a la marihuana medicinal. ¿El desafío de Occidente? No, hay nuevos oyentes: Orden, plata, familia. Mano dura contra los corruptos, economía productiva y reencuentro de familias rasgadas por la migración.

“Las alianzas políticas y la presión hacia un régimen como el que enfrentamos no se alimentan sólo de lo ideológico”, dice Urruchurtu, quien recalca el carácter liberal de Vente, “esas ideas por sí solas no bastan, esos aliados por sí solos no bastan, y ahí es donde María Corina siempre ha insistido en la lógica de un amplio espectro que contempla a conservadores, más socialdemócratas, incluso progresistas, pero que al final tienen como un eje común el tema democrático”.

Sin embargo, la vocación democrática de algunos de esos aliados –Vox, los bolsonaristas o Likud, por ejemplo– es cuestionable. Aunque Machado, en una entrevista reciente, afirmó que se necesita un esfuerzo con “líderes internacionales del mundo democrático y no tan democrático”.

“Incluso los aliados internacionales van cambiando la táctica para intentar que haya una solución en Venezuela y cada vez más hay un entendimiento de que son menos las oportunidades de lograr ese cambio”, dice Urruchurtu: “Evidentemente eso obliga a una conversación y a un replanteamiento desde lo táctico”.

Me gusta, no me gusta

Por supuesto, el cambio de táctica no le ha gustado a muchos de sus antiguos fanáticos. “No vieron la posición de María Corina Machado como algo acorde a lo que ellos pensaban”, dice Henkel García. No cabe duda. El comunicador Daniel Lara Farías es un ejemplo: alguna vez gran admirador, hoy se ha convertido en acérrimo crítico que la iguala con el liderazgo tradicional opositor y edita burlonamente su rostro sobre el de la Virgen María. Miguel Fontán –cuyas redes hablan de teorías de conspiración que rayan con lo QAnon y defienden a la turba trumpista que intentó tomar el Capitolio americano– cortó dramáticamente con Machado en lo que varios miembros de Vente describen como un conflicto por “la autoría” del Plan Tierra de Gracia de Machado.

“María Corina tiene un instinto peculiar que, me imagino, le permite concluir que esas asociaciones no le aportan mucho a una campaña como la que hay que hacer en Venezuela”, dice Julio Castillo.

María Corina en baño de pueblo

Aunque Vente ha sido vocal en su apoyo a los derechos de las personas LGBTQ, Machado no ha logrado deshacerse del todo de la etiqueta de derecha dura que algunos de sus admiradores le asignaron. Recientemente, por ejemplo, Vente Venezuela tuiteó un mensaje de apoyo al movimiento LGBTQ en el Día del Orgullo. Sin embargo, la publicación fue opacada por las controversias tuiteras que desataron las posturas homofóbicas de Óliver López Cano –miembro del comando de campaña de Machado– y Pablo Aure, quien dirigía el Voluntariado de Vente en Carabobo (Aure, el mismo día, criticó abiertamente la postura pro-gay del partido). Pero esto no es único de Vente y lo ha demostrado una ráfaga de incidentes recientes –la campaña de Julio Montoya o el hilo político de un secretario de Miranda– con militantes y organismos de Primero Justicia.

Y así como algunos devotos de Donald Trump y cruzados obsesionados con una tal “ideología de género” abandonan Vente, el partido también ha absorbido nuevos integrantes y vertientes: como una esponja que busca posicionarse como una nueva fuerza opositora de peso. En Mérida, militantes del Acción Democrática de Bernabé Gutiérrez se han ido en tropel a Vente. No están solos: lo mismo ha sucedido con adecos y copeyanos de los Valles del Tuy y hasta existe un grupo de adecos disidentes que respalda a Machado. Hay casos inesperados: en Miranda, David García, un dirigente que abandonó Primero Justicia para unirse a Primero Venezuela (el partido de José Brito), ahora milita en Vente.

