Política

Primaria 2023: ¿qué viene después?

Las primarias opositoras tuvieron lugar podría decirse que contra viento y marea. Los resultados posicionan en la palestra a María Corina Machado como la abanderada presidencial de la oposición y al estar inhabilitada, ha terminado siendo esto una suerte de gran acto de rebeldía ciudadana ante el poder. En lo inmediato vendrán reacomodos y más negociaciones

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Elegir a María Corina Machado como candidata presidencial ha sido en primer lugar un acto de rebeldía ciudadana. No sólo fue electa, sino que arrasó. Más del 93% de quienes votaron este 22 de octubre, en todos los sectores sociales incluyendo lo más pobres y apartados, decidieron entregar el testigo y tamaña responsabilidad a MCM, sabiendo que está inhabilitada y teniendo la cantaleta semanal de Diosdado Cabello, quien se ha encargado de recordar que los opositores inhabilitados no podrán participar en las elecciones presidenciales, bajo la óptica del chavismo.

El voto casi unánime a favor de la candidata de Vente, en medio de una alta participación ciudadana, es un mensaje muy poderoso. María Corina Machado no sólo es la candidata presidencial que emergió del voto popular, eso en sí es significativo, sino que al haber ocurrido esto con tan amplia diferencia sobre sus más cercanos adversarios le da una suerte de legitimación de origen (las urnas) para ser la principal referente de la oposición venezolana.

Desde esa perspectiva, las primarias no sólo le dieron un mensaje al régimen de Nicolás Maduro, con una población que abraza con fervor la ruta electoral a pesar de infinidad de obstáculos y zancadillas, sino que sus resultados son principalmente un mensaje puertas adentro de lo que venimos conociendo como oposición pro democracia.

Tras la implosión de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), por decisión de los propios partidos años atrás, y teniendo el control de la Asamblea Nacional (2015-2020), la representación simbólica y diplomática, y hasta administrativa, de la oposición la ejerció el llamado G-4, una suerte de cúpula que formaron los partidos (o lo que fue quedando de ellos) Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, Primero Justicia y Voluntad Popular.

En su momento, el G-4 tuvo legitimidad de origen. Habían sido los partidos más votados en las elecciones legislativas de 2015, que a fin de cuentas ha terminado por ser la última elección venezolana con libre competencia política y, por tanto, reconocida por la comunidad internacional. Gracias a ello, aunque es harina de otro costal, Juan Guaidó terminó siendo presidente interino con legitimidad internacional, ya que se entendía que al ser presidente del parlamento, era éste poder el único que tenía legitimidad de origen en una Venezuela donde el chavismo había cooptado al resto de poderes públicos.

El 22 de octubre marca una suerte de punto de inflexión. La conducción de la oposición no puede mantenerse como si nada hubiese pasado. El G-4 había venido manteniendo a Vente, el partido de MCM, apartado de las decisiones medulares. No hay representación de Machado ni en la conducción política y organizativa de la llamada Plataforma Unitaria, ni tampoco en la delegación negociadora que se sienta tanto con el gobierno de Joe Biden como con la representación del chavismo, como ocurrió recientemente en Barbados. Esto debería cambiar. Se producirá un reacomodo no sólo exigido por la propia candidata ganadora sino también por actores de peso como Estados Unidos y la Unión Europea.

La reconfiguración de la oposición será, posiblemente, el tema más expedito. El desafío álgido estará en la negociación en sí del meollo de este tiempo, la inhabilitación de MCM.

Sin duda, tan contundente triunfo electoral es un mensaje popular claro de la ciudadanía: nos rebelamos ante las inhabilitaciones. La negociación en primer término deberá ser dentro del campo opositor. MCM debe generar una estrategia de consenso sobre qué pasos a seguir para que efectivamente el baño de masas que recibió en las primarias pase a ser su cupón para las presidenciales de 2024. ¿Qué estrategia seguir para responder a las inhabilitaciones? Se escribe fácil pero será un hueso duro de roer dentro del campo opositor.

Cualquier decisión, que finalmente se tome, debe ser fruto de un consenso mínimo entre la candidata que deberá construir junto a sus pares opositores. En ese espacio deberá definirse la estrategia a seguir que puede ir desde candidaturas sustitutas o presión desde la calle para que MCM se pueda inscribir.

En paralelo, tras las primarias seguramente se reactivará –por presión de EEUU- el canal de conversaciones entre gobierno y oposición, y, sobre todo el canal de diálogo entre Caracas y Washington. La fecha de fines de noviembre que explicitó el secretario de Estado de Estados Unidos, Anthony Blinken, como plazo para cronograma electoral y condiciones que permitan la participación opositora luce ahora, después de las primarias, como una suerte de ultimátum.

Dada la ausencia de acuerdos previos en torno a qué hacer, vuelvo sobre un dato de la encuesta de Delphos para el Centro de Estudios Políticos de la UCAB, dada a conocer el pasado 11 de octubre. Prácticamente la mitad de los consultados consideraba como legítimo que quien ganara las primarias escogiera a un eventual sucesor en la carrera presidencial si estaba prohibida su participación.

Un escenario posible, que obviamente MCM no iba a aceptar públicamente antes de ir a votar, ya que ello le restaría fuerza, es que haya una candidatura sustituta elegida por la propia Machado. El mensaje claro y firme del 22 de octubre, también para la ganadora, es que la población quiere una salida, pero una salida electoral, pacífica y democratizadora a través de unas elecciones. Lo que dijo la población es que a la ruta electoral hay que defenderla contra viento y marea y ese mensaje es muy contundente, también para la ganadora.

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