Con la figura del Dr. José Gregorio Hernández como ejemplo, Médicos Unidos convocó a una misa en honor a la profesión de la medicina y en donde no solo se pidió la beatificación del también científico sino que la crisis sanitaria que vive Venezuela fue el pilar de la convocatoria.
Pocas batas blancas se vieron en el recinto religioso, la mayoría de los grupos de médicos que estuvieron presentes se sentaron adelante pero desde el inicio las palabras fueron dirigidas a la unión del país frente a la escasez a la que deben enfrentarse los profesionales de ese sector y los pacientes que recurren a ellos.
“Para nadie es un secreto la falta de insumos, medicinas de alto costo y otras que dada la devaluación de nuestra moneda y la hiperinflación se ponen muy costosas. La escasez es terrible y hoy me uno a los enfermos que nos acompañan”, empezó el padre encargado de dar la misa.
La urgencia en las soluciones que pedían a quienes “tienen esa inmensa responsabilidad” se palpó no solo en el discurso del religioso, pues una mujer que estaba escuchando las palabras cayó desmayada al piso y los médicos cercanos tuvieron que socorrerla y sacarla del recinto.
Omaira Contreras, anestesiólogo del Hospital Materno Infantil de Petare aseguró que le ha tocado tratar a pacientes sin tener los insumos ni instrumentos que necesita para ayudarlos.
“Las autoridades del hospital afirman que en todos lados está el material pero a veces nosotros tenemos que atender a los pacientes ‘con las uñas’ o referirlos a otro lugar porque es imposible atenderlos”.
Han denunciado la situación pero hasta los momentos, no tienen respuesta. Contreras contó que el hospital está funcionando “a la mitad. Hace falta desde el cloro para limpiar hasta el menor medicamento”
Afuera hacía sol y el calor se sentía dentro de la iglesia pero quienes asistieron a la convocatoria estaban más que dispuestos a quedarse ahí escuchando al padre y viendo a los médicos entrar y salir del recinto, atendiendo llamadas o esperando para hacer entrega de ofrendas.
Médicos Unidos entregó una bata blanca, un bisturí y un estetoscopio porque para ellos era ratificar “nuestro juramente ante el altar”. Senos Salud, por su parte, donó medicamentos a la obra social de la parroquia y el Colegio de Odontólogos Metropolitanos hizo lo mismo con alimentos por el “déficit alimentario de la población. Dios nos conceda la gracia de que podamos tener una verdadera salud alimentaria”.
El pasado sábado 10 de marzo se celebró el Día del Médico en Venezuela y cada vez los números de los profesionales de la salud que deciden salir del país aumentan.
Según la Encuesta Nacional de Médicos y Estudiantes de Medicina, en el 2017 casi 40% de los profesionales de medicina decidieron salir de Venezuela y ante esto, el director ejecutivo de Médicos Unidos, doctor Jaime Lorenzo opinó que de esa situación “todo el mundo habla. La diáspora medica es grave pero también es la diáspora de toda nuestra gente, de la generación de relevo. Nuestro mensaje de hoy es que daremos hasta lo último que podamos por nuestros ciudadanos porque todos pacientes en algún punto”.
Para él, es momento de “volver la cara a lo verdaderamente importante: nuestra fe, nuestro pensamiento y nuestras ilusiones. Es una manera de hacer un llamado de unión del país”.
“El mensaje para nuestros pacientes lo estamos dando el día de hoy, uniendo a quienes curamos la enfermedad con aquellos que curan el alma. Veamos a nuestro país. Volvamos a nuestras raíces y tratemos de lanzar nuestro mensaje a todos aquellos que tengan el poder de tomar decisiones en el país porque la salud debe salir de la discusión política para ser de país, de todos los venezolanos”, terminó.
El padre tomó la figura del Dr. José Gregorio Hernández y pidió que “lo evoquemos para que realice en Venezuela el gran milagro social, que ayude a los venezolanos para que juntos seamos parte no del problema sino de la solución de los problemas”
También pidió “bondad para quienes tengan la responsabilidad de resolver esta situación permitiendo la entrada de insumos y ayuda”.
Con el último “amén” que se escuchó en la iglesia, otro grupo de médicos tomó el micrófono y dirigió unas palabras a quienes todavía seguían presentes.
“Unidos somos más fuertes”, se escuchó desde el altar y lo último que salió de la misa fueron aplausos. Afuera de la iglesia había un hombre con un cartel que pedía ayuda para cumplir con su tratamiento de trasplantado y otra mujer escuchó toda la misa mientras caminaba empujando una silla de ruedas.
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