Además, como consecuencia de su estrategia electoral, María Corina Machado -todavía con mucha, mucha, timidez- parece más dispuesta a estrechar lazos con otras facciones opositoras o, como dice, conseguir “espacios de consenso” (aunque retuitear caricaturas que muestran al resto de la oposición como enchufados no juega a su favor).

Su simpatía con Andrés Velásquez, de La Causa R, y el ex-copeyano César Pérez Vivas ha sido clara. Carlos Ocariz, de Primero Justicia, incluso se reunió con ella recientemente para regalarle su nuevo libro. Algunos líderes de Voluntad Popular han usado el “esto es hasta el final”.

“No son reuniones formales con gente de otros partidos, pero sí para explorar qué hay en común”, explica Henkel García: “Hay mucha desconfianza entre los diferentes grupos por todo lo que ha pasado”. El economista insiste en que Machado está haciendo un “acercamiento genuino” a otros sectores opositores para “consolidar un movimiento transversal con muchos partidos” pues el panorama opositor se ha “decantado” con los quiebres de los alacranes y las primarias.

Para otros en la oposición, en cambio, Machado es el símbolo del sectarismo. Cuando Machado capitaneó la petición de primarias autogestionadas, María Beatriz Martínez –la presidenta de Primero Justicia– habló de la “estrategia divisoria” de un sector de la oposición: una descripción similar a la que se le endilgó a Machado cuando lideró la creación de Soy Venezuela, un escisión de la MUD, o cuando se volvió una acérrima y pública crítica del gobierno interino de Juan Guaidó, incluso antes que Primero Justicia y demás partidos de oposición (aunque los diputados de Vente y sus aliados en la Asamblea Nacional del 2015, la facción 16J, votasen posteriormente por preservar al gobierno interino, a diferencia de los partidos que mantuvieron por más tiempo su apoyo a Guaidó).

En el discurso chavista, además, Machado es mostrada como la candidata del neoliberalismo, las élites pre-chavistas y la derecha fascista. Desde el chavismo profundo, incluso, se ha fabricado una suerte de muchacho de los mandatos diseñado para existir en oposición a Machado y reclamar su ¿erradicación?: Luis Ratti, proveniente del Frente Nacional Bolivariano Hugo Chávez y autoproclamado candidato de la oposición con un partido que usurpó los logos del PAN mexicano; visionario que asegura que Machado traerá sangre y fuego si gana las primarias.

¿Por qué genera Machado tanto rechazo en el gobierno, el alacranato y los partidos tradicionales de la oposición? Para Vidal, el chavismo está afincando el discurso en su contra –y ha recurrido a una inhabilitación– para que “se termine de solidificar” su liderazgo en la oposición. La inhabilitación, dice, ha logrado posicionar su mensaje a la cabeza de la oposición.

De convertirse en líder unitaria de la oposición, sería la primera verdaderamente de derecha: un liderazgo, en la visión del chavismo, que genere polarización y que lleve a que el chavismo se cohesione al atraer a sus sectores disidentes o anti-maduristas. Además, dice Vidal, puede volver a abrir el debate de la oposición sobre continuar o no por la ruta electoral. Pero puede no ser el único interés que hay detras de la inhabilitación: quizás el chavismo “está apostando a la lógica de Chávez: candelita que se prende, candelita que se apaga. Y antes de que pudiese prender otra cosa, la sacan del medio.”

La candela que ha encendido Machado también puede estar poniendo de cabeza el balance de poder dentro de la oposición. “Para derrocar al régimen, primero tenemos que desplazar a esa oposición”, dijo Machado al anunciar su disposición a medirse en primarias y retornar a la vía electoral. No sorprende entonces que la oposición tradicional vea “con cierta preocupación” a una candidata que confronte a otros sectores del mismo bando y pueda alejar a poblaciones como los ninís o los chavistas disidentes, dice Vidal.

Julio Castillo, en cambio, cree que “polarizar con argumentos contrarios al gobierno es una estrategia correcta”. Quizás produzca giros inesperados. “Yo estoy absolutamente convencido de que todos sus adversarios, viejos y nuevos, le han hecho un gran favor”, dice: “Subestimándola, no entendiéndola bien, no leyéndola bien”.

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