Cinemanía

"Los extraños: Capítulo 1": una imitación sin gracia

En "Los extraños: Capítulo 1" el temor a la invasión doméstica se convierte en una rara mezcla de tensión y una historia que no da para mucho. Renny Harlin dirige la primera de una trilogía que –de momento- conecta en parte con la intención de la versión original de 2008, pero no precisamente con lo mejor de ella

los extraños
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En la década de los años 70 pasaron dos cosas fundamentales para el cine de terror. Por un lado, en 1978, John Carpenter convirtió los espacios de las casas en un lugar peligroso. “Halloween” transgredió la idea urbana y contemporánea del territorio personal seguro para subvertirlo en una idea retorcida y macabra que aterrorizó al público y lo incomodó lo suficiente para hacerlo reflexionar sobre la frágil idea de que el mal podía quedarse fuera de la puerta del hogar. Un pensamiento optimista - y diría Carpenter, capitalista e inocente - que la cinta destruyó a cuchilladas, hasta convertirse en un género de lo terrorífico por derecho propio. 

Por otro lado, en 1979, “Alien - El octavo pasajero”, de Ridley Scott, demostró que los monstruos eran imparables. Mucho más, que el sentido del azar era una idea precisa por desarrollar en el género del terror. El ataque de la criatura alienígena imaginada por H.R. Giger, no tenía el más mínimo sentido. Tampoco obedecía a una pretensión de maldad. Era solo una bestia en busca de cumplir su ciclo reproductivo. Para la ocasión, el británico explicó a LA Times que las mejores películas terroríficas eran sencillas. Tanto, como para concentrar toda perspectiva de la maldad, la violencia o la transgresión en un único punto. “Halloween” y la primera parte de la saga Alien, comparten una misma idea: el terror no escoge, no busca un lugar. Sucede.

Asumir en parte ese punto de vista fue la causa del éxito de “Los extraños” (2008), escrita y dirigida por Bryan Bertino. La cinta, que contaba una invasión doméstica que acababa en un asesinato sangriento y sádico, no era original. Tampoco -aunque estaba basada en hechos reales- era especialmente bien planteada en su visión sobre el horror. Pero en lo que sí era poderosa, era en la sensación de que todo lo que pasaba en pantalla era simple azar.

Tres desconocidos enmascarados irrumpían en una casa cualquiera y atacaban a una pareja cualquiera. Cuando uno de ellos, a punto de ser asesinado, preguntó el motivo de toda la crueldad que habían sufrido, una de las figuras se inclina sobre él. La máscara impide saber si realmente lo está mirando o solo se burla, pero la frase es contundente: «Porque estaban en casa».

El horror no necesitacontexto

Quizás por ese motivo, «Los extraños: Capítulo 1» de Renny Harlin, se nota exagerada, innecesaria y plana. La primera de una trilogía que se estrenará a lo largo de este año y el siguiente, también tiene interés en el azar peligroso y la invasión doméstica. Pero antes de poner interés en la idea del mal aciago  - de la locura nos separa un mal día, diría Alan Moore sobre el tema en la novela gráfica «La broma asesina» -  lo hace en crear la sensación de que todo está interconectado. Que la violencia tiene un sentido - podría tenerlo - o en cualquier caso, está allí a la espera de un gatillo que la desencadene por completo. 

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La cinta utiliza la misma idea de Bertino, pero sin tanta eficacia. Maya (Madelaine Petsch) y Ryan (Froy Gutierrez), son una pareja feliz con una vida de éxitos que espera por ellos. Van de Nueva York a Portland para una entrevista laboral en la que ella espera triunfar. En medio del largo viaje por carretera, deciden detenerse para tomar algún refrigerio en un pueblo convenientemente misterioso. Y aquí el argumento abandona la idea de la invasión doméstica gratuita, violenta y azarosa, por crear una atmósfera que el planteamiento original jamás necesitó.

A la trama de «Los extraños: Capítulo 1″ - escrita por la dupla Alan R. Cohen y Alan Freedland - le cuesta avanzar a partir de ese punto, porque lleva a cuestas todo el peso de una idea con la que no concuerda el punto de partida.

En esta ocasión, los asesinos enmascarados parecen pertenecer a un grupo que observa, se congratula y colabora con el crimen que ocurrirá. Todo el horror de tres figuras silenciosas que avanzan sin que se sepa en realidad el motivo de su crueldad y violencia, se desvanece en este juego de cacería de largo alcance. Esta colaboración consciente convierte a la película en una trama genérica cualquiera de homicidas en busca de víctimas.

Cuando menos, es más 

Lo peor, es que Harlin es lo suficientemente competente para que la cinta funcione en su primera hora. Pero lo que debería ser una cacería a ciegas, una búsqueda de horrores sin que haya un motivo - el mal por el mal - termina por convertirse en un slasher del montón. Uno con algunos momentos logrados, pero que se hace cada vez más predecible a medida que vuelve a los lugares de la original, pero sin la inteligencia y buen hacer de Bertino para crear un escenario espeluznante con apenas pequeñas trazas de una historia mayor.

Pero Harlin necesita demasiado para obtener un resultado mediocre. La tensión de todo un escenario que se arma desde los primeros minutos debe llegar a una conclusión. Y lo hace con tanta torpeza, que esta película de terror olvida lo que Carpenter y Scott aprendieron por allá en 1970: el miedo no tiene rostros, es puro azar convertido en un escenario condenado. La premisa que hizo de la cinta original del 2008 una joya y de esta, una burda imitación sin chiste.

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