Política

Política y conflictos: Tres momentos en los que tuvimos que ponernos de acuerdo

Con este texto comenzamos una serie de entregas –en la web y en nuestra cuenta de Instagram- en las que abordamos hechos de nuestra historia que de alguna manera conectan con asuntos del presente. Hoy, que se habla tanto de negociación, de conciliación, revisamos aquí episodios críticos en los que fue necesario llegar a acuerdos a favor del beneficio colectivo

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“Los jóvenes tienen que saber que el país es mucho más que sus tragedias históricas”, le comentó Margot Benacerraf al periodista Diego Arroyo Gil en una de sus tantas conversaciones mientras preparaban el libro La sal de ayer, su biografía publicada por Planeta. A pesar de que nuestra historia republicana pareciera estar marcada por la tragedia, los venezolanos también hemos vivido episodios de conciliación y acuerdos frente a crisis bastantes complejas. El pasado no solo se ha ido, pues, entre golpes de Estado y revoluciones, sino también entre notables esfuerzos de la sociedad por la defensa de la república.

Uno de esos esfuerzos fue el Armisticio y Regularización de la Guerra, firmado por Simón Bolívar y Pablo Morillo en 1820. Cuando la contienda independentista llevaba una década, sus bandos decidieron regularizarla, sobre todo después de las consecuencias dejadas por la Proclama de Guerra a Muerte, hecha en junio de 1813. Con este pacto, marcado por dos acuerdos, no solo se reconocieron ambos bandos (que parecían condenados a destruirse), sino que también se permitió civilizar el conflicto y dar una tregua de seis meses para la reorganización militar. Sin duda, el hecho fue definitorio para el futuro por venir.

Otro episodio similar ocurrió 43 años después: el Tratado de Coche, en 1863, permitió la convocatoria a una Asamblea Constituyente que sancionó la Federación y garantizó una relativa estabilidad política, después de uno de los peores conflictos armados que hemos tenido en la era republicana, la Guerra Federal.

Este acuerdo político entre las dos partes beligerantes, los abanderados de Juan Crisóstomo Falcón y José Antonio Páez, terminó con la guerra civil más cruenta del siglo XIX y marcó un hito: se dejaron las armas a un lado para dialogar pese a las diferencias y los proyectos sobre el país.

Acuerdo para reconocerse

El Pacto de Puntofijo, poco más de un siglo después, vino a representar más o menos lo mismo: caída la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, los actores políticos y sus partidos comenzaron a organizarse para el restablecimiento de la democracia.

Uno de los principales acuerdos de la historia nacional se firmó el 31 de octubre de 1958 entre los tres partidos más populares: los representantes de AD, Copei y URD convinieron en una serie de puntos en común más allá de sus claras diferencias ideológicas y rencillas personales. Entendieron que solo ese reconocimiento mutuo podía enfrentar el extremismo ideológico de esa época.

Margot no se equivocaba con su diagnóstico. Sí, el país ha vivido momentos turbios, pero también ha encontrado salidas frente a las adversidades. Y si bien estos tres episodios son significativos para cada época, tampoco han sido los únicos, basta echarle un ojo al siglo XX para darse cuenta de que la historia no solo puede mirarse desde el poder, donde abundan tiranuelos y mandones, sino también desde la organización y participación de una sociedad que ha exigido, en dos largos siglos, respeto a sus derechos, para lo cual ha tenido que ponerse de acuerdo. Algo que en el presente pudiera parecer imposible…ya lo hicimos antes.

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